La tercera noche del Cosquín Rock transitó entre un sin fin de emociones. Los 50 años de rock argento, y los acordes de ayer y hoy, congregaron gente de todas las edades.
¿Quién podrá borrar de esos rostros, las sonrisas y los gestos de alegría? ¿Quién podrá olvidarse de ese abrazo fraternal que un rock and roll dio a luz? ¿Quién podrá sacarse de sus retinas el constante el “bailoteo” de esa pareja que no se despegó del Escenario Temático Rock 50 años? Miles y miles de pequeños (y grandes) momentos, que quedaron registrados en fotos y grabaciones, pero fundamentalmente en el alma de muchos
La lluvia arremetía en horas de la siesta del tercer día, pero decidió apiadarse. Quizás recapacitó, sabiendo que, en la edición anterior, ya había molestado demasiado. La ascendente banda El Plan de la Mariposa se hacía cargo de la apertura en el Escenario Principal, seguida por los cordobeses Cuatro al Hilo, ya en su octava presentación en este festival. Posteriormente llegaría el turno Palo Pandolfo y el inglés Carl Palmer, en esta ocasión recordando al trío Emerson, Lake & Palmer.
En un comienzo parecía que no iba a ser de las noches más convocantes. Posiblemente, algunos dubitativos esperaban ver qué pasaría con la lluvia, aunque el sol regresaría pasada la siesta, junto a la humedad que tampoco quería perderse la fiesta.
El ex Los Piojos, Miguel Ángel “Micky” Rodríguez, pisaría las “tablas” con su banda La Que Faltaba. Ya podía verse, de a poco, un puñado mayor de gente, que lentamente ingresaba al predio. Además de rockear (y hacer rockear), marcó una contundente postura en contra de la Ley de Bosques a la que se opone la mayor parte de la sociedad cordobesa: “Está bueno defender lo que tenemos”, fue parte de su mensaje.
Mientras en el Garage Rock tocaba Nina, en el Escenario Temático Rock 50 Años hizo notar su presencia Celeste Carballo, a quien se la notó muy alegre y compenetrada. También el público -de todas las edades-, lo estaba. Para el cierre, un pequeño recado: “Porro sí, pucho no”.El tema final, quizás, fue el más esperado: “Es la vida que me alcanza”.
A la hora 19:00 llegaría el turno del miembro fundador de Vox Dei, Willy Quiroga. Mientras, en el “Principal”, Los Guarros metían algo más de “distorsión”, y tras alrededor de media hora de show, dio cierre con el clásico “Vamos a la ruta”.
LA HORA DE LA CRESTA, LOS AIRES DE CHICAGO Y FITO POR EL OTRO LADO
De a poco caía la noche, y algo de barro complicaba un “transitar” tranquilo por el predio. Para esta altura, se veían muchas más caras, fundamentalmente dividida entre los dos escenarios más grandes: el “Temático” y el “Principal”. Lógicamente, en los otros también había público. Pero el fuerte se centraba en los dos ya mencionados. Esto, hasta tal punto de notar cierto clima de indecisión en muchos, a la hora de elegir entre uno y otro. Alrededor de las 20:00 horas, las “crestas” se harían más presentes que nunca: llegaban Los Violadores, mientras en el “Temático”, algo más demorada, la eterna Fabiana Cantilo.
Por si esto fuera poco, en La Casita del Blues ya había pasado Jimmy Rip, y Miguel Botafogocongregaba un buen número de seguidores. Se lo vio activo, empático con la gente, y hasta se lo escuchó tocar “Me gustas mucho”, de Viejas Locas. Pero en blues, claro está.
A todo esto, parte del punk-rock no se movería frente a las “tablas del Principal”, porque a las 20:45 alzaría su voz Attaque 77, abriendo con “Perfección”. En un show impecable, con larga lista de temas, se vio un Mariano Martínez bastante locuaz. “Gracias por apoyar a este humilde grupo de rock nacional, después de treinta años”, dijo en un comienzo.
