El sábado 13 de agosto, desde las primeras horas, el aguante de la familia ricotera le daba color a Villa Mercedes y alrededores. Cuanto más cerca del predio, el paisaje en las inmediaciones devolvía olor a asado y a chori, sonidos de guitarras, bombos con platillo, y voces a punto de quebrar cantando y cantando. También, algún fulbito y sonrisas por doquier. La familia; los amigos; los rituales; los reencuentros.

El tiempo dio una mano, parecía estar al tanto de todo lo que venía sucediendo y lo que allí, en Parque La Pedrera, ya era un hecho. El operativo de seguridad fue, en líneas generales, muy grande y óptimo. La gente pudo transitar las calles con tranquilidad y brindar a gusto (se podía tomar en vía pública).

Las puertas y el predio, que estaba cercado unos cuántos kilómetros antes del ingreso, se abrieron alrededor de las 17:00 horas. El atardecer caía y los rituales se incrementaban cada vez con mayor intensidad y sentimiento. Y, al caer la noche, a las 22:00 para ser precisos, la banda salió a escena.

Las luces del predio se apagaron y esa musiquita que te teletransporta alrededor de una fogata en pleno ritual, empezó a sonar; los teléfonos en alto comenzaron a aparecer para filmar cada detalle y el “Damas y caballeros, Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado” erizaron la piel de todos y todas ahí.

Los Fundamentalistas en Villa Mercedes: Divino tesoro (Fotos: Secretaría de Deportes/ Prensa La Pedrera)
Los Fundamentalistas en Villa Mercede (Fotos: Secretaría de Deportes/ Prensa La Pedrera)

“Ella debe estar tan linda”, “Maldición va ser un día hermoso”, “Porqué será que Dios no me quiere?” y “Vuelo a Sidney” irrumpieron con fuerza, adrenalina y a puro ritmo, al mejor estilo de Los Fundamentalistas. La lista fue marcadamente variada, entre las canciones de ayer y hoy, sumando un total de 35 temas.

Mientras el cielo nos seguía regalando una noche increíble, las emociones seguían sumándose entre canción y canción. La banda del Indio Solari continuó con “Ostende Hotel”, “Motorpsico”, “Superlógico”, “Yo no me caí del cielo”, “Había una vez” y “El charro chino”. “Buenas noches, Villa Mercedes. Gracias por estar aquí” en la voz de Pablo Sbaraglia dio la bienvenida a lo que sería uno de los mejores shows de Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado. Quedaba un buen rato, el repertorio no había siquiera llegado a la mitad aún y el clima de pura festividad sería imposible de detener.

Las imágenes que más conmovían en el campo eran las del pogo de cientos de amigos abrazados cantando desde lo más profundo y la unión de tres generaciones: abuelos y abuelas, padres y madres e hijo e hijas agitando en complicidad.  Párrafo aparte para las banderas y trapos colgado que flamean de lado a lado. Definitivamente, estábamos inmersos en un ritual que viene de hace años, transmitiéndose de generación en generación y que, aún, en este presente tan agitado, sigue más vivo que nunca. 

“Pequeña mamba”, “Rezando solo”, “Sorpresa en Shangai”, “La murga de la virgencita”, “Beemedobleve”, “Vino Mariani”, “Panasonic” y “Todo un palo” continuaron dentro del repertorio, subiendo la intensidad con canciones de mayor agite y fuerte rugido en la potente voz de todos los integrantes, pero sobre todo, del Indio Solari, quién apareció en las pantallas en “Rezando solo” y “Panasonic”, dejando a más de uno con la piel de lija y los ojos vidriosos.

Momento de pausa, momento de tomarse un respiro en tanto el cielo seguía regalando un nochón. “Pedía siempre temas en la radio” sonaría al regresar la banda para luego darle paso a “El tesoro de los inocentes”, “El martillo de las brujas”, “Ya nadie va a escuchar tu remera” y “El pibe de los astilleros”.

Casi sin respiro continuaron con “Chantenoir”, “Arca Monster” y “Ángel amateur” con otra gloriosa versión del Indio en las pantallas. Cada aparición del Míster dejaba el alma en las manos y el corazón queriéndose salir del pecho; dejando entrever el nivel de perfección musical de cada uno de los músicos que forman parte de una de las mejores bandas del país.

Los Fundamentalistas en Villa Mercedes: Divino tesoro (Fotos: Secretaría de Deportes/ Prensa La Pedrera)
Los Fundamentalistas en Villa Mercedes: Divino tesoro (Fotos: Secretaría de Deportes/ Prensa La Pedrera)

Luego, el turno de introducirse en clásicos que disparan directamente hacia a las emociones y sensaciones de los fans, de esos que hablan de la vida misma pero también de la sociedad rota en la que vivimos, tales como “El infierno está encantador”, “Mi genio amor”, “Todo preso es político”, “Divina TV Fuhrer”, “To beef or not to beef”, “Juguetes Perdidos”, “Flight 956”, “Mariposa Pontiac” y el tan esperado pogo más grande del mundo con “Jijiji”.

