Capital Federal abre sus puertas de par en par y promete un año fecundo en materia de oportunidades. En un momento en el cual pareciese estar todo inventado, hay por lo menos dos razones para creer en mundos que valen la pena conocer y que no forman parte de la radiofonía convencional.
En el futuro, habrá tiempo de sobra para que estas bandas continúen su más que merecido ascenso. Por el momento, la inauguración de la temporada 2017 para 1915 y Aloe ya está en marcha y los reunió en la Sala Caras y Caretas (Sarmiento 2037). Primero, 1915: la banda de zona norte del Gran Buenos Aires (liderada por Cruz Hunkeler en voz y guitarra) hizo despegar de su asiento a los recién llegados a partir de las 22.00 hs. “Une los puntos de la memoria, con su voluntad” y “Dual” – canción que le da nombre al disco – salió a la caza de los espectadores como el arranque filoso.
Acto seguido, un caballito de batalla poderoso (y con video oficial recién salido del horno) hizo su movimiento: “Sur”. El público se lo empezaba a notar agitado, como si quisiera gritarle a 1915: “¡quiero pararme y bailar, pero esto es un teatro con butacas!” La primera oleada de espectadores continuaba “esperando un sonido” y arremetió “Búfalo”. Cómo espesar un groove y que pese en tu paladar. Los bombos de Jeremías Alegre y el bajo de 5 cuerdas de Alejo Freixas fueron un “sí” rotundo a lo largo de toda la presentación de 1915.
“Cambia tu piel al fin y tus palabras // Cambia tu pecho gris y tu mirada // Y así, te van a hacer feliz // Así, vende tu matriz”. “z” terminó de redondear la tranquila atmósfera general del lugar, en el que hasta te podías echar panza arriba, a mirar el techo y volar.
Federico Norzi (teclados y sintetizadores), en un arrebato de calor, se deshizo de su campera para fluir más libremente entre estilo y estilo, como suele hacer 1915. “Punto final” fue, sin dudas, un punto aparte en el despliegue de la banda y “El Gede” se entremezcló con “Del sueño, la paranoia y la vigilia”. Los reflectores no deberían perder de vista a estos muchachos. La banda continúa con su gira DUAL, a lo largo de todo este año.
Segundo, Aloe: Eran las 23.00 y una voz robótica de mujer llamaba a gritos por los parlantes que daban a la calle. El público se dirigió de nuevo a sus asientos para encontrarse con Aloe: la apuesta se había redoblado y ahora lo electrónico convivía con lo acústico-eléctrico. Todo se volvió una misma unidad. Uno de los momentos bisagra de la presentación de Aloe fue su chascarrillo.
Al bordear la primera mitad del recital, no se encontraron conformes en cuanto a cómo había empezado un tema. Pararon el recital, lo acordaron en vivo, la gente lo escuchó y los aplaudió. En un principio, se pensó en la posibilidad de un acting; una escena actuada y preparada de antemano. Pero, antes de apresurar conclusiones, Aloe ya había iniciado con el tema por segunda vez y las diferencias entre el error y la “toma definitiva” no se notaron en lo más mínimo.
A nivel grupo, la calidad musical continuó y un octapad se calzó los pantalones para ser la espina dorsal rítmica del conjunto (a falta de bajo, al menos hasta ese momento). Luego, con un bajo en escena, se pudo presenciar al grupo con una distribución más “convencional” como banda (bajo, batería, guitarra y sintetizador).
“Impacientarse no es, en paz, sentarse” es una de las líneas de su canción “Montañas aquietadas”. En perspicacia e ingenio, Aloe construyó, durante toda su presentación, firuletes de lo más diversos para alejarse de la lírica convencional. Y eso, se agradeció. Otro caso podría ser “A decir verdad, miento lo suficiente”
Los cambios de instrumentos y los “shows dentro del show” no le quitan el mérito a esta banda con volumen y un nivel impensado para formar parte del under. Aloe alcanzará alturas que se creían irrecuperables.
La medianoche había hecho su aparición y ese gustito por la madrugada volvía como siempre lo hizo. La noche ya había caído, pero la onda se mantuvo; esa onda, a veces, tan difícil de definir en palabras pero que supo hermanar a estas dos bandas. Con melodías, sintetizadores y rítmicas varias, 1915 y Aloe continúan en la órbita de lo que se viene pero, cual cometas, su fugacidad es lo que los mantiene especiales… y espaciales.
Fotos cortesía de Tomás Musto
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