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Ser el Leicester

El humilde equipo inglés consiguió la épica y se quedó con un torneo reservado para cualquiera, menos para ellos. Con sacrificio, humildad, espíritu de equipo y una alquimia que sólo está en los equipos llamados a quedar en la historia, el Leicester ganó la Premier League por primera vez en sus 130 años de historia. El fútbol vuelve a regalar una historia para contar por siempre.

En algún lugar de Leicester, dentro de muchos años, un padre le contará a un hijo sobre el día que su equipo, el humilde Leicester, consiguió lo que parecía increíble: ser campeón de la Premier League. Le hablará de Ranieri, de Vardy, de Mahrez, incluso del sismo que generó Leo Ulloa. Y también de Eden Hazard, ese belga que jugaba muy bien y que con su tanto ante el Tottenham dio paso al delirio de una ciudad que no durmió aquella noche del 2 de mayo de 2016.  Y si ese padre, allá lejos con los años, le agrega a la historia ribetes de cuento y de leyenda no le faltará razón. Porque el campeonato del Leicester fue eso, una de esas epopeyas que relataba Homero en la Ilíada. O incluso más. Porque, no nos vamos a engañar, el fútbol es más grande que la mitología griega y matar al Minotauro es moco de pavo al lado de ganar un torneo que también juegan Manchester United, Manchester City, Chelsea, Arsenal, Tottenham y Liverpool. Seamos serios, ¿no?.

“Leister”, como se pronuncia, es una ciudad pequeña, de 300 mil habitantes, enclavada en el corazón de Inglaterra, a 163 km de Londres, la ciudad donde se terminó de escribir su página más gloriosa, con el empate en 2 en el derby de Londres entre los Spurs, los “villanos” del cuento y el Chelsea. Es una ciudad donde el fútbol tiene su lugar, como en toda inglaterra, pero las luces son para el Rugby, que lleva la bandera deportiva. Es un equipo que además pagó 10,3 millones de euros su fichaje más caro: Shinji Okazaki. Ese equipo es el mejor del fútbol inglés. Ese equipo pudo contra billeteras tan abultadas como ambiciosas. Ese equipo puso su nombre a la fuerza en la marquesina del fútbol europeo. Ese equipo es el Leicester City, y acaba de convertirse en recuerdo eterno, en utopía. Se escribirán cuentos y poemas, se hablará de héroes, de leyenda y de mitos. Y no es para menos. Porque fue campeón. Y ser campeón no es para cualquiera.

Y en ese camino entre el sueño y la épica, el Leicester se convirtió un poco en el equipo de todos los hinchas de fútbol del mundo. Porque uno es hincha de su equipo primero, pero del fútbol después. Ser hincha del fútbol es querer que el Leicester sea campeón, desearlo con tantas ganas que incluso se gritan o se mete puñito en el empate de Wes Morgan en pleno Old Trafford. Es eso. Y quizás no tanto por afinidad futbolística, más allá de ser el equipo menos amarrete que alguna vez planteó Claudio Ranieri en una cancha, si no por lo que simboliza. Este “Leister” encarna lo imposible, la utopía, el milagro del fútbol, da validez a esa vieja certeza que dice que “en el fútbol son once contra once”. Es la única manera de explicar como este equipo le ganó la Premier League a potencias como los dos Manchester, el Chelsea, el Liverpool, el Arsenal y hasta el propio Tottenham. La única y la más valedera.

El padre de la criatura, Claudio Rainieri, que además del juego, le imprimió un cariño casi paternal a su plantel.
El padre de la criatura, Claudio Ranieri, que además del juego, le imprimió un cariño casi paternal a su plantel.

Ranieri construyó un equipo sólido como el acero, sin estrellas, pero si con muchos obreros, que contó con un Riyad Mahrez brillante, con un JamieVardy goleador, con un Kasper Schmeichel a la altura de la leyenda de su padre, un Wes Morgan raquitíco pese a las dudas que generaba en un primer momento por su físico y un Danny Drinkwater, jugador franquicia, que se dio el gusto de su vida. Lo más increíble es que, en la temporada pasada, sólo un verdadero enfermo de este deporte podía saber qué era de la actualidad de esos jugadores. Es que el Leicester es un equipo plagado de revanchas, plagado de segundas oportunidades, digno de un guión hollywoodense. Y que ese equipo haya dejado el terreno del romanticismo para cristalizar toda esa bola de aristas en un título de Premier League es hermoso. Y sólo el fútbol lo puede.

