La magnitud de la Avenida Fondo De La Lengua hace que la pequeña puerta de entrada de City Bar pase casi desapercibida. La vereda extensa le brinda espacio a los que esperan la apertura de la noche. Las remeras y los discos forman el puesto de merchandising mientras la música elegida para amenizar la espera logra su cometida. Basta con dar unos pasos para sumergirse en el local y empezar a sentir la propuesta que se ofrece a cada noche de rock.
El viernes por la noche, Arsis se encargó de abrir la fecha en Martínez. Cerca de una hora estuvieron arriba del escenario y captaron la atención de los presentes en varios momentos de su show. Haciendo base en el blues y la aplicación correcta de algunos covers para que el público participe lograron un set entretenido para el oyente ajeno a la banda.
Apenas minutos después de las 2am, en lo que ya era la madrugada del sábado, se levantó la pancarta que actúa de telón para mostrar al power trío de Mar del Plata. “El cura, el militar y el dueño de los vacas” aclaró de que iban a ser las cosas a lo largo de la hora y media que duró su show. Muestra clara que la potencia de la banda data de años y, con el pasar de los discos, lograron consolidar su sonido hasta llegar a EMMA, su último álbum lanzado a la venta. El primero en sonar de esta placa fue “No hay capitán si no hay marino” y no tardaron en oírse los primeros canticos de “Hijos de puta, hijos de puta” que caracterizan al público de Científicos del Palo. La línea de bajo a cargo de Carlos “Popete” Andere cautivaron a los seguidores que se acercaron a la zona norte del conurbano.
La distorsión llegó a City Bar con “El restaurador”, parte del conceptual La Histeria Argentina. Los puntos más altos a nivel sonoro se oyeron con los perfectos enlaces entre canciones que era notorio el nivel de ensayo que traían bajo el brazo. Así fue el caso de “Las dos mitades” y “El abogado” que cerraron la primera media hora del show. No faltaron los cantos de feliz cumpleaños hacia el baterista, Sebastián Quintanilla, que horas antes había sido su aniversario de nacimiento. “El masón”, en honor a José de San Martín, y “Los padres de los pobres” cerraron el segmento del disco editado en 2013 con la contundente estrofa: “Todo lo que logra el pueblo valiente, lo arruinan los decentes”. El pogo volvió a Martínez de la mano de “Tratar de tratar” que fue aprovechada por el efervescente público para agitar mientras el trío realizaba su presentación.
“Pepo” le cede el micrófono al público, unos minutos después suelta su guitarra para llevarse las manos a las orejas en plena emulación a Juan Román Riquelme y en cuestión de segundos se aparta hacia el costado del escenario con un vaso en su mano derecha. Hay confianza ciega en el cantante de Científicos del Palo y una pisca de diversión para darle vuelo a sus seguidores con el micrófono a su merced. Curiosa pero afectivamente, los agradecimientos llegan codificados como insultos que producen sonrisas seguidas de los brazos en la cabeza, atónito por el espectáculo brindado, en el violero. Así sucede en “Mantenerse en el camino”, la poderosa “Llame Jah!” y “El retorno del estado”, en ese orden, cuando los relojes marcaban las 3 am.
La calma antes del huracán fue “Revolución de mayo” que dio el pié a la versión de “Pibe Cantina” de Yerba Brava, en tono de broma. Unos segundos más tarde, cayó la canción que mutó en una especie de himno para la banda y para su gente: “Somos el enemigo”. Una vez finalizada, el líder aclaró: “Nos informan que estamos en el partido de San Isidro, espero que en la parte humilde”. El peronismo explicito llegó gracias a “La jefa espiritual” y “Cristo o Perón”, una de las piezas claves de La Histeria Argentina.
Recta final para Científicos del Palo en City Bar. Desde Gorilophrenia, cayó “Yo soy” con el sublime enganche con “Mis gomias” donde se entonó con fuerza: “Son mis gomías, la razón de mi estadía en esta mierda que hemos dado en llamar la vida”, entre la sucesión de pogos que liquidaban lo que restaba de energías en la noche del viernes. Entre aplausos y agradecimientos, los acordes de “Untill the victory, chango” le pusieron el broche al show de una hora y media que los marplatenses importaron desde su ciudad natal.
Fotos: Sari Odello Fotografía
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