Rock

Calamaro en el Hipódromo: Y la chica volvió…

Y así fue como Andrés tuvo su noche mágica en Palermo ante casi veinticinco mil personas, donde presentó oficialmente su disco "Bohemio" y repasó varias de sus más grandes canciones que ya forman parte del cancionero popular argentino.

Siempre es difícil encontrar un adjetivo para describir a Andrés Calamaro. Si revisamos los últimos años de su carrera, veremos cierto regreso a la época del Salmón, un hombre que decidió dar un volantazo a su vida sentimental, y cómo buena estrella de rock eligió darle su corazón a alguien mucho más joven, y desde ahí todo fue vértigo para el ex Abuelos De La Nada.

La chica lo dejó, el siguió profundizando una exposición salvaje en Twitter y prácticamente arrancó un nuevo Deep Camboya, nombre del estudio en la era compositiva de “El Salmón”, su disco quíntuple. Era común ver matizado en sus tweets el dolor del abandono y cierta compulsión a escribir, componer, maquetar y subirlo en 140 caracteres.

Desde axioma nace “Bohemio”, disco que Andrés sacó en el 2013 y que sorprendió a propios y extraños. 10 temas, poco más de media hora y una catarata de poesía, de esa que lo elevó a ser uno de los más dotados cantautores del rock vernáculo. Y cuándo se acercaba el lanzamiento de esta placa… la chica volvió.

Entonces sí, con disco nuevo y una banda plagada de lujos, “Andrelo” empezó a girar por el interior del país y América Latina con conciertos que estaban en otro nivel, por lo menos al visto en sus últimas presentaciones antes de encerrarse a grabar “Bohemio”. Pero faltaba la prueba de fuego, porque el profeta sólo puede serlo si su tierra lo recibe como tal.

Con esa expectativa fueron sus seguidores, la mayoría del sexo femenino, hasta el Hipódromo de Palermo la noche del sábado, que se mostraba ideal para tal festejo. Cuando se apagaron las luces, la banda empezó a tocar “Mi enfermedad”, aquella canción que Calamaro llevó desde Los Rodríguez hacia todas las canchas de la Argentina. Siguió con “A los ojos” y “Todavía una canción de amor”, originalmente de Joaquín Sabina, dos del grupo Argento Español para delirio de toda la gente presente que subió para nunca más bajar, ni siquiera con “Crímenes perfectos”, que no pudo aquietar las aguas en un hipódromo con 25.000 almas que bramaban con la lista del cantante.

Acto seguido, apuntó directamente a meterse de lleno en su flamante disco, del cual se desprendieron seis canciones: arrancó con “Bohemio”, siguió con “Rehenes”, “Plástico fino” y cerró la primera tanda con “Tantas veces”. Todos impecablemente ejecutados y con un sonido que nos remite a la calidad que suelen presentar shows de gran envergadura internacional.

La banda estaba endiablada, se notaba que la gira los había curado de cualquier eventualidad y el relax se notaba en cada arreglo, en cada versión. Julián Kanevsky y Baltasar Comotto en guitarras, Mariano Domínguez en bajo, Sergio Verdinelli en batería y German Wiedemer en teclados no desentonaron nunca en una noche plagada de exigencias.

Pero el tren no se detenía y un exultante Calamaro metía mano en su bolsa de melodías y nos tiraba con “Tres Marías” (dónde saludó a Pablo Lescano por su cumpleaños), “Tuyo siempre”, “Loco” (para delirio de la platea femenina) y una excelente versión de “Carnaval de Brasil”, fusionándola con “Take a Walk on the wild side” de Lou Reed. Como si fuese poco trajo el hit “Algún lugar encontraré” para que la gente lo cante de principio a fin. Rozó el delirio con “Me arde” y metió de nuevo mano en Bohemio con “Doce pasos.

Foto: Euge Nuñez.
Foto: Euge Nuñez.

Pero la máquina no paraba, cada vez era más notable el agite de Calamaro para con Baltasar Comotto (Actual guitarrista del Indio Solari, ex de Luis Alberto Spinetta) y este devolvía con solos cada vez más encendidos y plagados de virtuosismo.

Así empezó El Salmón a deshacer su paso por Buenos Aires, siguió con “Días distintos”, “Estadio Azteca” y el ya clásico “Te quiero igual”. En el

último tramo agradeció a Carlos Alberto Solari por haber hecho de su canción una interpretación  tan hermosa y lanzó una tan salvaje como despiadada versión  de “El Salmón”, seguida de “Sin documentos” para luego cerrar la lista oficial con “Flaca” (Con introducción de “Volver”, dedicada a Gardel y los burros del Hipódromo)  y “Paloma”. Amagó con despedirse pero volvió con la misma energía para tocar una súper heavy “Alta suciedad” y cerrar con “Los chicos”, con imágenes de fondo del rock que ya no está más.

Andrés tenía que cumplir con el público porteño, el más exigente, el más vil y también el más devoto, lo hizo caminando, con esa elegancia que lo caracteriza y rodeado de músicos excelentes, todos alineados en la misma sintonía y sonando en pos de eso. No fue una noche más, fue bohemia y de la mejor.

Foto: Euge Nuñez Fotos

Video: Matías Aldunatti You Tube

Por Federico Calegari especial para Rock And Ball