Las voces del partido se quejaban de la iluminación de la cancha y se lo hacían saber a la gente. Gimnasia y River jugaban en el Bosque, ese que es una locura, como dice la canción, cuando el equipo dirigido por Pedro Troglio juega de local. Lo que no sabían el relator y el comentarista del encuentro más importante de la fecha, es que oscuras y en su hábitat el Lobo aúlla mejor. Ceballos se asustó y cobró un penal que vieron pocos, porque miles de Lobos hambrientos en la tribuna pudieron más que las gallinas partidarias que se sentaron en la platea visitante como representantes del último subcampeón.
Ellos venían al Bosque a enfrentar a un equipo recién ascendido, con jugadores inexperimentados en la Primera división. Era un trámite contra pibes que habían hecho las inferiores en el club del que son hinchas y que ahora tenían la oportunidad de enfrentar a un grande en el comienzo de un Torneo. Nada fue como Ramón Díaz y su equipo, con algunas bajas, esperaban. Eso que era un trámite se complicó más de lo previsto, porque más allá de los merecimientos (un empate hubiera estado bien), el Expreso conducido por Pedro Troglio salió a comerle los talones al más campeón de Argentina. Hizo de la suyas en su lugar, porque el Lobo es del Bosque y ahí manda en manada.
El partido que soñaron los hinchas durante cinco años de sufrimiento se hizo realidad. Gimnasia tiene la obligación de permanecer en la Primera División, sin embargo volver a jugar en el fútbol grande contra un rival de esta envergadura tiene un sabor especial. No fue una noche más en el Bosque, es la de la vuelta del Lobo, porque los fantasmas empezaron a quedar atrás con ese Plus que genera Troglio.
Hacía mucho tiempo que no se disfrutaba así un triunfo en Primera, más allá de esos goles de Niell contra Rafaela, o el de los gritos de Traca contra el Pincha en el único clásico que ganó Gimnasia en mucho tiempo. Es el triunfo del desahogo, es el grito de haber vuelto al lugar que nos corresponde. Lucas Licht dejó de ser displicente para que lo comparen con Maradona pateando un penal. Eso también lo genera el Lobo de Primera.
Próximamente este medio publicará un libro que se llama “698, el periplo de Gimnasia en la B”, donde Licht tiene sus capítulos buenos y malos. Hoy ya ocupa otro lugar, porque todos los fines de semana se hizo más grande. Cada página va a servir para recordarnos todo lo que no tenemos que hacer, para no volver a ese lugar horrendo en el que convivimos con equipos de tercera categoría durante dos años. Hoy la historia es otra y este equipo intenta demostrar que el Lobo, con Troglio, está a la altura de volver a soñar con ser el de los noventa, el Gimnasia que queremos ser.
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