Que faltaban 24 horas para el fin del 2016 era un dato innecesario de aclarar. Sin embargo (y ante cualquier especulación), la familia Melian se volvió a elegir, como cada año, para este reciente fin de ciclo. Abrazos, cariño, grupos de amigos y parejas se reunieron en la búsqueda de mucho, pero mucho screaming.
La realidad distó bastante de lo impreso en la entrada, ya que fue alrededor de las 20:30 cuando la fila para ingresar comenzó a moverse y los efectivos de prevención se instalaron en la puerta para proceder con su trabajo de cacheo rutinario.
Para un número más que significativo de escuchas, Sin Oxígeno abrió la noche con “Sacado de la Realidad”, su primer EP disponible en YouTube. La banda sonó y se mostró con confianza, para lograr sobreponerse al hecho de ser los primeros en el escenario de Niceto Club.
Con su propia hinchada, Sin Oxígeno agradeció de corazón y en reiteradas ocasiones el apoyo de la gente “que banca a todas las bandas desde temprano”. Menciones especiales para Juanga Villareal (voz principal/screamer) por su manejo para nada problemático de voces limpias y sucias sobre el escenario y para Joaquín Álvarez (batería).
Representantes más que invitados y hermanos más que vecinos, la estadía en el pasado 2016 de Destruye Todo Imperio (o D.T.I.) en nuestro país les trajo la posibilidad de llevar su demoledora música a oídos atentos en todos lados.
El grupo de Paraguay se encuentra compuesto por cinco integrantes, dentro de los que se encuentra Paolo Rodriguez (screamer) al frente. Su clara modulación (elemento ampliamente respetado en el abanico técnico de esta disciplina) a la hora de la performance y la batería/voces limpias de Juan Andrés Colman, convierten a este quinteto en un candidato más que claro para encabezar cualquier fecha del género, ya sea en nuestro país o en el que los vio nacer.
De Rosario, llegó Renacer del Tiempo para seguir sacándole lustre a Entropía (2013), su primer trabajo discográfico de larga duración. A la espera del aterrizaje de su segundo disco (pronto a estrenarse en este 2017), Renacer del Tiempo tuvo un set corto y al pie, dónde pasados los primeros cinco minutos del mismo demostró por qué se perfila a ser una de las bandas más convocantes – del género – a nivel nacional.
Se destaca esa facilidad con la que Martín (screamer/voces limpias) puede soltar los gritos más audaces – al borde de creer que podría llegar a perder la voz por una semana – e, instantes después, agradecer al público con una parsimonia total en un tono relajado y sin conflictos.
“Fuego es mi segundo nombre” fue la primera canción de la lista (también, primer corte oficial del futuro disco), para luego pasar por clásicos como “Entrelazados”, “Vos mi voz”, “Marionetas”, “Sangre por poder” y “Oídos sordos”. Golpe bajo para los que esperaban “Vi la luz y no estaba muerto” o “Si los falsos fueran globos…”.
El grupo de trabajo de Melian tomó el escenario. Detrás de la batería, se alzaba enorme el logo del grupo, que durante toda la noche se contorneó como un personaje más, quizás a causa de su titileo o su constante adaptación camaleónica al entorno producto del juego de luces.
Los integrantes de las anteriores bandas se mezclaron con el público para entregarle a cada uno pulseras que brillaban en la oscuridad. Cuando el recital dio su puntapié inicial, el espectáculo luminiscente fue un detalle más que agradable y demostró que la jugada, el trabajo en equipo, el respeto y el compañerismo siempre valieron y valdrán la pena.
La primera media docena de canciones propuesta por Melian para este show de cierre de año fue elegida para subrayar el virtuosismo de cada uno de sus músicos y las diferencias de profundidad logradas entre disco y disco. “Yo, la muerte”, “Siete años después de partir”, “Pérdida total de la esperanza (Parte 1)”, “El problema de guardar secretos”, “Memento vivere” y “Valar morghulis” (la última – aparte del significado propuesto por su lírica – un posible guiño a los seguidores de la popular serie medieval Game of Thrones), fueron el punto de arranque.
Alejandro Picardi (voz principal/screamer) ha mejorado muchísimo en su manejo de la voz en el último tiempo y Leonel Díaz (como la más reciente incorporación en materia de guitarra, coros y gritos) ha sido más que un excelente hallazgo.
La fecha del 30 de Melian fue para su gente, para el público; para las historias comunes, cuyos límites que rozan lo fantástico suelen confundirse fácilmente. Para las personas que llevan una vida como cualquier otra pero que, sin importar el motivo, los compromisos sociales o las dificultades, estuvieron al pie del cañón en el recital de una banda que han decidido llevar a todas partes.
Pruebas de esto: “Pérdida total de la esperanza (Parte 2)” dónde el grupo tuvo el lujo de ser acompañado por un fiel seguidor de años que se animó a tocar la guitarra con su banda favorita; avalancha de besos en la boca por culpa de “Atlas”, dedicado a todas las parejas de enamorados; grupos de fans que se reencontraron luego de tantas fechas compartidas, de la mano de Julio Irigoyen (Coralies) para “Mamba Negra”; “La iniciativa Fénix” con el fin de acariciar a la familia cercana de Melian, conformada por sus parejas y amigos de toda la vida y hasta “Errores”, en homenaje a todos los padres (varios desperdigados entre el público) que acompañan a sus hijos incondicionalmente, en cualquier decisión que tomen. “Esta canción se la escribí a mi vieja. Yo escuchaba música con gritos, me hacía aros en la cara, me cortaba el pelo raro… Y ella me bancaba”, expuso Picardi.
“¿Alguien tuvo un año que quisiera olvidar? A alguien, ¿le rompieron el corazón? Vamos a rompernos la madre”. “Entre espectros y fantasmas”, junto con “La imagen del silencio”, podría haberse confundido con el cierre oficial del 2016, a escasas 24 horas del mismo.
¿Fue Melian el responsable de transformar una noche agradable en algo estupendo o la gente ya venía cargada con lo necesario para ser espectacular? Tal vez, las respuestas de ambos grupos disientan, pero lograrán convivir en armonía hasta la resolución de la disyuntiva, de cara a una próxima fecha.
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