Yendo de punto, sabiendo que el rival es el favorito, con ausencias clave y ante una serie complicadísima. Así llegó el equipo argentino a Praga, con tantas dificultades como ganas. En el primer día, el objetivo y la necesidad de un 1-1 no fue posible.
Abrió Mónaco ante Stepanek. Comenzó bien, con un quiebre rápido que perdió con mayor velocidad. Terminó sin hacer pie en el tiebreak de un primer set en el que sacó para estar 4-1.
Hasta ahí, Radek no estaba cómodo y se puso en ventaja gracias a su oficio en estas instancias decisivas. Desde ese momento, fue letal. Con poco esfuerzo doblegó a “Pico” en todo momento. Fue un 7-6, 6-3 y 6-2 doloroso, porque era la gran apuesta del viernes.
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Luego fue el turno de Leo Mayer. La expectativa era menor, no por menospreciar al argentino sino porque enfrente estaba Thomas Berdych. Sin embargo, el “Yaca” jugó un partidazo: firme en sus golpes y bien parado en la cancha, complicó al checo y mereció algo más.
Ya en el primer set, la segunda raqueta de nuestro país demostró que no iba a ceder fácilmente. Game a game, Berdych terminó inclinando a su favor sobre el final y se lo llevó por 6-4.
La respuesta del argentino llegó inmediatamente. Apoyado en su derecha pero respondiendo muy bien de revés, se quedó con el segundo parcial por 6-4. El checo no pudo tolerarlo: impuso su juego de top 5 y lo cerró por 6-3 y 6-4. Ajustado pero merecido para el local.
Así las cosas, República Checa tiene triple chance de ser finalista por segundo año consecutivo. Ahora es el turno del dobles, donde se posa el resto de esperanza argentina que queda. Zeballos y Berlocq son los elegidos por Jaite. ¿Es posible soñar?
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