Por eso hoy ganamos todos. Porque hoy ganamos los que creemos en el fútbol, los que empezamos a enamorarnos de este deporte que tenía a nuestro viejo pegado a la radio, que lo hacia gritar, reir, llorar y amargarse. Los que empezamos a desear jugarlo en cada recreo, con alguna pelota de papel, o mucha cinta de pintor junta, como para que tenga forma esférica; los que lo convierten en religión cada vez que se juntan “con los pibes” a patear una pelota en un potrero, en una esquina, en una cancha de fútbol 5 o dónde de. Porque si algo tiene el fútbol es que da para jugarlo en casi cualquier lugar. Incluso, se puede jugar sin arcos o con uno sólo, como parece que juega el Barcelona cada vez que sale a la cancha.

El Leicester fue la revancha de todos aquellos,como canta Callejeros. Fue la revancha de los equipos que quedan ahí, en la puerta de la gloria, y por escasos segundos, partidos o por detalles no consiguen dar el grito sagrado. Una película que de tantas veces, parece que tiene un único final. El Leicester demostró que no, que hay otro final posible, que con trabajo, sacrificio, disciplina, espíritu de equipo y dándosela a un compañero se puede conseguir lo que parece lejano.

El equipo que quiso ser leyenda. El Leicester ganó 22 partidos, empató 11 y perdió 3.
El equipo que quiso ser leyenda. El Leicester ganó 22 partidos, empató 11 y perdió 3.

5000 a 1.

Así arrancaron las apuestas de este año de alguna de las tantas casas de apuesta. El Leicester pudo haber hecho más de un millonario este día, aunque habrá que ver quién fue tan delirante como para creer en este milagro. Ranieri fue uno. Llegó a Leicester después del escándalo sexual que involucró al hijo del anterior DT, dos compañeros más y tres prostitutas tailandesas. Un video que los mostró insultándolas, denigrándolas y maltratándolas, fue suficiente para que Vichai Raksriaksorn, el magnate tailandés que lo compró cuando navegaba en el ascenso, le de salida a Nigel Pearson, héroe de la ciudad, que mantuvo al equipo en Primera. Ranieri formó parte de la revolución, y con él llegaron jugadores de la talla de Kanté y el japonés Okazaki. De a poco, se iba formando la leyenda. La leyenda en la que casi nadie creía.

Ni siquiera esos locos que miraron el Chelsea-Tottenham, cerveza en mano y nervios en cuore. Porque ni el más optimista hincha del Leicester esperaba esto. Soñarlo seguro, porque el mundo de los sueños es hermoso, pero de ahí a que se haga realidad. Pero ahí estaban, esperando que el equipo “blue” le arranque al menos un empate en el clásico a los “spurs“. Algo que siempre es probable, pero que no lo era tanto teniendo en cuenta la pésima temporada del ex equipo de José Mourinho. Más cuando el Tottenham se adelantó 2-0 en el feudo del rival londinense. Sin embargo, este Leicester merecía que la ayude llegue. El 1-2 encendió una llama que se tradujo en delirio y carnaval cuando Eden Hazard estampó el 2-2 que a 7′ del final ponía al Leicester de cara a su primera vuelta olímpica y a la Liga Inglesa de cara a su primer ganador inédito, después de que el Nottingham Forest consiguiera el campeonato 1978.

Por eso hoy ganamos todos los que vemos y sentimos el fútbol pensando que ahí, en el interior de este deporte, vive lo imposible, lo inalcanzable. Además, este Leicester fue un señor un equipo. Ganó su su torneo apostando, yendo al frente. Venció 22 veces, empató 11 y en sólo tres ocasiones miró de frente a la derrota: dos contra el Arsenal (que le disputó la Premier durante gran parte de la temporada) y una ante el Liverpool. Después, no más. Incluso venció 3-1 al Manchester City en su casa. Ah, el City de Agüero es el único sobreviviente inglés en la Champions League, ningún equipo de orden menor.

Wes Morgan festeja el empate ante el Manchester United. El gol de la consagración.
Wes Morgan festeja el empate ante el Manchester United. El gol de la consagración.

