La cultura en jaque: Sin risas ni aplausos, la pandemia baja el telón de los teatros

El sector teatral agoniza luego de 100 días de cierre donde el Estado no aparece al rescate. Los trabajadores piden ser escuchados para sobrevivir a la post pandemia.

Pasaron 100 días desde que comenzó el famoso Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio. La crisis sanitaria y económica a causa de la pandemia del coronavirus se encuentra en su peor momento. El Área Metropolitana de Buenos Aires, la región más golpeada del país, avanza peligrosamente hacia el colapso sanitario. Con el 54% de las camas ocupadas, más de 47 mil contagios y 500 muertes, el presidente Alberto Fernández, junto al gobernador Axel Kicillof y el Jefe de Gobierno Porteño, Horacio Rodríguez Larreta, anunció el endurecimiento de la cuarentena en el AMBA hasta el 17 de julio. Esta situación agrava la crisis de los sectores culturales, castigados desde hace meses por no poder trabajar. Por eso hoy, en Rock N’ Ball, después de hablar de la situación de los centros culturales y los clubes de barrio, vamos a contar que está pasando con el sector teatral.

La situación en los teatros previa a la cuarentena no era la mejor. En 2019, la Asociación Argentina de Empresarios Teatrales mostró que las recaudaciones cayeron 40%, y la concurrencia de espectadores bajó cerca de un 10%. Obviamente, estos números repercuten en todos los trabajadores del sector que, con menos ingresos, hay menos producciones, y, por lo tanto, menos trabajo. Muchos trabajadores teatrales encuentran sus fuentes de ingresos interrumpidas, ya que el sector depende mucho de las obras que se lleven a cabo. Ahora, la crisis pandémica del 2020 llega como una patada a los teatros, que ya estaban en el piso por la crisis previa del gobierno de Mauricio Macri.

Escuela de teatro Sur Teatral, Lanús. (Foto: Sur Teatral)

En la provincia de Buenos Aires, las escuelas de teatro se encuentran asfixiadas, ya que no pueden trabajar desde marzo. En este sentido, Sara Calla, actriz y directora de Sur Teatral de Lanús, comenta cómo se encuentra el sector. “La situación económica que atraviesa el lugar en este momento es compleja. Tenemos que pagar el alquiler, los impuestos, y todo lo que significa tener un lugar habilitado y que supuestamente está en funcionamiento, cosa que no lo está”. Al mismo tiempo, comenta que el Estado todavía no apareció para socorrer al sector: “Del Estado no recibimos ninguna ayuda. Al menos en Lanús no se está generando ningún tipo de ayuda”. Aun así, ya hay un plan para el día que se pueda volver: “Hay un protocolo aprobado, pero hay que estar en fase 5 para poder volver al espacio, y para eso, por lo que vemos, falta bastante”.

Sara Calla, directora de Sur Teatral. (Foto: Sur Teatral)

Una medida que tomaron las escuelas de teatro son las clases por Zoom. Sin embargo, el trabajo online genera muchos inconvenientes para el sector teatral. “Son muchos puntos para tener en cuenta. primero que tengan internet, que tengan un dispositivo para poder conectarse, que tengan un espacio en sus hogares para poder hacer la clase en tranquilidad. Que se den todas esas circunstancias no es nada fácil”, declaró Sara. Además, estos inconvenientes provocan la baja de los alumnos: “En su momento sur teatral este año había empezado con aproximadamente 200 alumnos y alumnas, y ahora, con la situación online, se redujo a la mitad. Son 100 alumnes que están activos dentro de las clases, obviamente algunos becados porque la situación económica es compleja, pero teniendo mucha paciencia con el tema económico para que podamos igual seguir adelante”.

Cruzando al territorio porteño, los problemas e incertidumbres del teatro son los mismos. “El teatro es una actividad sumamente informal. Es decir, se cobra cuando se trabaja. Así que, si no hay trabajo, no se cobra”, declaró Verónica Mc Loughlin. Verónica es actriz, directora, dramaturga y profesora de teatro en la Ciudad de Buenos Aires, y conoce mejor que nadie la crisis que vive el sector en CABA: “Quizá pueda existir un imaginario social en relación a los actores ‘famosos’, a cierto glamour que tiene una parte de la actividad. Pero esto no es la mayoría del sector, ni por asomo”. Además, destaca a quienes trabajan abajo del escenario, que también la están pasando mal: “Están los escenógrafos, iluminadores, productores, vestuaristas, titiriteros, bailarines, técnicos, personal que trabaja en las salas (boleteros, acomodadores), las salas mismas que tratan de sostenerse y tienen gastos fijos que afrontar”.

Veronica Mc Loughlin es actriz, dramaturga, directora y profesora de teatro

En cuanto a la ayuda estatal, Verónica detalla por qué las medidas para el sector son escasas o inexistentes: “La IFE no es una opción para la mayoría de nosotros porque muchos tenemos monotributos A o B, pero no porque ganemos mucho, sino porque a veces debemos facturar subsidios a las producciones que exceden los montos de esas categorías y que se reparten entre varios o que son para gastos de las obras, y entonces quedamos afuera. Las líneas de subsidios que sacaron tanto el gobierno de la ciudad con el Fondo Metropolitano, como Nación a través del Instituto Nacional del Teatro y el Fondo Nacional de las Artes, además de engorrosas en sus dinámicas, son de montos irrisorios. Y la cantidad de subvenciones que pretenden dar, en relación con la cantidad de inscriptos en todos los planes, no tiene relación”.

Mc Loughlin, además de los efectos económicos, tiene en mente los efectos creativos de la pandemia. “Desde lo creativo, es un momento rarísimo. Este es un momento en que no sé qué escribir, qué imaginar. ¿Cómo será nuestro trabajo cuando esto pase? ¿Podremos volver a tocarnos con el otro? ¿Se puede escribir una obra en la que los personajes se besen? Confío en que sí”, comenta la artista. Sin embargo, apuesta al espíritu de ave fénix del teatro para resurgir cuando pase el incendio: “El teatro se ha repuesto de otras pestes”.

Llegamos a los 100 días de cuarentena. El país (y el mundo) están inmersos en una crisis sin precedentes a causa de la pandemia. Durante años, el teatro venía siendo herido por la crisis económica, y ahora queda en estado crítico ante un virus que obligó a cerrar el lugar de trabajo de los artistas. Ya no hay risas, no hay llantos, ni aplausos. Se baja el telón, quien sabe hasta cuándo. Pero algo seguro es que el teatro no va a morir. No va a morir porque tiene el deseo de volver al escenario, de sentir el calor del público y la emoción de brillar bajo las luces, y, citando al dramaturgo Tennesse Williams, “no hay nada más lejos de la muerte que el deseo”.