En la mitología de la Antigua Grecia, Apolo ocupa uno de los doce tronos en el Monte Del Olimpo. Hijo del gran Zeus, era un Dios poderoso e influyente que todo lo controlaba desde los cielos. Era el representante la luz del sol, pero también está relacionado a otras disciplinas, entre las más salientes la poesía y la música.
De esa leyenda toma su nombre esta unión de excelsos músicos que desembarcó en la Argentina a poco más de un año de su formación, aunque Mike Portnoy confesó que estuvieron a punto de llamarse Apollo Creed en honor al personaje de la saga de Rocky Balboa.
Poco después de dejar Dream Theater en 2010, el baterista vuelve a juntarse con su ex compañero Derek Sherininian, quien le aconseja que vuelva a formar una banda estable, algo muy difícil para Mike. La química se completó con el ingreso de otros músicos de destacada trayectoria que aportaron la mezcla justa de talento y virtuosismo. Jeff Scott Soto, Ron Bumblefoot Thal y Billy Sheehan completaron el quinteto y a los pocos meses concibieron su álbum debut: “Psychotic Symphony”, que tuvo la producción a cargo de “The Del Fuvio Brothers”, como también se conoce a la dupla Sherinian-Portnoy.
Con esos pergaminos doradas y una agenda full time busy, Sons Of Apollo aterrizó su nave espacial en Palermo y dio sobre el escenario de Groove un master class de casi dos horas del más potente rock pesado. Calidad, virtuosismo, empatía, sentimiento, soberbia y manejo de escenario fueron los ingredientes de un cóctel psicótico que empalagó el paladar de los más exigentes. De a ratos parecía ser un desafío del video juego Rockband en modo experto, de esos imposibles de pasar para cualquier mortal. No lo intenten en sus casas.
El comienzo de la sinfonía psicótica
La cosa no arrancó como se suponía, ya que tanto Presto Vivace -grupo telonero- como el número principal adelantaron performance, algo fatal para los que llegaban con los minutos contados un martes por la noche.
El instrumental termina, las luces se apagan y la pantalla gigante ya proyecta la tapa del disco. Los celulares se prenden, salen todos y el último en caer es el negro Soto con una lata de Quilmes en la mano.
No dejan pasar tiempo y juegan fuerte en primera. La apertura fue con “God Of The Sun”, a la que le pegaron “Signs Of The Time” y “Figaro’s Whore”. Este banquete de rock progresivo con tintes de Deep Purple y Van Halen empatizó desde ahí con sus fans desde el comienzo.
En una tribu que tiene todos caciques, todos tuvieron su momento a excepción del jefe máximo, Mike Portnoy. El primero de ellos llegó después de “Just Let Me Breathe”, el cover de Dream Theater, y “Labyrinth”. El Billy Sheehan challenge inauguró una serie de pasajes dorados de la mano de Bumblefoot y su versión del clásico de la Pantera Rosa, de Derek Sherinian y toda su calidad de improvisación reflejada en “Lines in the Sand” y de Jeff Scott Soto.
El ex cantante de Journey se metió a todos en el bolsillo cantando muy cerca de ellos -en un momento apareció en el medio de la gente-, con un par de palabras en castellano y, además, con su calidad en el escenario. No hace falta conocerlo mucho para darse cuenta de lo fanático que es de Freddie Mercury.
Quedó demostrado en una épica perfomance suya durante una convención de fanáticos de Queen en los noventa y, también, concierto tras concierto. No es casualidad que haya elegido interpretar una pieza como “The Prophet’s Song”, una de las gemas ocultas de la banda inglesa, y pegarle una más pop como “Save Me” después de jugar con el público como solía hacer Freddie.
La balada “Alive” es la más hitera y menos empalagosa de las nueve que conforman la placa debut y que fueron ejecutadas en su totalidad a lo largo de la velada, que iba llegando a su fin tras la ejecución de “Opus Maximus”. La pieza fue tan potente que hizo quedara en segundo plano el molesto ruido de los ventiladores que hacían correr el aire en el húmedo reducto palermitano.
El comienzo del fin
Tras un breve descanso, ahora sí, los cinco fantásticos estaban juntos en escena dispuestos a ponerle un broche de oro al recital. “And The Cradle Will Rock…”, de Van Halen, fue el preludio de un cierre auspicioso con “Coming Home”, también de lo mejor de la noche.
Muchas son las conclusiones que cualquiera que los haya visto actuar puede hacerse. La primera es cómo calificar a los super grupos. Algunos reciben ese mote pero no dan la talla, ya que por más individualidades o pergaminos que tengan, si la química como banda no fluye, no sirve. Eso si pasa con Sons Of Apollo.
Una segunda podría ser una descripción basada en el discurso del recordado personaje encarnado por Mykelti Williamson en Forrest Gump (1994), película protagonizada por Tom Hanks. En la ficción, Bubba hablaba sobre las propiedades de los camarones y su infinidad de combinaciones. Como los mariscos, Portnoy es tan impresionante con Dream Theater, con Transatlantic, con Neal Morse, con The Winery Dogs o con Sons Of Apollo, entre otros.
Como no podía ser de otra manera, las bondades tanto del baterista como de los demás integrantes fue el tema común de conversación entre los asistentes a la jornada que, crean o no, pudieron ver bien de cerca a los dioses de la música.
Fotos: Héctor Palacios // Grizzly FR
Sons Of Apollo – Groove
01. “Intruder” (Van Halen)
02. “God Of The Sun”
03. “Signs Of The Time”
04. “Figaro’s Whore”
05. “Divine Addiction”
06. “Just Let Me Breathe” (Dream Theater)
07. “Labyrinth”
08. “Bass Solo” (Billy Sheehan)
09. “Lost In Oblivion”
10. “The Prophet’s Song” / “Save Me” (Queen Cover)
11. “Alive”
12. “The Pink Panther Theme” (Henry Mancini)
13. “Opus Maximus”
14. “Keyboard Solo” (Derek Sherinian)
15. “Lines In The Sand” (Dream Theater)
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16. “And The Cradle Will Rock…” (Van Halen)
17. “Coming Home”
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