Si hay algo que queda en evidencia en la denominada “docta”, es que rock –y algunos derivados y mutaciones a partir del mismo- no falta. Con un amplio abanico, con estilos de los más variados, con muchas cosas para mejorar… material hay. Quizás sea una característica, una tendencia que trasciende los límites de la provincia, aunque es difícil comprobarlo a ciencia cierta. Sea como fuere, esta vez nos compete circunscribirnos más bien dentro de tales límites.
Los festivales de rock vienen siendo una “fija” en varios sitios, y son organizados por distintas productoras. Con virtudes y defectos (que muchas veces, éstos últimos, tienen que ver con un problema más a nivel “macro”), con un crisol de estilos y músicos para todos los gustos, cada vez se hacen más notorios. En esta ocasión, fue el turno en Quality Espacio, un lugar en Córdoba que apuntó casi siempre, o al menos en la general, a otro tipo de espectáculos. Pero que esta vez, y a través de esto, comenzó a inspeccionar qué hay por estos lares. Según datos oficiales, en horarios “picos” hubieron arriba de 1000 personas.
Antes de que se hiciesen las diez de la noche abría Odín, una banda con casi 10 años de trayectoria. Buena parte del público ya había ingresado, aunque cabe destacar que el mismo fue renovándose con el pasar de los grupos, tendencia ésta que se da a menudo. La banda cerró con “Intentar”, canción que en su momento grabó con el cantante cuartetero Lisandro Márquez.
El conductor de radio Tato Manzanelli estuvo a cargo de la coordinación del evento arriba del escenario haciendo muy ameno cada intervalo. Él mismo anunciaría la llegada de David Rolón, con su repertorio del disco debut “Roma/París”, quién en más de un pasaje hizo corear a la gente, inclusive con el pedido de otra canción sobre el final de su show, y más de una vez destacó las posibilidades de hacer buenas cosas –musicalmente hablando-, dentro de lo que es Córdoba.
Un grupo de seguidores venía pidiendo cánticos, y bandera mediante, la llegada de Senoidal. Una banda con tendencia mayormente hacia un rock alternativo que prometió en poco tiempo tener su primer material discográfico en circulación. Entre tema y tema, Alexis Videla estuvo como invitado, y se quedó para cantar una de las canciones. Así cumplieron y se llevaron unos cuántos aplausos.
Entre presentación y presentación, algunos artistas “sorpresa” hacían una o dos canciones previo al siguiente show. Tal fue el caso de Noah Fox (de Foxis), La Sorda, el mismo Alexis Videla, Billy Bob, entre otros. Muchos de ellos, según comentaba Manzanelli, estarían presentes en la próxima edición, la cual se llevaría a cabo pasando la mitad de año.
Diceros anunciaba una potente y llamativa llegada, una sirena comenzó a sonar, una explosión, y una moto arriba de las “tablas”. De la misma que entró desde el costado, bajaba la voz y líder del grupo, Juan Pablo Alfano. Un marcado hard rock, voz al estilo Barilari, y canciones propias en su mayoría. Sobre el final, rosas para el público.
Llegaba la mitad de la noche, algunos que se iban, otros que llegaban. De repente, doce músicos en escena. Evidentemente Hoy Lila estaba a punto de dar su show. La ascendente banda de reggae y ska durante su recital presentó canciones de su primer disco, y durante la noche alternaría temas de su próximo material que estará listo en mayo.
Parada siguiente: Marya. Esta iba a ser de las pocas presentaciones que dará en Córdoba en 2017, ya que trabajarían mayormente en Buenos Aires. Entre luces rojas, una introducción sonora al comienzo y una potente voz, desplegaron fundamentalmente hard rock y mucho metal. El cierre, para muchos, inesperado: “Ámame en cámara lenta”. Sí, la canción de Valeria Lynch, pero con más “distorsión”.
Ya para el final parte del público asistente se había retirado, pero quedaron quienes quisieron ver hasta lo último de la noche. Varios nostálgicos viajaron unos años atrás para recordar los clásicos de Led Zeppelin en las voces e instrumentos de los integrantes de “Black Dog”, entre ellos: “cuerda” Tarnavasio, líder de Hoy Lila. Un tributo bien trabajado, que demostró estar a la altura de un homenaje a aquellos genios de la historia del rock and roll.
El cierre definitivo fue con un giro de 180° a lo que se venía viendo y escuchando en general. Era momento de bailar con “Porca Miseria & Santa Marolina”. Quedaron los últimos, un grupo mucho más reducido de personas, pero con las ganas de escuchar a la banda que subió al escenario a las 03:30 horas aproximadamente. Todo terminó alrededor de las cuatro de la mañana, un festival que se caracterizó por abrir el abanico a varios estilos, con algunas sorpresas entre banda y banda, y dinamismo bien logrado. Y esta búsqueda de seguir mejorando promete una nueva velada para comienzos del mes de agosto. Que así sea.
Crónica y Fotos: Jero Benassi
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