Esta historia que te voy a contar va a llegar a vos, seguramente, con varios años de ya concluida. O al menos eso espero. Si no, todo habrá sido en vano. Me refiero en el ámbito escolar, en la vida, te vas a enterar mucho antes que fue República Cromañón. Tu papá es sobreviviente, o sea yo. O sea que me pude morir ahí. Como otros 194 pibes que hoy ya no están y como varios de tus tíos postizos más cercanos. Por suerte para nosotros, nos quedó la vida. Lo más importante en todo este asunto.
Te cuento que en el país en el que vivís, la Justicia ya decidió cuales son los culpables de lo que tu papá sufrió. Insólitamente, al menos para mí, pagaron los músicos. Ah, claro, pará. En Cromañón tocó una banda de la cual tu papá cometió el “pecado” de ir a ver. La banda se llamaba Callejeros. Y sólo tocó esa noche, después le endilgaron que había pagado coimas, que había sobrevendido el lugar, que había entrado bengalas y que había co-producido el evento. Todas cosas que nunca se comprobaron. Igualmente ayer, 5 de abril de 2016, después de más de 10 años de lucha (en 2005/2006 comenzó todo este lío) y tu papá, sus amigos (tus tíos) perdimos esta batalla. Pero en una forma simbólica.
Perdimos algo que no había manera de ganar, hija. Todos los medios, todos los “opinólogos”, casi todo el mundo pedía cárcel para los músicos. Todos. Y eso formó (deformó, perdón) la Opinión Pública. Tu papá y tus tíos, además de muuucha otra gente que no conocés, no se quedaron de brazos cruzados. A decir verdad, tus tíos sobre todo iniciaron una agrupación que se llamó “No Nos Cuenten Cromañón” y que se encargaba de intentar dar vuelta este discurso y levantar dos banderas más que claves: “La música no mata” y “Cromañón nos pasó a todos”. Años después me sumé yo, en 2012, si no me equivoco. Y unos meses después, cayeron presos por primera vez los integrantes de Callejeros.
Nos dijeron de todo en ese momento y sé que a varios de tus tíos también les dijeron, los amenazaron y los agredieron a lo largo de todos estos años. ¿Por qué? Por defender nuestra verdad, la realidad. Por decir que decir y afirmar que Cromañón había sido culpa de músicos era “minizar” la cuestión, tirar la basura bajo la alfombra y garantizar que vuelva a ocurrir. Nosotros siempre quisimos Justicia real, hija. Nunca nos importó -demasiado- la música. Sólo queríamos Justicia. Que vayan presos los funcionarios del Estado que posibilitaron que ese lugar se prenda fuego con tu papá y miles más adentro. Que el que era en ese momento Jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra, vaya preso por ser la cabeza política de un sistema corrupto hasta la médula, que vayan adentro los funcionarios que firmaron una habilitación de mentira, que paguen los que tenían que pagar, no los que necesitaban ellos que paguen.
No estuvimos solos en el camino. Llenamos el obelisco 1, 2, 3, y hasta 4 veces. Para conmemorar cada 30 de diciembre, nuestro día, el día en que sobrevivimos, el día en que siempre elegimos celebrar la vida que nos queda, darnos un abrazo bien fuerte y ver a tus primos corretear por ahí. Lo llenamos también cuando tuvimos que pedir Justicia. También lo hicimos en Tribunales y en Comodoro Py y un día, incluso, Estela de Carlotto (otro nombre que vas a escuchar, seguro, tarde o temprano) compartió escenario con nosotros y dejó esa frase “La música no Mata” que nos guió en el resto de la lucha. Pero no alcanzó, hija. Nada alcanzó. Y creo que todos sabíamos, muy en el fondo, que no iba a alcanzar.
Logramos instalar un mensaje en la sociedad, algunos dudaron, otros nos entendieron y abrazaron nuestra lucha, otros por lo menos pensaron que lo que decíamos podía ser cierto. Y esa es nuestra victoria. La victoria de haber instalado, al menos en parte de la sociedad, otra realidad para Cromañón, otros culpables -los verdaderos- esa es nuestra victoria. Callejeros fue preso igual, eso no lo pudimos evitar. Lo intentamos, pero no porque nos gustaba la banda cuando éramos chicos -que sí, nos encantaba- si no porque eran inocentes pagando el pato de otros mucho más ricos, mucho más poderosos, mucho más hijos de puta. Pero no pudimos. No íbamos a poder. Éramos nosotros armados con dos escarbadientes contra un imperio poderoso como es el de los políticos, la Justicia y el de los medios hegemónicos. Pero a nuestra manera, ganamos. Esta es nuestra victoria.
