El Luna Park fue el lugar elegido por Helloween para tocar en Buenos Aires como parte de su gira Pumpkins United 2017/2018. El mítico palacio de los deportes recibió a la emblemática banda de power metal alemán, que trajo un plantel casi completo para festejar los 30 años de la edición de “Keeper Of The Seven Keys”, su álbum doble de 1987.
Un comienzo de gira complicado en México, dónde Michael Kiske (Ex vocalista invitado para la gira) sufrió un virus que afectó sus cuerdas vocales y tuvo que recurrir al soporte de pistas y Andi Deris (Actual cantante de la banda) para poder completar el show.
¿Pero qué es esto? ¿Cantante y ex cantante compartiendo escenario? ¿Es eso posible? En un género tan noble como el metal si, ambos cantantes comparten no solo canciones, sino que cada uno cede su lugar al otro para que se luzcan en sus temas y hasta cruzan algunas canciones para deleite de los fans.
A todo esto se sumó también Kai Hansen, fundador de la banda, para aportar una tercera guitarra a la ya clásica de Michael Weikath (Otro fundador y actual líder de la banda) y Sascha Gestner (El crédito joven y ecléctico de la banda). El resto de la maquinaria de Helloween se construye con el bajo de Markus Grosskopf y la batería de Dani Löble.
Así, montado sobre su disco más icónico y una superbanda que rememora los tiempos dorados, Helloween encaró el Luna y lo detonó como si se tratase de un edificio abandonado.
El comienzo con “Halloween” y ambos cantantes actuando a contrapunto en el tema, voces esplendorosas y un sonido apabullante hicieron del comienzo un tremendo subidón, que se pronunció con “Dr. Stein” y terminó de explotar cuando sonó “I Am Alive” con Kiske en soledad rememorando porque fue la voz emblemática de la banda tantos años.
Sin embargo, el retorno de Daris al escenario trajo consigo “If I Could Fly” y “Are You Metal?”, dos temas impresionantes que son de una época menos clásica de la banda pero que en la voz de Andi y el trío de guitarras alcanzaron un clímax ideal demostrando que el camino recorrido fue largo y muy experimental por tramos.
Las idas y venidas de los miembros de la banda fueron cambiando el rumbo creativo y, lo que fue un drama en su momento, hoy parecen postales de un recorrido musical impresionante.
“Kids Of The Century” llegó con un Kiske notablemente inspirado y “Waiting For The Thunder” obligó a Deris a subir su apuesta. Sin competencia alguna, ambos daban lo máximo y la banda brillaba como un brioso corcel. Luego fue el turno de “Perfect Gentleman” con ambos compartiendo la canción.
El siguiente tramo fue un claro homenaje a “The Walls Of Jericho”, aquel primer disco de dónde Kai Hansen era el cantante y fue él quien cantó en el medley “Starlight / Ride the Sky / Judas / Heavy Metal (Is the Law)”, rememorando la génesis de la banda misma.
Tras semejante explosión de nostalgia, fueron ambos vocalistas quienes en soledad con Sascha Gerstner tocaron una balada -previa sesión de chistes entre los vocalistas- para bajar los decibeles. Sonó “Forever and One (Neverland)”, en un dueto emocional altísimo.
La banda gozaba de un excelente humor, tanto la figura de guitarras trillizas como los cantantes usando todo el escenario (Que incluía tarima alargada hacia dentro del público) y la gente enfervorizada por el terrible espectáculo desplegado.
Siguió la balacera de temas potentes, sin dudas el power metal que ellos forjaron es inoxidable, así se sucedieron “A Tale That Wasn’t Right” y “I Can” sin frenar.
Luego llegó el momento emotivo con el solo de batería a cargo de Dani Löble, quién además tuvo una “batalla” imaginaria de baterías con Ingo Schwichtenberg (Miembro fundador que murió en 1995) a través de un vídeo de él tocando la batería a quién Dani seguía desde el vivo.
Pasado el momento emotivo y recurriendo a dibujos animados para usar entre tema y tema del show (Eran unas calabazas animadas llamadas Seth y Doc), la gente esperaba el plato fuerte pero la potencia y calidad de la banda ya habían pagado el ticket.
El recorrido siguió con “Livin’ Ain’t No Crime / A Little Time”, “Why?”, “Sole Survivor”, “Power” y cerró con el poderosísimo y muy aclamado “How Many Tears”. La noche parecía llegar a su fin, atrás quedaban los miedos a cierto mal envejecimiento de algunos miembros: nunca pasó, Helloween es una banda que sostiene su vigencia apoyada en su calidad musical.
El encore con “Eagle Fly free” y el tema de alrededor de 15 minutos “Keeper Of The Seven Keys” dejaron al publico extasiado y con la cabeza zumbando. En el trayecto largo se produjo la presentación de los miembros, quienes fueron pasando uno a uno por la tarima mientras recibían elogios y se iban retirando mientras la canción sonaba de fondo.
Es así que llegó el final y subieron para hacer “Future World” y “I Want Out”, tal vez los dos hits de la banda, aquellos que sirvieron de ariete para abrirse paso como referentes del power metal. El final de fiesta incluyó papel picado y calabazas inflables entre el público.
La gente se retiró feliz, con una sonrisa era una imagen pintoresca ver tanta gente de negro, con los pelos largos, barbas, cadenas y tachas contentos como nenes. Helloween había dejado sus egos de lado y estaba en gira con su mejor plantel, demostrando que siguen perteneciendo a la elite del metal y destrozando con toda teoría de gira con fines monetarios.
Helloween repasó su historia mejorándola, aportando variedad a un show que podía hacerse de muchas otras maneras pero, sin embargo, eligieron la más difícil y la que mejor salió.
Fotos cortesía de Hernán Samartin.
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