“Y no, no hace falta gente que labure más. Hace falta que con menos se pueda vivir en paz”.
58 millones de visitas en Youtube, uno de los más escuchados en Spotify, 3.3 millones de seguidores en Instagram, campeón nacional e internacional de Freestyle. Datos, no opinión. Pero al margen de esto que da cuenta de lo masivo y seguido que es Valentin, o más conocido como Wos, a mi juicio, lo que lo hace tan valioso es que siendo wachito tenga una lectura de la realidad social, económica y política del país tan clara y la exponga a través de la música y de la manera en que lo hace.
Wos no solo tiene en su laburo una calidad artística increíble, sino que tiene perfectamente asumido el compromiso que tiene un artista en el escenario.
No es moco de pavo lograr combinar responsabilidad comunicativa y estética musical, porque en definitiva te puede gustar o no el género, el estilo, ahora lo que no se puede dejar de soslayar es el virtuosismo para desempeñarlo.
El pibe es la voz de una generación que creció con el kirchnerismo, es decir, con derechos ya adquiridos, y comenzó a votar cuando la derecha volvía, una vez más y por decisión popular, a tomar los hilos del Estado, que en poco tiempo dinamitó y arrebató esos derechos.
Y este no es un dato menor.
Si entendemos que en ellos esta un futuro muy cercano, y que son, tal vez, quienes más hayan sufrido las políticas de miseria, represión, ajuste y hambre del gobierno. El desempleo joven, el estigma social, la violencia institucional, gatillo fácil, vayan a contarles que no son los más golpeados. Y antes que salten con ese cliché que han agarrado ahora para hacerse los capos del panzallenismo, no hace falta que Wos se haya criado en una villa para que tenga empatía y sensibilidad social. No es garantía ni condición, sino miren a Tévez.
Sin embargo, de Valentín, y de todos esos pibes, está volviendo a nacer la política como herramienta de transformación social y de generar conciencia, a través del arte. Hubo una generación que también lo supo hacer, la de los poetas militantes como Paco Urondo, Joaquín Giannuzzi, o Haroldo Conti; la de los rockeros con conciencia nacional como Charly, Spinetta, Nebbia, Carlos Indio Solari (el sampleo de “Luzbelito” en “Luz Delito” es todo un guiño y un puente trazado por Wos), Chizzo Nápoli, o más contemporáneo, Patricio Fontanet. Y para mi ya es motivo de celebración, y de admiración claro, porque aunque no siga su género, respeto a todo laburante de la cultura popular y urbana que pueda reflejar a través de ella la historia, el contexto, y una idea.
Lo respeto y admiro, porque desde su música no solo se subleva, sino que, además, da testimonio, forma opinión, e invita a la reflexión. Y ojo no solo lo hace repeando, vean la entrevista que les dio a los pibes de La Poderosa, en dónde dijo cosas como estas: “Estoy donde estoy porque tuve las oportunidades. Pude estudiar, competir con la panza llena, no tuve que cuidar a mis hermanos. Me escucharon y no me juzgaron como hacen con otros pibes. Tuve los medios para grabar mi música y puedo expresarlo de la mejor manera y potenciarlo. Sería muy egoísta decir que puede llegar cualquiera. Hay gente que se rompe para llegar a algo y el contexto no lo ayuda para nada”.
Entender todo, a los 21 años. Fuerte como patada de Canguro.
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