Pato y Trini son dos amantes de la música, parte de la familia RNB que cualquiera se puede encontrar en un festival. Pero esta vez, la llegada a Mercedes para disfrutar del Mastai no fue una idea suya. El padre de Pato quería llevar a su hermano menor a un recital, pero nunca había podido porque al hombre le gustaba Divididos y Los Piojos, algo con lo que el más pequeño no coincidía.
Pero otro nombre de la grilla, Wos, cambió todo, y el festival se convirtió en un viaje familiar. Unos tíos se enteraron que tocaba Manu Chao y se sumaron a la caravana junto con sus primos. Dos vehículos llenos de niños, jóvenes y adultos partieron entonces, demostrando que en la actualidad, la música que antes solía dividir generaciones cuando el rock era rebeldía, hoy parece haber cambiado su paradigma.
El Mastai es en la actualidad una de las tantas muestras de que los prejuicios van desapareciendo, y en un periodo de pocas horas se puede disfrutar de las increíbles melodías pop de Julieta Rada y Manu Martínez, el rock tradicional de La Que Faltaba, Divididos y Ciro, la cumbia de Damas Gratis, el flow de Wos, la pesadez de Carajo y tantas otras experiencias sensoriales, auditivas y emociones. Esa congregación de géneros da la posibilidad de reunir a las familias, artistas, y a la gente que decide ir.
La jornada comenzó temprano, con la apertura de puertas a las 14, y mucha gente en Mercedes disfrutando del sol y la lejanía de la ciudad en los alrededores del Parque Independencia. Pogo, baile, pedidos de paz y fuerza para los hermanos chilenos, y convivencia fueron los puntos más destacables del sábado.
Por otro lado vale mencionar que a pesar de la integración comunal, hubiese estado bien que eso se dé sobre los escenarios, ya que solo se vieron las típicas juntadas piojosas: Ciro en La Que Faltaba, y Chucky de Ípola y Daniel Buira con Los Persas. Andrés también se animó a invitarlo a Wos.
Otra cosa a tener en cuenta es que, si bien aún no está vigente la ley de cupo femenino, algunos festivales considerados “inclusivos” gracias a todos los valores mencionados anteriormente, comiencen a tener en cuenta a las músicas, ya que nuevamente hubo una cantidad ínfima de representación femenina en los escenarios principales: Julieta Rada y Manu Martínez casi abriendo el festival, Camila Andersen como voz de El Plan de la Mariposa solo en algunos temas, y luego coristas de Ciro (Rada de nuevo), Damas Gratis (Romina Lescano), y la bajista de Wos, Natasha Iurcovich.
Desde los primeros artistas de la tarde mercedina comenzó un desfasaje horario que se haría más evidente en la noche y tendría consecuencias para el final de la jornada, a cargo de Ciro -que terminó su show a la medianoche- y Lapakita, proyecto de Manu Chao de rocksteady y dancehall que fue presentado como un “After Party”.
Cuando el sol pegaba directamente sobre el parque y las cabezas del público que se iba sumando al festival, Julieta Rada y Manu Martínez le ponían pop al día. Más tarde sería tiempo de los primeros pogos, con La Que Faltaba, principalmente con clásicos como “Taxi boy”, “Cruel”, “Fantasma” y “El balneario de los doctores crotos”.
Con una gran sincronización, los artistas desfilaban por los escenarios Norte y Sur, que estaban pegados, por los que se hacía más evidente este carácter esquizofrénico del evento: Ni bien terminaban las canciones amables de El Plan De La Mariposa, sonaba la distorsión y la agresividad de Carajo, para dejar servido en bandeja al público la energía que necesitaba Wos para largar con “Luz delito”.
La canción, parte de su primer disco, “Caravana”, está cargada de referencias musicales y líricas a “Luzbelito y las sirenas” de Patricio Rey y Sus Redonditos de Ricota. El concierto de Valentín Oliva (nombre real del rapero) fue también la primera intervención política de la grilla. “Para que no sigan disparando en la calle, para que dejen de tirarle a los pibes”, dijo antes de comenzar con “Protocolo”, para luego golpear fuerte durante su freestyle: “Si se la dimos al gato que la reciba Piñera”, luego enviando fuerza para el pueblo chileno.
Los momentos más importantes de su concierto fueron con el hit “Canguro” y Andrómeda”, tema con el que cerró. Más allá de su talento y flow dentro del rap, Wos es un referente con conciencia, y es algo que los más pequeños fans podrán agradecer dentro de unos años. La música como arma para decir cosas, de las que se deben decir, es hoy una excepción, cuando la regla va por otros lugares más frívolos. Que un pibe de 21 años con un mensaje profundo sea uno de los artistas más importantes del país, es de gran esperanza.
Pero el vaivén musical debía continuar y sobre el escenario Norte salió Pablo Lescano ante miles de fans y banderas rockeras. Tocó su teclado, y casi sin mediar palabra le regaló varias de sus cumbias inolvidables al público, en lo que era su reaparición tras más de una semana de incertidumbre sobre su salud. “¿Querían bajarme, que no iba a llegar al Mastai?”, dijo antes de arrancar con “Quieren bajarme”. Lescano fue el segundo artista en mencionar la situación de la región sudamericana, al pedir palmas en apoyo “para la gente de Chile”.
