La expectativa se respiraba fuerte tres cuadras a la redonda. El show programado a las 21 se hacía desear y en las veredas del teatro la ansiedad se transpiraba. Poco a poco los que estaban afuera iban ingresando y para las 10 la sala ya quedaba chica. El calor y la humedad se complementaban y en la barra no había nadie que pudiera resistírsele a la birra fría que parecía querer agotarse en cualquier momento.
Y cuarto se apagaron las luces, sobre el telón del escenario se proyectó el nombre de la banda y en menos de un respiro el público dió por comenzada la velada a la que aún le faltaban los anfitriones. Momento ideal para que se abra el escenario y allí apareciera La Caverna en su primer Ópera.
La fiesta que había empezado temprano no hacía más que aumentar su intensidad entre los fanáticos que se amontonaban sobre el vallado y los que se quedaban atrás observando y acompañando en el canto. El calor no daba tregua pero nadie parecía percatarse, ni siquiera quienes saltaban y bailaban a cada momento como si el aire no estuviera en falta. Los globos aparecieron, al igual que los papelitos, como por arte de magia, cubriendo las cabezas de quienes se encontraban debajo de la cabecera y adornando el panorama que ya lucía impactante.
Un repertorio de lujo, con Culpable de no morir, El verano que no pudo ser, 5 horas y Cielo Opaco, oficiaba de fogonero para un grupo de jóvenes que desde el medio lograban contagiar la energía y las ganas de agitar. Las pausas entre tema y tema eran la perfecta ocasión para que todo el teatro se entregara al canto de “yo soy caverna”, lo que generaba sonrisas y aplausos de parte de la banda para el público.
“Hace un mes cumplimos 16 años con la banda”, dijo Diego en un momento y sólo eso bastó para que la ovación se precipitara. “Con ellos jugábamos en el barrio cuando teníamos ocho años y ahora estamos acá, tenemos nuestra banda” manifestó antes de entregar abrazos a los amigos de la banda y agradecer a los que acompañan siempre y a los que se sumaban en esta oportunidad.
Con Nacer para vivir y el coro de que sos violento si te apasionás, intransigente si no negociás, que no hay manera de encontrar la paz más que en la paz aislada de tu hogar ya no quedó espacio para la cordura y desde todos los rincones los brazos arriba coparon la escena. Momento ideal para la reflexión sobre la causa Callejeros y la decisión de la corte que terminó por condenar a la música por sobre las responsabilidades políticas compartidas. Si será cuestión de poder la justicia.
“Demos esta discusión, no nos queda más que seguir dando la lucha en las calles. Si realmente alguien cree que Callejeros preso es justicia, entonces abramos el debate”, disparó el cantante y apoyó el canto desde abajo: “Ni Callejeros, ni Cromañón, a esos pibes los mató la corrupción”, fue el grito de unidad que devino en canción: Por el nombre del rock hizo estremecer y la piel de gallina se apoderó del lugar al momento de nos queda ahora una batalla por los que nunca salieron, por los que sobrevivieron y por cada callejero.
El aire era escaso, el calor pegoteaba y la cerveza ya caliente transpiraba igual o más que los varios que se entregaban cada vez más a un show único, inolvidable y emblemático. No hubo ni habrá noche similar, el Ópera ya es un ícono platense – venimos a ver bandas acá y hoy por primera vez nos tiene a nosotros arriba– . La Caverna dejó su huella imborrable en un escenario que parecía altísimo y que quedó chico para la banda, su mensaje y su música.
“Que se venga uno más grande” gritaba una piba subida a un par de hombros mientras revoleaba la campera. Sin duda llegará de la mano de los de siempre y los que vengan a sumarse para hacer de La Caverna una de las mejores bandas del momento.
Fotos por: 67 Lunas (Sophia Digirolamo)
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