En el interior de Vorterix supuestamente se iba a dar un show de música, o por lo menos eso decía la entrada. Pero no solo pasó eso, sino que de la mano de Los Caligaris se brindó un espectáculo que dejó con la boca abierta a más de uno. El patrón antes de arrancar y a medida que fueron llegando en casi todos los espectadores fue la famosa “selfie” entre amigos, parejas y todo que se puedan imaginar. Apenas la intro de una noche de jolgorio bien fuerte.
Con el teatro ya colmado, y el elixir negro con bebida cola girando por toda la sala, como no podía ser de otra manera con una banda oriunda de Córdoba, llegó la hora de comenzar. Pero en este caso fue con una presentación especial, ya que hicieron referencia a la decisión del juez Norberto Gallardo que intentó prohibir la actividad nocturna, tras lo ocurrido en la “Time Warp”, en Costa Salguero.
Claro, nada iba a poder impedir que lo que estaba por pasar en Federico Lacroze 3455 sea una verdadera fiesta, entre risas y globos. Desde el público arrancaron cantando “Todos locos” y ese fue el puntapié para que los cordobeses llenen el escenario de colegiales de fiesta, música y algún que otro guiño circense.
Por supuesto, no faltaron los clásicos “Asado y fernet”, y “Nadie es perfecto”. Es más, cuando se entonó “Hagamos una asado…” desde el público le acercaron un vaso que fue pasando de boca en boca por toda la banda. Y sí, había que tomar ferné. Así, con tilde en la é, como se pronuncia en la República de Córdoba.
Buena vibra es la que se sintió arriba y abajo del escenario. Juan Carlos Tabeb y Martin Pampiglione se pintaron las caras de payasos mientras entonaban “Mejilla izquierda”. Y en la era digital sin dudas los celulares pasaron a jugar un rol fundamental en cada recital, le “robaron” un celular a una de las personas que, muy cerca de los cantantes, estaba filmando todo lo que iba pasando.
Por medio de la página oficial habían hecho un concurso donde desafiaron a sus seguidores, para ver quien se animaba a raparse en vivo. ¿El premio? Un viaje a Córdoba, con estadía en un hotel. Fueron tres los concursantes y el publico seleccionó al participante número 3 que sufrió la maquina en su cuero cabelludo. El detalles es que el ganador además, resultó todo un fan de la banda, ya que además de tener un tatoo en su antebrazo izquierdo, era seguidor del “Circo Calegari” desde sus comienzos, allá por 1997.
Como en cada recital, la ovación para “Raúl Sencillez” dijo presente y Diego el hermano de Martín, hizo un monologo donde entretuvo a propios extraños. Otro detalle que llamo la atención fue que en la ropa, cada integrante tenían luces “led”. ¿El efecto? Al apagarse todas las luces, sobresalían ellos.
Como en cada show de los cordobeses, el rango de edades fue bien amplio. Desde los más chicos, a los adolescentes y alguno que otro más grande que fue a mover el bote al ritmo de la fiesta de Los Caligaris. Una razón para esto puede estar en la variedad de la que goza su repertorio, ya que va desde rock hasta cuarteto. Eso genera un abanico bastante grande. Tan variado es que hasta hay momento para lo íntimo, cuando Juan tocó de manera acústica “Boldo gris”.
El show de Los Caligaris deja postales que son dignas de destacar. Desde el pibe que se besa el tatuaje y mira el cielo acordándose de vaya a saber quien mientras suena “Un elefante en un pesebre”; o aquel grupo de amigas que no pararon de mover las caderas gritando bien fuerte cada una de las letras que fueron sonando y que, hay que decirlo, alguna que otra estaba que rajaba la tierra. O quizás haya sido el ferné, no sé. Y, claro, el grupo de muchachos que en cada tema se prestaba a armar las “ollas” de pogo, para saltar y saltar. La banda alimenta todo esto regalando sus propias postales. Como por ejemplo la imitación de los “Village People”, entonando un “YMCA” con acento cordobés y exceso de fernet.
Como toda fiesta, hubo invitados. Dijeron presente Los Delfines de Etiopía, que habían tocado un rato antes como teloneros. Aportaron sus voces para cantar “La montaña”, y para el cierre apareció alguien que de fiesta, fernet, quilombo y circo arriba de un escenario entiende bastante: Martin “Mono” Fabio el líder de Kapanga. El cierre fue a todo trapo con “Mi estanciera y yo”. Pero para hacer honor al nombre del ultimo cd, hubo por parte de cada integrante de la banda un paso de circo demostrando alguna habilidad.
Ver a los Caligaris en vivo, conquistando la Capital Federal una vez más, es altamente recomendable para cualquiera que tenga ganas de mover un poco las cachas o ver como unas hermosas mujeres lo hacen. Ah, y aunque corre en exceso, no es el fernet el único culpable de ese estado que se llama “alegría Caligari” y que incluye terminar con una sonrisa de oreja a oreja, cargado de buena vibra y lleno musicalmente, al ver una variedad enorme de ritmos arriba del escenario. Al menos, no el único.
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