En Vivo

¿Yngwie quién? ¡Yngwie fuckin’ Malmsteen!

El guitarrista sueco visitó Groove junto a su banda y deleitó a su público durante poco más de una hora y media con lo mejor de su repertorio.

Foto de Juan Manuel Pantera Von Ortner para Volumen 4. Malmsteen
Foto de Juan Manuel Pantera Von Ortner para Volumen 4. Malmsteen

El desopilante diálogo del título, que fue remera el viernes 26 de agosto en Groove, es habitual. No todos los adeptos al rock conocen a este excepcional guitarrista. Los recitales de Yngwie Malmsteen son, evidentemente, la meca de los nerds de la música (como este cronista, vale decir). Por esa razón, quizás, la edad promedio del público era más alta que en un recital de metal convencional. Ya al ingresar se observaba una pared (literal) de amplificadores Marshall  que cubría tres cuartos del escenario. Eran, contadas a mano, 15 cajas y 26 cabezales prolijamente apilados.

Es difícil imaginar un recital de power metal sin pogo, pero en este caso fueron contados. Quienes se acercaron al show no fueron a romperse las gargantas ni a saltar hasta no dar más, sino a quedar boquiabiertos ante la magnificencia de uno de los mejores guitarristas de rock de todos los tiempos: Yngwie Malmsteen.

Rising Force”, del primer disco solista de Malmsteen, abrió el juego. Curiosamente para un tema tan rápido y pesado, la gente no se movió. Instantáneamente aparecieron los celulares grabando. El sonido era perfecto, y la banda un reloj suizo (o sueco, en este caso), pero solo importaba verlo a él. De entrada, Yngwie desplegó todo su carisma: hizo girar su guitarra sobre su cuerpo y tiró púas al público desde su pie de micrófono.

Foto de Juan Manuel Pantera Von Ortner para Volumen 4. Malmsteen
Foto de Juan Manuel Pantera Von Ortner

Técnicamente, el sueco mostró todo su arsenal disponible. Velocidad, sweep picking y tapping, además de juegos con las perillas de volumen de su Fender Stratocaster de trastes calados que cambió cada dos temas revoléandosela a su asistente. Esto se repitió durante todo el show, dándole al público lo que fue a buscar: Yngwie ocupando tres cuartos del escenario, dejando el cuarto restante para su banda (tecladista-cantante, bajista y baterista), y mostrando sus virtudes durante una hora y cuarenta minutos.

No es necesario, por esa razón, reseñar toda la lista de temas, aunque sí algunos momentos puntuales. El guitarrista no se privó de volver a tocar un clásico de la banda que lo hizo famoso, Alcatrazz, como es “Kree Na Korie“. Un par de temas después, se dio un primer pogo muy tímido durante “Seventh Sign” (casualmente, el séptimo tema), luego de lo cual Malmsteen le dio a la gente lo que quería: verlo tocar con base de orquesta sampleada.  En ese momento, que precedió al himno “Far Beyond The Sun”, demostró por qué es la máxima figura del metal neoclásico. Acto seguido, le alcanzaron un soporte con una guitarra acústica con cuerdas de nylon, con la que siguió demostrando su virtuosismo aún cuando todavía tenía la eléctrica colgada.

¿Faltaba algo más? ¡Claro! Antes de un gran solo de batería y de los dos bises, prendió su pedal de delay y generó un ruido controlado espectacular, para luego romper las cuerdas de su Stratocaster una a una y tirarlas al público. Volvió a la acústica para “Black Star” y todo explotó en un gran pogo (¡ahora sí!) con “I´ll see the light tonight”.

Juan Manuel Pantera Von Ortner
Juan Manuel Pantera Von Ortner

Por supuesto, hay situaciones que pueden parecer raras para alguien que no está habituado a este particular ejecutante. En momentos en los que la banda está tocando estrofas o estribillos que requerirían una base de guitarra para dejar sonar la voz o para ganar en potencia, él sigue haciendo arreglos y solos. Entre tema y tema, él hace lo mismo. Antes de la primera canción y luego de la última, hace lo mismo. Sin embargo, a quienes disfrutan de su técnica esto no los molesta, sino que les resulta un deleite, porque es exactamente lo que fueron a buscar: más, y más, de Yngwie fuckin´ Malmsteen.

Fotos cortesía: Juan Manuel Pantera Von Ortner 

Matias Tarillo
Politólogo por vocación, futuro economista por curiosidad, periodista por elección. Hincha de Alvarado de Mar del Plata y de alma menottista. El mundo es redondo y de ricota. Si por mí fuera, haría asado todos los días.