En Vivo

Lörihen en Vorterix: Más camino por marcar

Una noche donde la sorpresa y el agradecimiento se igualaron para ofrecer un show técnico y bien preparado, cargado de amigos y momentos memorables.

En una tarde de sábado dónde el frío fue más crudo que el mosh, muchísima gente se acercó desde las 19 al Teatro Vorterix para acompañar, desde el arranque, a Lörihen en su festejo.

Baterías potentes y solos de guitarra compartidos que armaron un sustento fuerte para los gritos melódicos propiciados tanto por Javier Barrozo como por Aaron Biglia, elevaron la vara e hicieron que las presentaciones de Magnos y Azeroth pusiesen en sintonía a todo el público que llenó los recovecos del recinto.

Lörihen ha planificado este recital por medio año en pos de brindarle a su público la experiencia que se merecía… y cumplió. Su show contó con los condimentos necesarios para una performance memorable: iluminación excepcional, visuales potentes y un sonido claro desde cualquier punto del Teatro.

La incorporación de Lucas Gerardo como la voz cantante del grupo allá por el 2006, ha llevado a Lörihen a querer adueñarse de nuevos terrenos. Sin perder el virtuosismo de las guitarras “opuestas” (Julián Barrett es diestro y Emiliano Obregón, zurdo), el quinteto ha sabido pulir un sonido metálico y armónico, para poder construir este “todo” dónde cada pieza tiene un lugar y un sentido. Estos dos personajes virtuosos y encargados de los punteos gozaron de la confianza de poder descansar en Nicolás Ciancio – con un estilo casi vertical para tocar el bajo – y Hernán Ríos (suspendido y detrás de los dos bombos): el esqueleto rítmico de la banda, donde se manifestaron los múltiples cambios de ambiente, tan propios de géneros cómo el metal.

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El Teatro Vorterix se oscureció. El telón rojo se volvió naranja y el dulce trance expectante se masificó. El bullicio quedó atrás y muchos postergaron sus sorbos de cerveza para notar que el telón se había abierto y que un contador con aire futurista marcaba el 20, el 19, 18, 17, hasta llegar a cero. Desfilaron los logros de Lörihen; recuerdos en forma de fotos y videos. La oscuridad no se había ido del todo pero la silueta del baterista Hernán Ríos anticipaba lo que ya todos palpitaban. Se terminó el video, apareció el logo conmemorativo por los 20 años, los músicos se juntaron, se prendió Vorterix y “Bajo la Cruz” cortó el silencio pero, más que oírnos respirar, nos robó el aliento.

La gente, acomodada en el frente, se dio cuenta una vez más de que estaba siendo filmada y volvió a arengar. Levantó sus puños y sus manos simulando cuernos al aire porque, una vez más, pretendían ser parte de la historia de esta banda, a causa de la filmación de su tercer DVD.

¿Qué sería de un festejo de aniversario sin amigos o sin gente invitada? Tanto los cinco de la banda como el público presente se deleitaron con momentos especiales y que sirvieron para hacer más dinámica la velada. La euforia no se contuvo en ningún momento a lo largo de las dos horas de recital en el cuál Andrés Blanco estuvo a cargo del teclado en gran parte del setlist, Hernán Rupolo sirvió de comodín sorpresa en “Sueños Rotos” y Brenda Cuesta ayudó a despedir la noche en “Castillos de Papel”.

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Cuando se pensó que no quedaban más balas en la cartuchera, Lörihen presentó a Walter Meza de Horcas y juntos llevaron a cabo “Sin Control”, con la ayuda de Mariano Ríos (hermano de Hernán, el baterista) como tercera guitarra. Finalmente, Lörihen reforzó el cariño del público apelando a su fibra más sensible: la del pasado. Para “A Dónde Van tus Sueños”, Javier Barrozo (actual cantante de Magnos y segundo vocalista de la historia de Lörihen) pisó el escenario y la multitud se mostró enloquecida. En el tema siguiente, un medley entre “Traidor” , “Corazón de Acero” y “Fuego Interior”, David Latorre apareció a completar la tríada de voces que, en conjunto, le dieron a esta banda 20 años de canciones.

Al unísono con las grandes colaboraciones a lo largo de la noche, hubo pequeñas sorpresas internas dentro de la lista de canciones. “Libre como el Viento”, siendo su primera vez tocada en vivo, se tiñó del rojo de pelotas saltarinas y las frases “somos sencillamente seres humanos, no dejemos de serlo” le agregaron un contenido extra y reflexivo a “Castillos de Papel”.

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Lörihen se despidió entre una lluvia de papeles blancos, abrazos de amistad y buenos deseos. Su próxima fecha importante está pactada para diciembre en Flores, dónde junto a Helker y demás bandas invitadas, planea despedir el año y terminar de descorchar lo que el sábado haya quedado pendiente de este festejo.

Las remeras metaleras se gastan pero se seguirán lavando. La historia que encierran es lo que cuenta, no lo nítido del estampado. El grupo está orgulloso de saber que el sábado mucha gente adquirió por primera vez su remera (o, su experiencia) para que también forme parte de las otras y de tantas historias y amigos que siempre aparecen en el ancho camino.

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Por Agus Mónaco.

Fotos de Silvana Marcote.