La disyuntiva acerca de si juegan lindo o si juegan feo a Boca no le importa, ellos ganan. Gracias a dos toques mágicos de Juan Román Riquelme, Boca le ganó 2-0 a Olimpo y cree en una nuevo título. Cvitanich y Mouche fueron los encargados de hacer delirar la Bombonera. Un Xeneize firme y sólido, tal cual lo fue el torneo pasado.
La elogiada defensa de Julio César Falcioni tuvo su primer sobresalto a los 15 segundos del primer tiempo. Agustín Orion salvó a su equipo con una flor de atajada después de un disparo de Rolle. Sorpresa, Boca estaba sufriendo en su casa, en la propia Bombonera y cuando no había transcurrido ni un minuto de juego. Olimpo estaba decidido a aguantar, pero no con dos líneas de cuatro tirados atrás. El equipo de Bahía Blanca salió a controlar la pelota, cauteloso, es verdad, pero buscó tener la iniciativa intentando explotar, sobretodo, la punta de Clemente Rodríguez. Claro está, era una tarea complicada. Crecieron Leandro Somoza y Diego Rivero; los dos volantes del xeneize comenzaron a recuperar y a empujar para adelante.
Cuando restaban tan solo 5 minutos para terminar el primer tiempo apareció la ventaja de Boca. Riquelme levantó la cabeza y envió un centro perfecto a la cabeza de Mouche. El siete se la bajó a Cvitanich y el ex jugador del Ajax la mandó a guardar. ¿Merecido? No, Olimpo había hecho un muy buen trabajo hasta el momento. Ah, para no olvidarse un dato. En el momento en que Román tiró el centro, había cuatro jugadores en posición adelantada, Mouche incluido.
En el complemento, los volantes de Boca se mantuvieron firmes, la dupla Rivero-Somoza limitó a un mediocampo bahiense que ya no podía tener el control que tuvo en el primer tiempo. No obstante, el equipo del Chulo Rivoira tuvo dos chances claras de empatar. Primero, tras una serie de rebotes, la redonda le cayó a Franzoia que no llegó a definir y en cambio le pegó una flor de patada a Orion. De esa jugada, la pelota cayó en el tiro de esquina y, luego de un centro, la pelota terminó adentro del arco de Boca. Gol de Olimpo. Pero, Federico Beligoy, a instancias del juez de línea -horrible frase usada en las transmisiones-, Yamil Bonfá cobró una mano muy clara. El partido seguía igual, 1-0 para Boca.
La ventaja era mínima. No obstante, una vez más, apareció el enganche. No cuesta decirlo, Boca baila al ritmo de la música que impone Riquelme. Majestuoso pase con el revés del pie derecho para Mouche. Alborotado, el siete bravo Xeneize agachó la cabeza y tras una serie de rebotes definió con el arco vacío. De ahí en más, el partido dejó de serlo. Sólo quedó tiempo para un lujoso taco de Riquelme, para una pisada de Somoza -sí, Somoza – y para que Julio César haga los cambios comunes: Ledesma por Rivero -muy aplaudido salió el Burro- , Blandi por Cvitanich -¿titular en la copa?- y Chávez por Riquelme.
En definitiva, Boca ganó, convenció y empezó a darle vida a la ilusión de un nuevo título.
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