Nuestra victoria y por carácter transitivo un poco la tuya, hija, es que siempre defendimos lo que creímos con convicción, sin ensuciar a nadie que no lo mereciera, sin vendernos por ningún dinero ni nada, sin regalar nuestras creencias a cambio de. Nunca aceptamos un peso de nadie, nunca nos compraron, nunca nos silenciaron, nunca pudieron. Con nosotros, en eso, nunca pudieron. Y porque eso fue así, en parte, pudimos hacer que parte de esta sociedad que a veces compra espejitos de colores con voracidad, entendiera un poco lo que decíamos o, al menos, se tome el tiempo de escucharnos.
¿Si me puso triste que Callejeros vaya preso? Por supuesto, creíamos que podíamos. Si no, no lo hubiésemos hecho. Sabíamos que no, pero creíamos que sí. Cuando vos no habías nacido, River jugó una final del Mundo con el mejor equipo de la historia, el Barcelona. Todos sabíamos que era casi imposible, pero aún así, creíamos que había un resquicio para el milagro. Siempre hay que tener esperanza y fé en lo que uno cree con el corazón, hija. Ese partido salió 3-0 para ellos, este, si lo querés poner en los mismos términos, 3-0 para estos otros, los malos, los corruptos, los funcionarios negligentes, los medios condescendientes, los padres que vendieron la memoria de sus hijos con tal de no apuntar los cañones judiciales a algún lado. Pero igual nos quedó el orgullo de haber caído de pie. Como canta Pato, que es uno de los señores que tu papá y tus tíos defendieron porque él se lo merecía, “Es mejor morir de pie, que vivir de rodillas”. Y eso hicimos nosotros.
¿Y sabes que es lo mejor? Ahora todavía no naciste. Ahora cuando escribo esto. Pero dentro de 3 o 4 años, vos ya vas a estar acá, con todos tus tíos y tus primos, y capaz la vida nos regala la chance de verlos de nuevo, de disfrutar un show más, de que vos también puedas ser parte. Eso nos va a quedar. Esa es nuestra nueva esperanza. Seguramente, cada 30 nos seguiremos juntando en torno al Obelisco y capaz cada vez seamos menos, porque acá, en este país, el olvido siempre está de moda, Lucía. Pero es tarea nuestra que esto no se olvide, ya lo vas a entender mejor.
Pero como te decía, seguramente, quizás, algún día, podamos disfrutar eso. Nos queda eso, nos queda la vida, nos queda el amor, nos queda el cariño, nos queda la amistad, nos queda la sonrisa, nos queda todo, todavía. Del otro lado, de los que pidieron, lucraron, lucharon y buscaron este final, no queda más nada. En tres años se van a dar cuenta lo barato que vendieron su dolor, y no les va a quedar más nada. Les va a quedar un vacío enorme, dolor y rencor. Sólo eso. Por suerte, tu papá, tus tíos y un montón de gente más supimos construir otra cosa. Un espacio donde no sólo hubo lugar para lamentar lo que nos pasó, si no para transformarlo en amistad, amor, compañía y alegría. Y, por suerte, tu papá siempre estuvo de esa vereda, aún cuando no conocía a tus tíos o no era parte de NNCC. Siempre estuvimos en la misma vereda, hija. Y eso es algo que tu mamá y yo te vamos a inculcar.
Esta es un poco la historia de Cromañón, muy resumida, faltan detalles, faltan nombres, faltan momentos. Falta contarte un montón de cosas. Pero bueno, Lu. Para eso tendremos toda la vida. Yo escucharé tus preguntas y te responderé. Mamá también te podrá dar su versión, tus tíos e incluso tus primos también. Porque nos queda eso. Nos queda la vida. Nos queda todo lo que viene por delante. A muchas otras personas, con el final de la lucha judicial ya no les queda nada más que vacío, soledad y dolor. Por suerte, a nosotros nos queda mucho más, hija. Por suerte y porque así quisimos que sea.
PD: Este video también tiene una historia gigante en sí misma, ya te la voy a contar
Foto: Gentileza de Manuel Rodríguez Velo (utilizada en la cobertura para ‘Bienvenidos al Ghetto’ del 30 de diciembre de 2015)
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