La hermandad entre bandas: Demostremos que somos un público respetable

Antes de tocar “Todo preso es político”, Gaspar Benegas se adueñó del micrófono no sólo para agradecer y valorar enormemente, en nombre de la banda, todo el cariño y el esfuerzo de los presentes que se llegaron esa noche a acompañarlos de distintas parte del país; sino también para hablar y brindar su apoyo y solidaridad a La Renga ante la cancelación de sus shows en Tecnópolis.

Por un lado está la música, el arte, aquello que muestra, expande y se adelanta. Y, por otro, la política de algunos, que lejos de generar espacios fértiles, se complace, como en aquella época oscura de la Argentina, en el detenimiento y el oscurecimiento de lo gestado. Hablo del abuso de poder, de las estrategias, los retrasados ocupando esos espacios. Y la sangre inocente difamada, aniquilada y mutilada.

Por suerte existe la hermandad entre bandas, el aguante de miles de personas que tienen la certeza de que manteniendo la esencia de la contracultura, la memoria revitalizada y defendiendo unidos y con fuerzas lo que consideran justo, van a guiar a los hechos hacia un nuevo horizonte. Un giro inédito y eficaz…como todos los comienzos.

El trabajo en equipo como bandera

Párrafo aparte para el equipo técnico, de producción, de arte, escenografía y audiovisuales. Es aquí donde, también, queda en evidencia que es fundamental el trabajo en equipo y la participación de artistas de diferentes ramas. La fusión de todo fue potente, arrolladora e impactante. Todo estaba en el lugar que tenía que estar y sucediendo en el momento que tenía que suceder.

Los Fundamentalistas en Villa Mercedes: Divino tesoro (Fotos: Secretaría de Deportes/ Prensa La Pedrera)

Los juegos de pantallas de distintos tamaños y distribuidas por todas parte del escenario daban una visual única; reflejando un nivel artístico de categoría, mezclando animaciones con imágenes en vivo y fotos de la previa. Un lujazo del cuál pudimos deleitarnos. Todo acompañó y dio un marco de relevancia sin precedencia. 

¿Musicalmente? Una bestialidad. Así, sin más. Como si abrieras Spotify y pusieras “play” a sus shows en vivo. Impecable, de altura, músicos profesionales de alto nivel, sin fisuras y ¿lo mejor? De industria nacional. Son nuestros, no hace falta viajar al exterior para ver un show de calidad y de alto nivel.

Aquel que dejó parte de su rutina, que se esforzó hasta lo último para juntar la plata, comprar la entrada y viajar, aquellos que se organizaron, que hicieron hasta lo imposible para ir, no queda duda que les fue devuelto todo ese esfuerzo con un show de categoría, al nivel de los buenos gigantes.

Rock maravilla para este mundo (Y para otro también)

¿Cómo poder expresar con palabras todo lo que se siente cuando el fuego crece y estás ahí? Los Fundamentalistas, con toda la mística del Indio Solari, tienen eso que no se puede explicar demasiado, eso que se siente tan profundo por dentro que se transmite de generación en generación.

Tienen ese “no sé qué”  que hace que haya hermandad entre la gente sin importar las diferencias, que los abrazos con desconocidos, con lágrimas en los ojos y risas compartidas, se multipliquen. Son el pueblo y el carnaval. Ellos, pero sobre todo el Indio, son todo eso y más. Todo va más allá de su música. Son cultura, es contracultura y es rock maravilla para este mundo.

En movimiento y en camino, como la certeza que salva, sí. Pero también la decisión o la conciencia de la constante posibilidad de inventar y de crear. El reencuentro con eso que deja de ser ajeno para volver a ser propio; y con esos otros que con una mirada o una caricia parecen ser capaces de salvarnos y salvarlo todo. El arte y el amor, claro. Y la necesidad de compartirlo.

Algún día le voy a poder contar a mis hijxs que existía, para muchos, un Dios terrenal que congregaba a miles de fieles a lo largo y ancho del país a rituales inimaginables que se hacían en distintos lugares. Allí, en las misas, donde existía la igualdad para todos y todas sin importar raza, religión ni clase social.

Algún día le voy a poder contar a mis hijxs que existía un Dios al que llamamos “Mi genio amor” y que, más allá de cualquier religión, nos enseñó que “Violencia es mentir” y que “si no hay amor, que no haya nada”. Que ese Dios se hacía llamar Indio Solari y era tan pero tan grande y generoso que dejó que sus músicos defendieran con mucha altura y con uñas y dientes, su música, su mística y su misterio. Y de seguro no me van a creer… porque es mágico.

Cosas que emocionan. Que invitan, sugieren, dicen y/o transportan. Que mueven piezas, cambian el juego o dibujan un tablero. Y cosas que traccionan -o potencian- un montón de sentimientos.

Violencia es mentir y en Villa Mercedes no se mintió un carajo. Fue amor. En un mundo de todxs contra todxs, Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado.