Los carteles comenzaron a levantarse. Apenas había pasado “Los asuntos del miedo”. Una cara y una pregunta tomaron protagonismo en La Trastienda de De La Gran Piñata. “¿Santiago dónde está?”, se empezó a replicar desde el público mientras unos 20 papeles con el rostro de Maldonado se alzaban. Lucas Martínez, guitarrista del grupo, tomó el micrófono. “No permitamos que las diferencias que nos quieren imponer nos saquen del foco de lo que realmente pasa. Hay un desaparecido más en democracia”, comenzó. Con la atención de todos puesta en él, finalizó: “No importa que Gobierno. Nunca más”. Con la carga emocional que posee la última frase mencionada dando vueltas en el aire, sonó “30.000 Luces” que tuvo sobre el final el audio de Julio Strassera finalizando su sentencia en el juicio a las juntas militares en 1985.
A falta de dos semanas para el show, la banda pudo anunciar que la fecha estaba agotada. Un hecho que se volvió costumbre en De La Gran Piñata casi tanto como la utilización de los miércoles para tocar. Por esa razón las veredas de la calle Balcarce se veían copadas por los seguidores que no mostraban signos de frío en la noche porteña. Apenas se corrió el telón, se observó al color azul como dueño de las luces en el escenario mientras comenzaba la lista con “Escalofríos” (al igual que en Miércoles en Vivo, también grabado en La Trastienda). La apuesta se apreció en el sonido ya que no hubo pantallas proyectando imágenes y la estructura de decoración era la “standard” que se suele ver en el recinto de Capital Federal.
23 canciones fueron distribuidas en dos horas para un show bien llevado, con un manejo de climas acorde al público energético que tiene La Piñata. Aunque a su vez celebran piezas como “Norte” o “Requiem”, que resultan claves para cortar momentos y poner otros climas sobre la mesa. Lo pasional en sus seguidores juega un papel importante en las presentaciones y “Introspectivo” y “De bar en peor” fueron ejemplos claros cuando la parte más cercana al escenario se llenaba de pibes y pibas en hombros.
Una de las reacciones de la noche llegó cuando la batería de Alejandro Zenobi golpeó con fuerza y las violas empezaron a chillar con la intro de “Quizás así”, parte del álbum Miércoles. “¿Quién va a estar ahí para darte un sí cuando todo sea un no?”, fue la pregunta que rebotó en las paredes de La Trastienda. Si bien hubo una recorrida por la historia piñatera como en “Josefina”, el dominio en el setlist lo tuvo El Equilibro Entre Los Opuestos. “La urgencia”, “Ícaro” y “Lunar” fueron algunas de las 11 que sonaron.
De La Gran Piñata ya tiene marcados sus emblemas musicales dentro de su repertorio. En esa sección privilegiada pueden aparecer temas como “Veredas”, “Sonrisa” y “Despertador”. Cada una con su momento y clima. Primero, el ambiente murguero con el olor a amor inconcluso de “Veredas” para dar paso a una lírica antagónica. “Sonrisa” y el relato de un encuentro amoroso con tintes épicos (“¡Salvamos al mundo esa noche!”, rugió Panter) que cautiva al público, quienes le agregan el lanzamiento de papelitos sobre el primer estribillo. La última mencionada, casi siempre en la recta final y en La Trastienda no cambió, fue la furia contenida con los pogos recordables y el agite constante por parte del cuarteto.
El grupo encuentra una comodidad en las calles de San Telmo y por eso anunciaron la fecha en Museum para el próximo 11 de noviembre, primera vez que tocan en aquel recinto en el marco de una fecha propia. Se pudo ver también el espacio que tenían los músicos dentro del escenario para moverse con el desplazamiento de los equipos a los costados, siendo difícil de encontrarlos a primera vista, al estilo de Carajo. El cierre fue con fuerza y para ello sonaron “Tu Can” y “Residuos” que redondearon en 23 el total de canciones interpretadas.
Fotos de Cinn Carrizo.
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