El rock es un hecho cultural que atraviesa hasta las capas más duras de cualquier contexto. Dentro de uno muy difícil y peligroso nació la bestia, el fenómeno más importante que tuvo (y tiene) el rock argentino: Patricio Rey y Sus Redonditos De Ricota.

En esa banda, que marcó como nadie la vida de millones de rockeros, había dos pilotos experimentados como eran Skay y el Indio. Pero detrás de ellos, sostenían la escenografía de esa monstruosa obra tres personajes tan importantes como los líderes. Ellos eran Semilla Bucciarelli, Walter Sidotti y Sergio Dawi, bajista, baterista y saxofonista de Los Redondos.

Hoy han pasado muchos años de aquellos días, la banda se separó y dejó a la bestia huérfana, aunque el espíritu de Patricio Rey nunca dejó de sobrevolar el espacio ricotero. Si bien el Indio sigue tocando temas en sus shows de su ex banda, Skay casi no lo hace tanto, solo regala una o dos gemas durante sus shows.

En ese núcleo de orfandad constante que genera la ausencia del Indio de los escenarios por una dura enfermedad, y la falta de temas de los Redondos en las listas de Skay, los restos del naufragio encararon un proyecto revitalizador, llevaron adelante un viaje sin destino con un solo propósito: revivir el espíritu de Patricio Rey.

Es así como, unidos a otros grandes músicos, los 3 mosqueteros del rocanrol armaron la Kermesse Redonda, un lugar pensado como celebración tribal, como festejo ricotero y como lugar de comunión dónde todos pueden ir a bajar un poco la abstinencia que estos tiempos aciagos de ricoterismo generan.

Es así como citados en Groove (una vez más) proponen no solamente un espectáculo de rock, sino también una exhibición de obras plásticas que se puede visitar previo y durante el show.

Es así como el lugar se colma de ese ánimo único e irrepetible que solo el ambiente redondo puede otorgar: gente que quiere comprar entradas en la puerta, algunos que apuran una cerveza, otros cantan y bailan haciendo una previa más que digna bajo la llovizna incesante.

El comienzo del show es una explosión, la gente desata su más primal alegría y el espíritu del Rey corona una a una las cabezas que allí se encuentran bailando en trance ahora ungidos por el más puro rocanrol.

En la guitarra, el increíble Oscar Kamienomosky calza unos zapatos muy difíciles de llenar con talento y soltura. En la voz -la otra figurita difícil- se necesitan varios interpretes, pero Jorge Cabrera es el “titular” mientras que otros invitados como Horacio Piñeiro (Canto “Ñam Fri Fruli”), “El Cardenal” Domínguez (un cantante de tangos que puso su increíble voz al servicio de “Aquella Solitaria Vaca Cubana”, “Semen Up” y “Motorpsico”) y la presencia de Manu Quieto (Cantante de La Mancha de Rolando) para un set salvaje que incluía “Héroe Del Whisky”, “Blues Del Noticiero” y “Golpe De Suerte”, entre otros.

Tampoco hay que dejar pasar la presencia Hernán Aramberri (Ex baterista del Indio en su fase solista), el trompetista Miguel Tallarita y el saxofonista Sergio Colombo (Ambos forman parte de Los Fundamentalistas Del Aire Acondicionado) amenizando algunos temas de la velada.

También es para destacar el apoyo de Sergio Dawi a los trabajadores de TELAM y el expreso pedido al gobierno “Por favor, no vacíen el estado”

Si bien la fiesta arriba del escenario estaba asegurada con un gran sonido y una enorme puesta en escena, dando al lugar una real atmosfera de Kermesse, con puestos y banderines inclusive, era notorio lo  que se ocurría en los alrededores: parejas bailando rocanroles a granel, gente enfervorizada en pogos que nunca terminaban y las más increíbles escenas que solo el ambiente ricotero puede dar.

El seguridad que no aguantó y terminó cantando desaforado “Un Tal Brigitte Bardot”, la chica de la barra que, mientras servía un trago tras otro, cerraba los ojos en “Todo Un Palo” y olvidaba su cansador trabajo por esos instantes. Como así también el hombre que limpiaba el baño y bailaba con la escoba “Nene Nena”, esa joya nunca grabada por la banda en discos oficiales.

Tal vez quede como anécdota la imagen final Juan y Mica, una pareja de Boulogne, bailando en plan de salón “Vamos Las Bandas” ante la atenta mirada de todos mientras los músicos en pleno (más de 10 de ellos arriba del escenario) destripaban la ultima parte del festín.

Esto fue así, no lo soñó nadie, el espíritu de Patricio Rey poseyó a todos una vez más, ablandó corazones y los hizo iguales. Emparejó todo aquello que los separa durante el resto de sus días y los invitó a ser libres, a excederse y disfrutar: son solo dos días descolgalos del laurel. Una vez más, la Kermesse Redonda regaló una bala más en esta noche oscura y salvaje.