Cambiando el clima, minutos más tarde salió a escena Manu Chao como “El chapulín solo”, en su faceta acústica. El francés con guitarra y dos músicos más, uno con un cuatro cubano y otro con bongós para la percusión, interpretaron clásicos del artista en su etapa solista y viejos éxitos de Mano Negra. “Me llaman calle” para arrancar, “Si yo fuera Maradona”, “Clandestino”, “Huelga de amores”, haciendo referencia a Divididos, y luego otra declaración “Al pueblo chileno en búsqueda por una verdadera democracia”.
Todas las canciones sonaban fuerte a pesar de su formato análogo, pero para mantener el ritmo, un golpe en negras funcionó como pulso durante todo el concierto, y, además de ser hilo conductor de un tema al otro, se asemejaba al formato “medley” que utiliza en sus recitales eléctricos, en donde la base ska no para ni un segundo. Una vez terminado su set, al trovador lo invitaron a sentarse nuevamente para continuar improvisando canciones, ya que al parecer Divididos aún no estaba listo para arrancar, y pasaron 15 minutos más de “oioioio”, que el público obviamente comenzó a notar como repetitivo.
Después de una espera eterna, Ricardo Mollo salió con la guitarra colgada, al igual que Diego Arnedo con su bajo, mientras Catriel se sentaba en la batería y saludaba al público. Tras “Sobrio a las piñas”, el power trío continuó con un clásico setlist. Es difícil decir algo que no se sepa de Divididos, en primer lugar porque es una de las mejores bandas de rock, y en segundo por el hecho de que literalmente no hay nada que contar de la banda. Sus shows son idénticos -perfectos, vale decir-, sean en festival o en su tradicional Flores y solo se ven modificados levemente cuando se mudan al fatídico sonoramente hablando Luna Park.
Tan legitimados por el público rockero general, casi no se puede hacer polémica sobre “La aplanadora” (bueno, tarde o temprano deberíamos hablar de la denuncia que recayó hace varios años contra Arnedo por violencia de género sobre su ex mujer, algo de lo que hace años no hay información pero el pueblo rockero se encarga de silenciar y muestra indiferencia).
Uno es consciente de que a la inspiración no hay que obligarla. Y si bien los dos temas nuevos que editaron en 2019 son una especie de respiro para los fans, sin nuevos temas, no hay discografía extensa que valga, la lista podría ser la de cualquier show y es un poco inquietante que una banda tan importante como Divididos lleve más de diez años de conciertos casi iguales.
La mística de Sumo, el homenaje constante al oeste, los covers de Sandro y Pappo, los temas que todos quieren escuchar para obtener su dosis de rock y pogo, “Amapola…” La cuestión folclórica, lo que todos sabemos y esperamos de Divididos, y nada más.
Minutos antes de las 23 se escuchó el piano de “Prometeo”, tema con el que arrancó Ciro con sus Persas. “Este tema se lo hice a mis hijas y la más grande me hizo abuelo hace poco
Para mi nieta Helenita”, dijo dedicando “Canción de cuna”, tema de Los Piojos a su familia. Tras repasar su discografía Persa y Piojosa, invitó a Wos que comenzó a improvisar mientras sonaba la base de “Pistolas” aletargada para la ocasión. “Nos vivieron jodiendo y los lápices siguen escribiendo” dijo cantando y gritando en modo de protesta el rapero.
Micky Rodríguez hizo sonar su bajo para “Tan Solo”, momento al que también se sumaron Chucky de Ípola y Daniel Buira, y concretar una nueva juntada de Los Piojos. Además, tocaron “Todo pasa” y “Ruleta”. Para el final, la mística del 87 se manifestó con “Como Alí”, “El farolito”, “Muévelo”, “Balneario…”, “Genius” y la despedida estuvo a cargo de la armónica de Ciro con la que sonó el Himno nacional. Para que la monada se sienta conforme y feliz.
La lejanía del hogar, la noche que se puso bastante fría, y lo tarde que comenzaron los últimos conciertos, hicieron que mucha gente se vaya del Mastai antes de ver a los artistas principales. Gente con remeras de Los Piojos ya enfilaban para la salida antes de que terminara Divididos.
La programación y el incumplimiento de horarios siempre es un tema pendiente en los festivales de rock, un tema que parece menor, pero que significa una falta de respeto para artistas y audiencia por igual. Otra cuestión que ya es ajena a la producción pero no deja de ser lamentable, es que durante la tarde y la noche se vio una exagerada cantidad de gente llevada por la Cruz Roja, desmayada, algo de lo que no se podría culpar solo al calor y la falta de hidratación.
La jornada se hizo larga, pero no por eso menos placentera. Vale recalcar, que se hizo también una pre selección de artistas mercedinos, entre los que quedaron elegidos tres bandas que hicieron su presentación en un tercer escenario.
Mucha música más allá del rock hicieron del Mastai un verdadero festival de espíritu rockero.
Fotos de Cristian Sangermano
Comentarios