¿Qué tanto recordamos de nuestra vida? ¿qué nos hace merecedores del premio que implica vivir? ¿A qué estamos dispuestos a renunciar para honrarlo? Eso parece preguntarse Carlos Alberto Solari, alias Indio, en una extensa entrevista de 863 páginas con Marcelo Figueras (Autor de Kamchatka entre otras obras literarias) dentro del libro llamado “Recuerdos Que Mienten Un Poco”, editado por Sudamericana, donde el máximo poeta y artista del rock vernáculo recorre sus 70 años de vida y obra.
Desde tiempos inmemoriables, el Indio nunca soltó prenda en ninguna entrevista. Receloso y aburrido (En muchos casos por su interlocutor de turno), el líder y creador (como él mismo se define) de Patricio Rey y Sus Redonditos De Ricota se zambulle en sus recuerdos y responde a todos los juegos mentales que Figueras le propone, desde su más tierna infancia hasta su último discos solista y la tragedia de Olavarría.
Juntos reman en un bote a través de una díscola y genial aventura atravesando, lo que fue, un recorrido que ya tiene 40 años desde aquella presentación en el Bar El Polaco de Salta.
Sin dudas, la chusma -que no es poca- ya sacó notas del estilo “Las mejores frases del libro del indio” o “Top ten de bardeadas a terceros”, porque claro ¿qué más importa que las peleas en un círculo que hasta ahora se mantenía hermético y blindado como ningún otro receptáculo artístico en la cultura argentina? ¿Qué más pueden hacer los lobos que desarmar el cadaver de una historia ya contada? ¿Qué más espera el consumidor promedio de problemas ajenos?
Pero no, a pesar de tener muchísimas declaraciones jugosas y que no abundan en el estilo de dar entrevistas del Indio, lo más rico de todo el festín es la forma en que el artista percibe su propio viaje aún cuando ya, él mismo reconoce, muchas fotos perdieron el color y muchas de sus vivencias parecen vividas por un tercero, por un extraño.
Si bien el recorrido se impone de forma cronológica, lejos está el libro de ser un racconto de situaciones, sucesos y lugares, de ser un anecdotario detallado y para nada es una obra de recorrido puntillista, sino más bien parece un rapto de bohemia, una charla larga que tiene apenas unos breteles del corpiño de la lógica.
Es Figueras quien mantiene el esqueleto en forma a través de los caminos qué el entrevistado va recorriendo con solo una antorcha en la mano y espantando hasta sus propios fantasmas. Sin dudas un enorme porcentaje de que la obra fluya y el Indio brille dentro de sus gigantescas capacidades es responsabilidad de quien pregunta.
Para aquellos que quieren saber qué opina el Indio de su propia obra, les traigo paz, cada tema de cada disco tanto en los redondos como en su etapa solista tiene un comentario del Indio, una acotación, un recuerdo o una aclaración de algunas de sus memorables frases.
También sobrevuela una épica de resistencia política, dado que tanto Figueras como el Indio comparten su pasión por el peronismo y el kirchnerismo. Ambas posturas tiñen el discurso haciendo, durante muchos tramos, críticas corrosivas y bien fundadas al gobierno de turno que, oh casualidad, se parece mucho a algunos que tuvimos durante los últimos 40 años.
El Indio se excusa varias veces por su falta de memoria en ciertas cuestiones, pero lejos está de no recordar algo. Con sólo traerle la situación a la mente enseguida confirma o niega la aseveración del entrevistador agregando siempre detalles que terminen la pintura.
Por supuesto el Indio no es el de sus canciones, su inteligencia y su educación basada en leer y leer hasta el hartazgo -según él “Porque sobraba mucho tiempo y leer era lo más accesible”– lo fueron apartando del mundo tradicional para sumergirlo en su amada bohemia, en su indispensable psicodelia, lugares que lo pusieron en una ruta que nunca abandonó siquiera en el cenit de su éxito.
Habla de todo y de todos, no se guarda una carta para nadie y ni siquiera lo hace para exponer al otro sino que lo ubica en el lugar que, para él, esa persona tiene en su historia.
Todos los temas pasan por su afilada lengua, la conformación de Los Redondos, el desarme hasta pasar del enorme circo que eran a solo una banda de rock, la construcción de un camino de independencia que solo le hizo ganar adeptos y enemigos hasta la disolución de la banda y su posterior carrera solista.
Por primera vez desnuda su costado más íntimo, habla de sus padres, de su hermano, su pareja y su hijo. no quiere guardarse nada y tampoco lo hace, si retacea alguna palabra es por falta de ocurrencia, no de sentimiento.
Para aquellos que aman su obra y que se sienten magnetizados por su inmortal figura, el libro toma carácter de biblia y, para aquellos que lo detestan, es muy probable que no lo entiendan o que les resulte aburrido.
En la inmensidad de tamaña entrevista nada se deja sin tocar, desde canciones, letras, obra artística y muchísimo contenido inédito del Indio (Fotos, poemas, letras, ensayos y hasta cartas personales) hacen de “Recuerdos Que Mienten Un Poco” una forma de entender más a la persona detrás del genio y también al genio que habita en una persona que solo quería crear, vivir y morir sin arder prontamente.
Si bien tiene arrimes emocionales, lejos está el libro de ser algún tipo de lamento. Nada en toda la entrevista parece un velorio y mucho menos una despedida, más bien funciona como una aproximación a un homenaje. Pero no de los inventados, nadie quiere con este libro hacer que al Indio le den una plaqueta en la mitad de la cancha. Ya el solo repaso minucioso de su enorme obra hace que merezca un estadio con su nombre.
Por eso, es tiempo de correr a la librería, comprar el libro y sentarse a ver que escribe en la pared la tribu (de un solo Indio) de mi calle.
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