Hace exactamente tres años, el 22 de junio de 2010, Martín Palermo convertía el gol que se transformaría en el más importante de su carrera. Con 306 tantos en su haber, el que hizo con la camiseta de la selección frente a Grecia en el Mundial de Sudáfrica 2010, fue el más valioso para el “Titán”. El mismo gol que le permitió reconciliarse con el hincha argentino, terminando de cerrar de una vez de por todas aquella herida abierta en la Copa América de 1999.
El inicio de la historia de Martín Palermo con la celeste y blanca, así como el de sus récords Guiness en materia de fútbol, no fueron los mejores. Sin embargo, se dieron de forma conjunta. Para cuando Marcelo Bielsa lo incluyó en la lista de jugadores que disputarían la Copa América de Paraguay 1999, el “Loco” ya llegaba a los 50 goles con la camiseta de Boca. Su club disfrutaba de la gloria de la Era Bianchi: Bicampeón Clausura 98 y Apertura 99 y 40 partidos invicto. Martín, figura clave en esos campeonatos, había convertido 20 goles en el primero ellos, consagrándose máximo goleador en torneos cortos. Después de un gran debut en la Copa América, con dos tantos convertidos en la victoria frente a Ecuador por 3-1 que le daría su apodo de “Titán”, Palermo jamás imaginaría lo que le esperaba a continuación.
En el siguiente partido, frente a Colombia en el Estadio Feliciano Cáceres de la ciudad de Luque, Martín sufrió el papelón más grande de su carrera. De los tres penales cobrados por el árbitro Ubaldo Aquino para Argentina, el entonces delantero de Boca se encargó de errar los tres. El primero, a los 5 minutos del primer tiempo, pegó en el travesaño y se fue. El segundo, ya en el complemento, se fue para arriba sin siquiera tocar el arco. El tercero y último lo atajó el arquero Calero. A pesar de las palabras de aliento de Maradona, Bianchi y un sinfín de jugadores como Ronaldo o Cafú, que luego destacaron su valentía y perseverancia al hacerse cargo del tercer penal, Martín nunca pudo superar esa fatídica noche del 4 de julio de 1999 en que la Selección perdió 3-0 y él debutó en el Libro Guiness como el primer jugador de la historia del fútbol mundial en errar tres penales en un mismo partido. Su siguiente record mundial fue en el Apertura 2009 contra Vélez, el gol de cabeza desde mayor distancia (38,9 metros). Pero para eso aún faltaba mucho.
Después de este episodio, Palermo sabía que las posibilidades de ser convocado nuevamente para vestir la celeste y blanca eran casi nulas. José Pekerman nunca lo tuvo en cuenta y cuando Alfio Basile pensó en él, su rodilla derecha volvió a causarle problemas al 9 al lesionarse por segunda vez. Las ilusiones y las chaces de redimirse eran cada vez más ínfimas pero si hay algo que el ex delantero nunca perdió, con todas las cosas buenas y malas que le sucedieron en su vida, fue la esperanza. Y la nueva oportunidad llegó en septiembre de 2009 de la mano de Diego Armando Maradona, el mismo que había pedido por su llegada a Boca allá en el año 1997. En el amistoso de ese año con Ghana, Martín se dio el gusto de convertir dos goles y así comenzar de cero con la Selección. Para las Eliminatorias 2010, Diego lo citó las últimas cuatro fechas frente a Brasil, Paraguay, Perú y Uruguay. Pero el encuentro clave fue el de Perú. La Selección se encontraba complicadísima en su ingreso al Mundial de Sudáfrica y necesitaba ganar ese partido para tener una oportunidad más de definir su destino frente a Uruguay. El primer tiempo finalizó 0-0 y para el inicio del segundo, Maradona sabía que necesitaría de un milagro. Por eso mismo confió en Palermo, que ya había hecho toda una historia en materia de suerte, milagros y situaciones increíbles. A los 2 minutos del complemento y con gol del “Pipita”, el trámite parecía resuelto. Pero luego de eso fue Perú el que tomó las riendas del encuentro al convertir Rengifo, y el temporal que se desató en el Monumental fue el protagonista. Pero en tiempo de descuento, cuando la historia parecía sentenciada, apareció el gol de “San Palermo”, apodado entonces “el Goleador del Pueblo”. Un gol que, sin distinción de colores ni de clubes, lo gritó todo el país, incluso los más fervientes hinchas de River o de Gimnasia. Martín nos daba una oportunidad más para viajar a Sudáfrica 2010 y su herida comenzaba a cerrarse.
Fue muy discutida su convocatoria al Mundial 2010, pero en los únicos 10 minutos que le tocó jugar, Martín cumplió y con creces. Luego de vencer a Nigeria y Corea del Norte, Argentina ya estaba clasificado a los octavos de final de la Copa del Mundo y en el encuentro con Grecia en Polokwane ganando 1 a 0, Maradona decidió que el responsable de cerrar ese partido sería Palermo. El “Titán” ingresó a los 89 minutos del segundo tiempo. Pastore tocó para Messi, quien luego de una pared con Di María pateó al arco, pero no pudo ser. El arquero Tzorvas atajó el remate de “Leo” y dio rebote. La pelota pudo haberse dirigido hacia cualquier dirección, la trayectoria pudo ser otra. Pero como si el botín derecho de Martín tuviera un imán, una vez más ella lo eligió a él. Porque era el destino, porque una más le iba a quedar y porque estaba escrito. Y así fue como a los 44 minutos le quedó para definir de derecha y otra vez el pueblo argentino volvió a gritar con él. El delantero, con el número 18 en su espalda, volvió a escribir historia y cosechó un nuevo récord, convirtiéndose en el debutante mundial más veterano en convertir un gol, con 37 años y 227 días.
“Con el tiempo te vas a dar cuenta lo que significó haber hecho un gol en un Mundial y a tu edad”, le dijo en ese entonces Carlos Bilardo. Y así fue. Porque Palermo hizo goles de todos los colores. El más lindo, el de media cancha a Ustari. Los más importantes con la azul y oro, al Real Madrid en Japón. El más importante con la Selección, a Perú. Pero el más valioso de su vida, a Grecia, en el único Mundial que disputó en su carrera, en sus 10 minutos de Gloria. El gol que terminó con el dolor de 1999, el que lo redimió de esa desdicha y el que lo llevó a quedar en lo más profundo del corazón de los argentinos. Una vez más, Martín Palermo. El Goleador del Pueblo.
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