En la esquina del Estadio Atenas el olor a choripán y el humo del asador se metían por los poros de cualquiera que por allí pasara. Cientos de jóvenes estaban sentados en la vereda, saltando, cantando y tomando cerveza, a la espera de lo que fue el último show de la gira por los 20 años de La Vela Puerca.
Pasada la media hora de que se hayan abierto las puertas, el calor era agobiante y el club estaba estallado de gente, sin embargo, la fiesta ya estaba instalada. Un grupo de más de cien personas ya había desplegado un gran trapo, con la leyenda “Siempre voy a andar de aquí para allá”, a la vez que hacían vibrar el piso saltando y cantando su clásico himno: “Vamos La Vela de mi corazón”, al compás de “Vuelan Palos”. No es casualidad que La Vela haya elegido cerrar la gira con uno de los públicos más cálidos, respetuosos, y, sobre todo, fiesteros que tiene.
Sin duda alguna la ansiedad se había adueñado de todos los presentes, hasta que minutos después un gran apagón dio lugar a un video introspectivo a la historia de la banda, arrancando de 1996 hasta el presente: giras, discos, anécdotas y shows memorables, para luego dar lugar a una nueva proyección que introdujo a la primera parte del show, la de su último álbum de estudio, Érase.
Es por esto que, para arrancar el show, la elegida fue “Sin avisar” en donde se presentaron el Enano, con su característica melena de rulos al aire y vestido de tiradores, y Cebolla saltando por todo el escenario, junto con el resto de la banda conformada por José “Pepe” Canedo (batería), Carlos “Coli” Quijano (saxo), Rafael Di Bello (guitarra), Santiago Butler (guitarra), y Alejandro Piccone (trompeta). Fue así que dieron comienzo a un show lleno de power, de recuerdos y de rock.
“El soldado de plomo” y “Buenas Mascotas” siguieron en la lista del primer capítulo, canciones a las que no les faltó ni un poco de pogo, o entusiasmo de parte de su público. “La calle adicción” vio a Atenas estremecerse con el solo de guitarra de Santi Butler y “Ves” que acompasó tanto agite con una melodía más tranquila pero igualmente movilizante.
Para la segunda parte, le tocó el turno a Piel y Hueso, en un viaje retrospectivo en el que tocaron “Sobre la Sien” para arrancar, seguido de “Todo el karma” canción en donde el Enano y Cebolla se encontraron cantando juntos, hermanados por la pasión que evoca La Vela en ellos y en sus seguidores, que claro está, no paraban de saltar ni de cantar a viva voz, a pesar del calor. “La teoría” y “Polidoro” le dieron un cierre a esta segunda parte con dos impecables actuaciones, la de “Pepe” que dejó la batería reventada en la primera, y “Coli” en el saxo, que se llevó una inmensa ovación en el cierre de la segunda.
Cada vez adentrándose más en el pasado y la historia, llegó el turno del álbum El impulso, protagonizado esta vez por la emotiva “Para no verme más”, con el Enano y la guitarra acústica calzada al hombro, “Clones”, “Frágil” y “La sin razón” cuya energía fue acompañada de los presentes en un inmenso pogo.
Sin embargo, el momento más esperado llegó luego, cuando se presentó en el cuarto capítulo “A contraluz”, con las clásicas y con las que muchos conocieron a la banda allá por 2004. “Llenos de magia”, “Escobas”, “Va a escampar” y “Zafar” dieron lugar a una gran fiesta que vio trapos volando, inmensos y virulentos pogos, y por sobre todo ese gran frenesí tan característico del público de La Vela.
La noche ya se había vuelto amena entre tanto sentimiento, cuando llegó el turno del quinto y ante último capitulo con Bichos y Flores, en donde las elegidas fueron “Huracán”, “Por dentro” y “Por la ciudad”, dando lugar así lugar a Deskarado su primer disco de estudio que contó con un invitado especial: Manolo, el primer baterista y ahora técnico de la banda.
Subió a cantar “Paren hoy” y “Madre” junto con Cebolla y en reemplazo del Enano, y con su singular carisma hizo a estallar a todo el estadio en risas y en canto. “Vuelan palos” le dio un cierre (uno de mentira) al show con absolutamente cada una de las almas cantando “Vamos la vela de mi corazón” y dibujadas en el rostro de cada uno de los músicos, una inmensa sonrisa.
Cuando todos se retiraron del escenario y las luces se prendieron, en realidad todos sabían que no había forma de que el show terminase sin las imprescindibles. Fue por eso que después de un rato todos volvieron a sus puestos para hacer un agradecimiento a todos sus seguidores e interpretar “Mi semilla”, como siempre con su místico ritual, y el Enano sentado al borde del escenario, “Haciéndose pasar por luz”, “El viejo” una de las más fiesteras y “El profeta” que culminó con emotivos abrazos entre los integrantes.
Cuando ya todos estaban dispuestos a irse, el Enano pidió que lo acompañen en una última canción, “José sabía” fue cantada a todo pulmón y ahora sí, el cierre fue entre palillos y listas que volaron, incluyendo además una foto de todo el equipo, que contó con músicos y técnicos que participaron en toda la gira y formaron parte de la vida de la banda así como de la familia de La Vela en estos últimos veinte años. La manera perfecta de culminar una noche mágica y un verdadero festejo.
Fotos de Flor Dakuyaku
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