Los héroes de la heroica

Ranieri consiguió alinear los mismos once jugadores 13 veces a lo largo del campeonato, como cuando algo o alguien consigue “alinear los planetas”. Este equipo repleto de ilustres desconocidos saldrá de memoria de acá hasta el final de los tiempos futboleros: Schmeichel; Simpson, Huth, Morgan, Fuchs; Kanté, Drinkwater, Albrighton, Mahrez; Okazaki y Vardy.

Precisamente Wes Morgan, jamaiquino de 32 años, fue el autor del empate ante el Manchester United en la pasada jornada será quién levante el trofeo ante un King Power Stadium que estará a reventar. Morgan llegó al equipo como toda una incógnita, y no fue el único.

El hijo de la leyenda Peter Schmeichel llegó a Leicester a cambio de 1,5 millones de euros. Un millón más se pagó por Danny Simpson, que llegó desde QPR. De Morgan, ya dijimos, pero si seguimos repasando la defensa encontraremos que Robert Huth llegó del Stoky City a cambio de 4 europalos y que Fuchs, el austríaco de 30 años, desembarcó en el equipo libre, después de toda una vida en la Bundesliga.

Drinkwater es todo un histórico: esta es su quinta temporada en los “Foxes“. Kanté fue uno de los más caros: el equipo inglés le pagó 8,5 millones al Caen de Francia. Marc Albrighton, en tanto, llegó libre, desde el Aston Villa.

Mahrez, en tanto, hizo valer de más los 500 mil euros que su club le pagó al Le Havre francés hace dos años: esta temporada marcó 17 goles y dio 11 asistencias. Okazaki, el obrero nipón de este equipo, devolvió con creces los 10,3 millones que le fueron pagados al Mainz 05 alemán. Vardy, en tanto, repuntó una carrera que no venía muy bien y se convirtió en la revelación de la revelación, el Hércules de este equipo, el que subió al Olimpo y le robó el rayo a Zeus. Anotó 22 goles y dio 6 asistencias.

Leonardo Ulloa ya anotó el gol. Después, el delirio y el sismo. Fue ante Norwich City, por la jornada 27°
Leonardo Ulloa ya anotó el gol. Después, el delirio y el sismo. Fue ante Norwich City, por la jornada 27°

El Indio Solari juega en el Leicester

No sabemos si Leonardo Ulloa escucha o no Los Redondos, pero sí tenemos una certeza: como el Indio, es capaz de hacer que la tierra tiemble. Un gol de Ulloa al Norwich en el minuto ’89 de partido, hizo temblar a Leicester. Fue uno de los seis que convirtió para ayudar a los “Zorros” a quedarse con la Premier. Además, será el primer y único argentino cuyo apellido estará en una calle inglesa, pavada de honor para el rionegrino, con pasado en Olimpo y San Lorenzo, en el fútbol argentino. Ulloa se ha convertido en el “jugador N° 12” del Leicester, ya que sacó la cara en el tramo final, cuando Vardy fue expulsado. Incluso, un penal suyo se convirtió en el vital 2-2 ante el West Ham en el King Power Stadium, en la jornada previa a esta, que terminó siendo la de la coronación.

Allí, esta ciudad pequeña vivará a sus héroes, con cuyos apellidos bautizará sus calles, tal y como lo prometieron en momentos de extásis total, cuando la conquista del título se empezara a corporizar en el horizonte.

Este club tiene 130 años de vida, y la vez que más cerca estuvo de ganar la Liga fue en 1929, año en que quedó segundo, en un torneo que todavía no era esta Premier League multiestelar y multimillonaria que hasta hoy no parecía tener espacio para los equipos como este Leicester. Pero como ya quedó claro en el fútbol todo puede pasar.

Todo es todo

Todo es esto, todo es ver como un equipo humilde, que la pasada temporada estuvo muy cerca de descender en esta levanta el trofeo, se corona como el 24° campeón de la Premier League y ya se prepará para la próxima aventura: el año que viene, este Leicester City jugará la Champions League.

Eso es lo bueno que tiene el fútbol, mientras una pelota ruede, los sueños seguirán a la orden del día. Y si no que se lo cuenten al Leicester City, el equipo que ya es leyenda.

De yapa, mirá las 10 victorias decisivas del Leicester en su camino al título