Dos pueden ser multitud. La química entre los músicos cuando se juntan ya sea a ensayar, a tocar o a jamear puede variar sobre la misma obra y, por más que parezca una simpleza tocar lo mismo, no siempre se llega a buen puerto. 

O, por el contrario, puede ocurrir que entre ambos haya efectivamente una buena química musical pero, justamente, luego hay que bancársela solos en el escenario. Esto mismo ocurrió fin de semana en La Tangente (Honduras 5317, CABA) donde Camioneros metió fecha junto a Las Bodas Químicas -en ese orden- para un público sediento de rock.

Nos fue bien. Al principio, nervioso, pero después se gestó un lindo calorcito de la audiencia”, comentó Joan Manuel Pardo en exclusiva con Rock N’ Ball. Generación de climas, luces, coros. Se la bancan bastante bien solos. ¿Cómo se la bancan dos personas solas? Haciendo las cosas como se debe, no hay mucha vuelta. La tentación porque suene un bajo es grande pero en este proyecto así es el plan y parece estar claro. “La guitarra pasa a través de un pedal, el octavador [Octavizer, en inglés], y lo que tiene ese pedal es que te permite sacar la línea [de guitarra] por dos amplis diferentes. La frecuencia grave va enchufada al ampli de bajo”, acota el guitarrista. 

Entonces, solo con su pedalera y Santiago Luis en la batería (que con su gorrita parece literalmente recién bajado del camión) salen a relucir temas como Un Poco Más de Consideración, Confianza en Tí Solo o 999 Calorías, repasando, de esa manera, un poco de todas las partes de su discografía, EPs incluídos. Y suena, por si alguna duda quedaba.

Pasada la hora de show, Las Bodas Químicas se plantan en escenario y le dan rienda suelta sin perder un momento. José Lavallén (guitarra y vocalista) está completamente convencido de lo que hace, con sus dedos llenos de púas, como anillos, y a veces hasta con slide y todo. Y baila, pone caras y, muy en la suya destaca, pero no hay que dejarse engañar por la apariencias: la banda también deja todo -faceta que queda clara al finalizar exactamente en el compás pautado, no importa cuánto esté flotando la gente en el ambiente.

Mas no es de malvados, el tiempo es tirano y a las dos bandas les recortaron tiempos y temas de la lista que originalmente iban a hacer (las listas a la vista de todos confirman la información). La Tangente no estuvo llena, es cierto. Su capacidad llegó, con muchas ganas, hasta tres cuartas partes. Por qué un sábado a la noche ocurre eso con dos buenas bandas emergentes es una cuestión que aún debe resolver el ambiente, sobre todo tras la lenta, lenta vuelta los escenarios post-pandemia.

A su vez los acompañaron Barbie Aguirre en bombo y voz (¡y qué voz!) para Varita y Ronen en guitarra acústica para Fácil y Prisionero, dos temazos.

Lamentablemente, ninguna de las listas llegó a ejecutarse hasta su fin, pero no deja de destacarse como, a pesar de todo, el público los despidió del escenario cantando fuerte y claro: “Dale las Boooo/Dale las booo/ Dale las Boooo/dale las boooo…”.