Fue notoria su emoción, casi al bordo del quiebre, y dejó que el público cantara y le pidiera aún más. “¿Ni se imaginan lo que es verlo desde acá”, comentó en determinado momento, a lo que más adelante agregó: “¿Tienen ganas de que sigamos tocando? Yo pensé que se habían olvidado de nosotros”. Pero lo más emocionante quedó para el final de su repertorio, en un homenaje a ex combatientes de Malvinas Argentinas, que subieron al escenario con la bandera nacional, acompañados del clásico “Podrán pasar mil años”.
El público respondía: “Y ya lo ves, y ya lo ves, el que no salta, es un inglés”.Una postal impecable, erizante. Aunque algo sucedió, ya que Martínez cerró diciendo “chau loco, nos faltaba un tema, pero nos dijeron que nos tenemos que ir”. De toda forma, no sólo cumplieron, sino que superaron expectativas.
En frente, en la otra punta, Fito Paez (¡ah! Botafogo aún seguía). Era mucho, no apto para cardíacos. El rosarino estaba brindando un show que, quizás, haya sido de lo mejor en esta edición 2017 del festival. Si bien la emoción y la euforia fue una tendencia de casi todos los artistas que pasaron por el “Temático”, el caso de Fito fue más marcado aún. Rotundamente comprometido con lo que hacía, con la gente, no perdió la sonrisa ni un instante. Había una especie de Miguel Abuelo dentro suyo.
Seguramente, las almas de tantos grandes que ya no están físicamente, estuvieron presentes. Comenzó con “El chico de la tapa”, cantó clásicos como “11 y 6”,“La rueda mágica”, e invitó a Rolo Sartorio y a Juanse a tocar “Cowboy”.
En “Brillante sobre el mic”, pidió encender y levantar celulares, y todo se iluminó. En más de una ocasión, generaba esa sensación de que terminaba su show, pues daba a preguntarse a más de uno “¿qué más puede tocar?”. Con un sonido impecable en todas las canciones, “Mariposa Tecnicolor” formó también parte del repertorio, y cerro con “Dale alegría a mi corazón”, y un vibrante coro de la gente sobre el final. Punto culmine para un momento épico de la noche.
De vuelta sobre el Escenario Principal, mientras Los Espíritus hacía los suyo en el Garage Rock, Kapanga terminaba con “El Mono Relojero”. Verdaderamente, se notaba que había pasado la banda del “Mono” recientemente: se notaba efervescencia. La misma, bajaría tan sólo un poco con “Pienso, luego existo”. Sí, Las Pelotas ya estaba presentaba las 23:15 horas. A las 00:40 fue el momento de La Beriso, una de las bandas más convocantes del momento, lo cual quedó demostrado una vez más, con un público predominantemente joven. Del otro lado, Los Twist ponían broche de oro al “Temático”.
UNA EDICIÓN QUE NO PASÓ DESAPERCIBIDA
Hubo de todo, y para todos. Hasta tal punto de que centrarse en una banda o artista, equivalía, en muchos casos, a perderse algún otro show de interés, en otro escenario. Si buscamos hilar fino, hay cuestiones que mejorar, o al menos en las que reparar, tales como lograr precios más accesibles para el público; perfeccionar algo más el sonido en algunos escenarios como el del Garage Rock o Carlos Tortola; buscar mayores incentivos para que la gente ingrese más temprano y logre ver a los primeros grupos; atender pequeñas fallas de sonido (aunque sabemos que el sonido puede jugar una mala pasada más de una vez); entre otras cuestiones.
La balanza deja como saldo una edición positiva, que no pasó desapercibida. Las bandas de ayer, las de hoy, y un crisol de generaciones que se congregaron con el sólo fin de escuchar rock. Con todas diferencias en gustos habidas y por haber, el rock argento, convocó a miles de emociones. ¡Cómo no sentirse así!
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Fotos de Cinthia Carrizo y Florencia Zufiaurre.
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