Qué feo es ser de Newell’s, como hincha del fútbol solo me remito a pensar eso. El cronograma de los campeonatos organizados por la AFA con Julio Humberto Grondona a la cabeza me hace dar lástima por el último campeón del Torneo Final. Salir primero y no poder festejarlo, en realidad sí, pero después de quedar eliminado de la Copa Argentina. La Lepra se consagró campeón por séptima vez en su historia, no será una estrella más, porque ganó y perdió al mismo tiempo, lo que logró en la cancha lo tuvo que festejar en el hotel y ni siquiera pudo desabarrancar el Monumento a la bandera en su Rosario natal cuando los jugadores arribaron a la ciudad, porque estaba todo armado para que al día siguiente la Presidente Cristina Fernández de Kirchner sea la cara el acto del día de la bandera.
Ni una buena para los hinchas de Newell’s, que disfrutaron por el campeonato obtenido y dos horas después se lamentaron por quedar eliminados de la Copa Argentina en los pies de Talleres de Córdoba, recientemente ascendido al Nacional B. Quedar afuera de una copa y tener que festejar es una contradicción. “¿Nos ponemos contentos o tristes?”. “Ganamos y perdimos al mismo tiempo”. Así fue el nuevo festejo de Newell’s, la ciclotimia del fútbol argentino es la misma de hincha Leproso, que era feliz pero también estaba triste, porque quería ganar todo y ahora tiene una estrella menos para buscar.
¿Era necesario qué el partido por la Copa Argentina se jugase el mismo día que el encentro postergado de Lanús?. ¿Lanús y Estudiantes, no podían jugar un día después?. Perfecto, era el día de la bandera y no era posible. ¿Y si el partido de Newell’s ante Talleres se jugaba en otro momento?. Acaso, ¿el año pasado este mismo torneo no se pospuso en varias oportunidades por el avance de Boca en la Copa Libertadores y por sus aspiraciones a la Triple corona?. Se podría haber manejado de otra manera, iba contra calendario, pero se podía.
Los jugadores de Newell’s festejaron solos en el hotel, algunos viajaron hasta Chaco para celebrar allá pero se lamentaron por la eliminación. La mitad de Rosario se alegró en la Ciudad del Monumento a la bandera pero no pudieron desplegar su algarabía en el lugar festivo, donde Central celebró el ascenso semanas atrás. Los Leprosos gritaron el tan ansiado “Dale campeón”, se enorgullecieron del sello futbolístico de su equipo, sin embargo queda y quedará el sabor amargo de ese festejo que no fue, o que será el domingo cuando el rojinegro reciba a Argentinos en el Marcelo Bielsa.
Los festejos seguirán, una mitad de Rosario se alegrará y la otra intentará mantenerse a escondidas hasta nuevo aviso, pero no es lo mismo abrazarte con tu gente, con tu amigo, con el vecino, después del silbato del árbitro, que cuando la organización del fútbol argentino diga que se tiene que festejar. Ayer la Lepra pagó derecho de piso, porque más allá de ser el más grande del interior, los que mandan están en Capital.
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