El Club Atlético Victoriano Arenas volvió a la Primera División C. Le ganó 2 a 0 a Lamadrid y firmó su ascenso. El club histórico tiene un pasado que siempre estuvo unido con el barrio, con la fábrica y, sobretodo, con los trabajadores. Cada vez que uno quiere ir a la cancha para cubrir un partido la Saturnino Moure, estadio del CAVA, aparece la misma indicación: “Tenés que pasar por la SIAM”.
El conjunto de Valentín Alsina se fundó el 2 de enero de 1928 bajo el nombre Juventud Obrera de Villa Victoriano Arenas. En paralelo, ese mismo año la Siam Di Tella, creada con capitales nacionales por Torcuato Di Tella en 1911, tomó la decisión de unificar la producción en un solo taller. La curva ascendente de la empresa industrial mantenía el curso que había comenzado gracias a la elaboración y venta de surtidores de combustible para YPF en el gobierno de Yrigoyen. El alza en sus valores surgió efecto y la empresa logró agrupar su fabricación. Por esa necesidad imperiosa de unificar producciones nació la fábrica ubicada en Avellaneda. Desde allí empezó la realización de heladeras comerciales, motores eléctricos y equipos de bombeo. Todos ellos fueron los productos insignia de la marca en aquellos tiempos.
A mediados de la década del ’40, el ya conocido como Club Atlético Victoriano Arenas priorizó la compra de unos terrenos para la construcción de su sede y lo consiguió en 1947. A su vez durante esos años, el impulso de la Industria Nacional y la nacionalización de los trenes en 1948, llevado a cabo por el General Juan Domingo Perón, beneficiaron a su futuro vecino, la SIAM. En el caso específico de los ferrocarriles, la medida adoptada por el mandatario significaba la renovación de todo el material rodante. La empresa sacó provecho debido a que se encargó de la realización de generadores y motores a tracción de toda la flota.
Luego, en 1959, la integración de Siam Di Tella al régimen de Promoción Automotriz permitió la creación de Siam Di Tella Automotores. El 2 de abril del año siguiente, se presentó el primer Di Tella 1500. En dos meses se produjeron 1000 autos por la extensiva demanda. La planta de Avellaneda en el cual se estampaban los elementos de la carrocería estaba de fiesta por semejante logro empresarial. Justo en esos meses, la “península” que se encuentra frente a la fábrica recibió un nuevo habitante. Ese lugar a orillas del riachuelo fue el elegido por el CAVA para la edificación del Saturnino Moure. La pujante institución se metía de lleno en el fútbol mientras su industrial vecino disfrutaba de las épocas de gloria.
La afiliación a la AFA llegó en 1963. En su primera temporada Victoriano alcanzó el séptimo lugar y de esta forma cumplió una digna actuación. Mientras la pelota rodaba en la península, las oficinas de enfrente comenzaron a tener complicaciones. La década del ’60 marcó una crisis empresarial y la SIAM debió endeudarse con el Estado. Se adoptaron dos soluciones: Se pidieron créditos al Banco Nacional de Desarrollo y se dejó de pagar impuestos. Sin embargo, los números se mantenían en rojo y la capacidad económica se tornó irrecuperable y SIAM debió pagarle a su acreedor con acciones de la compañía. La debacle prosiguió hasta 1972, año en el cual el Estado se convirtió en el dueño total de la misma. Sin embargo, apostó por ella y la declaró de “Interés Nacional”.
No obstante, el cambio de modelo económico llevado adelante por el Ministro de Economía, José Alfredo Martínez de Hoz durante la dictadura significó el principio del fin para la firma. El proteccionismo estatal que recibió la compañía hasta ese momento se transformó en un desmantelamiento completo. Para el Gobierno de facto, la SIAM era una carga. En otro ámbito, su compañero de ubicación, Victoriano, había disfrutado su primer ascenso a la Primera C en 1974, pero no se pudo mantener y retornó a la D en 1977.
Alfonsín no pudo rescatar a una compañía en crisis y deficitaria. De esta forma, el Presidente re-impulsó la privatización y en 1986 es vendida a tres grupos Techint, Perez Companc y Aurora Grundig. Los problemas inflacionarios que aquejaron el final de la década se tradujeron en el cierre de la compañía. Unidos por el destino, CAVA registró en 1988/89 uno de los dos peores promedios y fue desafiliado durante una temporada.
En su vuelta a la actividad, Victoriano registró una formidable actuación y ascendió a la primera división C y se mantuvo allí por dos temporadas. Hasta que descendió nuevamente. A mediados de la década del ’90, su fábrica vecina se reestructuró y se matriculó como la Cooperativa CIAM. Desde aquel momento, 100 trabajadores formaron parte de ella. Esta vez, el conjunto de la península, volvió a la Primera C. Y el Saturnino Moure festejó como en sus mejores épocas.
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