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Un estigma llamado Copa América

En Estados Unidos, Gerardo Martino no solo buscará el primer título de la selección en 23 años, sino también evitar otro golpe duro como el sufrido el año pasado en Chile.

En 1993, en el Estadio Monumental de Guayaquil, Alfio Basile se encontraba besando la Copa América junto con Oscar Ruggeri, capitán del seleccionado que había logrado el decimocuarto trofeo tras vencer por 2 a 1 a México en el partido decisivo. Era el segundo título continental que había ganado desde el arranque de su estadía en la selección argentina. Nadie sabía que en aquel 4 de julio iba a obtener la albiceleste su última competencia internacional.

Basile 1993
Foto: Terra

Tal como sucede con las cosas malas,  al principio no había demasiado importancia para darle. La siguiente Copa, en Uruguay en 1995, las únicas molestias fueron la decisión de poner un equipo alternativo frente a Estados Unidos, y que en el gol de Tulio en el partido de la eliminación a manos de Brasil, el atacante la bajó con la mano. En Bolivia 1997 fue un equipo netamente alternativo, quedando aquella competencia completamente en segundo plano. Paraguay 1999 fue más recordado por los tres penales errados por Martín Palermo que por la eliminación dos partidos después contra los brasileños, y en Colombia 2001 directamente no hubo participación, más allá de que fue por motivos ajenos al fútbol (se adujo la falta de garantías  de seguridad por el conflicto con las FARC).

En Perú 2004 se empezó a hacer el click, principalmente, porque aquella final perdida contra Brasil fue la primera chance concreta de sumar un título en 9 años (en la Copa Confederaciones, por entonces Rey Fahd, de 1995 se llegó a la final, siendo derrota contra Dinamarca). Igualmente, más allá del dolor que conllevó esta derrota, que parecía victoria 10 segundos antes del final, quedó en el registro de las “derrotas dignas”, más que nada porque aquel seleccionado dirigido por Marcelo Bielsa recuperó el fútbol que pareció haber perdido en 2001, más allá de que meses después de esto, renunció imprevistamente.

Esa suerte no corrió el mismísimo Basile, 13 años después de haber conseguido el bicampeonato. El 0-3 sufrido con la verdeamarela en la final de Venezuela 2007, sumado a las imágenes de relax previas a esa final, a la cual se llegó luego de 5 partidos que invitaban a la ilusión (salvo contra Paraguay, los triunfos fueron por más de un gol de diferencia), marcaron al Coco, cuya reputación tras esta caída no volvió a ser la misma. Se podría decir que allí se inició la caída libre hasta llegar a su punto más álgido un año y meses más tarde, con la derrota frente a Chile en las eliminatorias, lo que terminó provocando su renuncia al seleccionado.

Foto: Telapico
Foto: Telapico

Los años pasaban, y los títulos seguían sin aparecer. La copa de 2011, en donde eran locales, parecía el escenario ideal para romper esa maldición, que iba a cumplir la mayoría de edad por aquel entonces. Sin embargo, un confundido Sergio Batista nunca le encontró la vuelta a una albiceleste que continuó perdida tras la gestión de Diego Maradona, más allá de frases pour la galerie como “quiero jugar como el Barcelona“. La realidad distó mucho de eso, y quedó eliminado en cuartos contra Uruguay. Eso determinó la destitución (de hecho, fue el único entrenador que no se fue por voluntad propia durante las más de tres décadas de grondonismo) del ex entrenador del Sub 20.

“Si no ganás la copa, indemne no salís. No nos pasó en la anterior, cuando llevábamos once meses de trabajo y perdimos una final por penales. Fue una masacre, ¿por qué ahora sería distinto?”. Esa frase fue pronunciada por Gerardo Martino, consciente no solo de su destino luego de que en Chile tuvo una copa a los ponchazos (salvo las semifinales contra Paraguay -parece costumbre golear en semis para claudicar al siguiente partido-), sino también de que, en los próximos días, en tierras norteamericanas, cualquier resultado menos campeón lo dejaría aún más complicado, más allá de que en las eliminatorias se encuentren en una posición ciertamente favorable. Como Basile en 2007. Como Batista en 2011.

Periodista deportivo, aunque también pueden decirle Licenciado. Escribió un libro, el árbol y el hijo aún los debe. Fanático de los deportes (y de Boca), pero también de los libros (más aún los de Casciari) y de Love of Lesbian. En una palabra: polifuncional.