Los Gardelitos se presentó ante un Teatro de Flores repleto y le puso clima de fiesta a la primera noche del fin de semana largo. En el debut de la serie de recitales que dará en el lugar, ofreció un show que se dividió en dos partes y demostró por qué es una de las bandas más convocantes de la música popular actual.
Desde temprano sobre la Avenida Rivadavia había olor a fiesta, Banderas, gorros, bebidas, venta de remeras y sobre todo mucha gente que aguardaba la presentación del trío ícono del rock argentino. Ya unas cuadras antes de la esquina en la que se encuentra el Teatro el paisaje era distinto al de cualquier otro lugar. Personas arribando desde todos los puntos para disfrutar la noche dedicada a Gardeliando (1998).
La expectativa por oír en vivo y completo el primer CD de la banda se palpitaba desde temprano. La espera terminó unos minutos después de las 21.30, las luces se apagaron y comenzó a sonar “El Tanguito”, inicio el disco. Entre las primeras notas se abrió el telón y una pareja de tangueros bailó en el medio del escenario hasta finalizar el tema. Se fueron los del baile y entraron en escena Eli Suárez (voz y guitarra), Diego Rodríguez (bajo y voz) y Paulo Bellagamba (batería).
Con todos los músicos en posición comenzó inmediatamente “Cobarde para amar”, para el delirio completo de Flores. Le siguieron sin respiro “Blues de Caseros” y “Gardeliando”. Tras un breve saludo, continuaron con “Lo que mis vecinos creen”, “Amor de contramano” y “Volveré en tus ojos”. Después de haber subido la temperatura en los minutos iniciales, Eli paró unos minutos para agradecer a la gente que había llenado el lugar y celebrar que se apoye a la música under, independiente y popular.
“Gracias a ustedes por creer en nuestra canción cuando nadie lo hacía” fue el pie del vocalista para que suene el clásico “Nadie cree en mi canción”, seguido de “Los chicos de la esquina” y “La constelación de la Virgen”. El show paró nuevamente para que los presentes tengan un descanso y la voz de Los Gardelitos aprovechó el tema que seguía para hacer una mención a la situación actual del país al declarar que “hay gobiernos que gobiernan para la gente y hay gobiernos que gobiernan para los que tienen plata… esos tienen siempre a la policía de su lado” y sin más arrancó “Libertad condicionada” seguido de “América del Sur” y “A pesar del viento”.
Así llegó a su fin la primer parte del recital, con todos los temas del disco correspondiente a la fecha tocados en el orden de la placa. Durante el descanso el tango musicalizaba la espera y la pantalla de fondo del escenario mostraba imágenes de previas de distintos recitales, como muestra del afecto que sienten público y banda mutuamente.
Para la segunda parte se renovó la escenografía y se levantaron dos figuras enormes detrás de los músicos: un gaucho y un ángel inflables que bailaban al compás de la música, creación del artista Daniel Cardell. Para que nadie se quede con ganas sonó una seguidilla que repasó la historia completa de Los Gardelitos: “La calle es un espejo”, “La ciudad que se oculta”, “Novelas Mexicanas” y “Pájaro y Campana”. Mientras el grupo se acomodaba para continuar sonó muy fuerte un cántico para recordar a Eduardo Korneta Suárez, que su hijo y actual cantante respondió con un “como siempre, eterno homenaje al señor”.
Con una crítica al muro que divide Estados Unidos de México, y a todos los que quieren dividir el mundo, sonó “Comandante Marcos” de Fiesta Sudaka (1999), segundo cd del grupo. “Al pie de la letra”, “Dueños del poder” y “Viejo y querido rocanrol” comenzaron a cerrar la fiesta, con un solo de batería deslumbrante al medio de esta última canción. Siguieron temas de su último trabajo, Ciudad Oculta (2014): “Un taxi” y “Lo que vendrá” fueron coreados por la mayoría de los asistentes que demostraron que su amor por Los Gardelitos no se limita a temas viejos, ni a clásicos.
Antes del cierre Eli Suárez agradeció a Gustavo “Chizzo” Nápoli, cantante de La Renga, por haberles prestado el equipo de guitarra para la ocasión. El ambiente renguero que se sentía en el aire no finalizó con ese anuncio, ni con el reclamo para que dejen tocar a la banda de Mataderos, sino que hubo una sorpresa más: Gabriel “Tete” Iglesias, su bajista, subió a tocar en “Anabel”. El final llegó con “Puño y letra” y el clásico “Mezclas Raras”.
Con el saludo final culminó la primera noche de fiesta sudaka en Flores, un acontecimiento que sin duda debe ser vivido por todos los amantes del rock nacional para deleitarse con músicos de primer nivel y poesía que transmite vivencias de barrio como pocos lo logran.
Por Patricio Serale.
Fotos por Aftermath Fotografía (Constanza San Martín)
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