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El Abasto fue cien por ciento Pordiosero

El rock volvió al Abasto de la mano de los pibes de Lugano. El viernes, Jóvenes Pordioseros, despidió su disco “Pánico” en Córdoba ante un Refugio Guernica repleto.

Jóvenes Pordioseros en el Abasto
Jóvenes Pordioseros en el Abasto

El lugar no podría haber sido mejor, Refugio Guernica está ubicado en el corazón del Abasto, un barrio lleno de mística, música y cultura. Un barrio que sin lugar a dudas es difícil de olvidar para aquellos que alguna vez caminaron sus calles. En ese ese lugar lleno de historias (algunas todavía por contar), se presentó Jóvenes Pordioseros en una noche fría de otoño.

Así amaneció el viernes, ventoso y frió, pero esto no iba a ser condición para que a la noche, el rock y la birra calentaran los cuerpos de todos aquellos que se llegaran al recinto a disfrutar de una noche llena de rock and roll y otras hierbas.

Pasadas las once de la noche, la gente comenzó a ingresar al lugar. Desde temprano, en las místicas calles que rodean la zona del barrio se podía sentir el aguante, la pasión y las ganas de ver a la banda de Lugano. Banderas flameando de lado a lado, el arremangado que pasaba de mano en mano, los conocidos y los amigos de siempre. Todo estaba listo para una gran noche.
El inicio de la noche estuvo a cargo de los chicos de Manyucca, una banda que tiene sus orígenes en una proporción de territorio que va desde Laguna Larga a Oliva, en esa porción de la autopista Córdoba – Rosario, y desde hace años viene ganando público y desafiando ese ordenamiento. Con claras influencias de Charly García, Fito Páez y Luis Alberto Spinetta pero también otras bandas con mucho rock and roll como Los Piojos, Cielo Razzo, brindaron un show excepcional, con  temas para bailar, temas para escuchar y temas para emocionarse.

Estaba todo preparado, no faltaba nada; el escenario ya estaba listo para recibir a la banda de Lugano, y el público se encontraba ansioso por saber que los deparaba. Cerca de las 2 am, Toti y sus secuaces llevaron a todos al máximo nivel de fluidez con “100% Pordiosero”, “Pánico” y “No la Quiero Dejar”, sin dudas un comienzo al palo para seguir agregándole adrenalina a la noche.

Con un comienzo tan poderoso, contundente y bien arriba, la noche tenía que continuar así. Siguieron con “Funeral” y “Cuando Me Muera” casi sin respiro. Unos de los momentos emotivos y de mayor disfrute fue con “Nunca me enseñaste”, coreando todos juntos a viva voz y con los brazos abiertos “Mi corazón, fue tu corazón”. Continuaron con “Todavía no puedo olvidarte”, y “Maldito San Telmo”, para este entonces, la gente no paraba de agitar, de cantar, el disfrute se notaba desde la primera persona hasta la última en el lugar.
El gran Norberto “Pappo” Napolitano se hizo presente en la noche pordiosera con “Ruta 66”, interpretada por Toti Iglesias y “Colo”, el hombre que no le pierde el paso y le cuida la espalda  a los integrantes de la banda y, que a su vez, está en el puesto de Marchandising Oficial. El show continuó con “La Casa”, “Quiero Tocar” y “¿Qué se sienta estar tan sola?”.

Los cánticos entre tema y tema, las charlas y el amor incondicional de Toti con su público, la gente sin parar de saltar y arengar, fueron los condimentos para una noche inolvidable en el Abasto. “Adicto” renovó todas las energías y el show siguió bien arriba, como nos tienen acostumbrados, con “Eterno”, “Lobo”, “Descontrolado”, “Pegado” e “Infierno Blues”.

Luego de una pausa cortita, pero que sirvió para que la gente bajara los decibeles y recargaras sus vasos de bebidas espirituosas; Jóvenes Pordioseros volvió al escenario de la mano de “Cowboy”, de Ratones Paranoicos, “Estatua” y “Bailando”.
El cierre estuvo a cargo de “Late”, primer corte de su nuevo material discográfico que lleva el mismo nombre y que será presentado a fin de año en las tierras del fernet.  Y como no podía ser de otra manera, se despidieron con una versión rockera de “Por lo que yo te quiero” de Rodrigo Bueno y el espíritu cordobés de todas las personas salió a la luz con todas sus fuerzas.

El público de Jóvenes Pordioseros, la banda de Lugano con grandes influencias de “The Rolling Stones”, que muchos la catalogan como “Rolingas”, no son más que chicos y chicas de barrio, incondicionales a la cultura del “aguante”, aunque no suelen hacer bandera política y llevan a la clase obrera con cierto orgullo. Su “aguante” es más que nada al rock y a la forma de vida, son tradicionalmente futboleros, demuestran cierta rebeldía desde su actitud y su imagen: barrial, enemiga de las instituciones, de las estructuras y de la formalidad. Son un público fiel y original, y es esa mística lo que le da un plus especial a los show.
Párrafo aparte, para la humildad, la transparencia y el lado humano de Toti Iglesias y todos los integrantes de Jóvenes Pordioseros, que en un época, donde a los artistas les cuesta ganarse un espacio y que valoren su trabajo, invitó a todos los fotógrafos al escenario para que realicen su trabajo desde ahí arriba. Claramente, una banda y un calibre de artistas reivindicando algunos valores que se estaban perdiendo por diversas razones. Y de eso también se trató la noche del viernes: valorar, respetar y admirar al que tenemos al lado.

Refugio Guernica, ese lugar lleno de rock en el corazón del Abasto, donde la gente puede tener un contacto directo y cercano con los artistas. Esa conexión, que muy pocas veces se logra, al punto de sentirte totalmente parte de lo que está pasando. Una banda de rock, que no sólo brindó arte en todas sus formas, sino que mostró que levantando la bandera de la humildad y el profesionalismo, se puede llegar lejos; una lista bien arriba que recorrió toda su trayectoria, cantándole al rock and roll, a los vicios, a las mujeres, a sus hijos y a la vida, unos músicos excepcionales brindando lo que mejor saben hacer: arte; y un público que bancó la parada desde el minuto cero; fueron los condimentos para que una noche fría de otoño se convirtiera en una fiesta rockera inolvidable. Y sí, el viernes el Abasto fue 100% pordiosero. “Pase lo que pase y cueste lo que cueste, acá estamos”. Son el barrio, son el corazón.

Fotos de May Suárez y Flor Zufiaurre.

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