Era difícil de creer que con las locuras de Eduardo Coudet como jugador y sus actitudes de caradura pudiese ser el Sr. técnico que hoy dirige de gran manera a Rosario Central, un conjunto que sabe a lo que juega y que nunca resigna lo más importante de este deporte, el buen trato a la pelota.
Quizás muchos no se animan a clasificarlo de esta manera, porque aún no ha ganado nada, pero desde mi punto de vista si ganó. Ya que pocos equipos pueden generar en propios y extraños lo que el “Canalla” está haciendo. Con una defensa ferria y segura, la cual está compuesta por Alejandro Donatti y Javier Pinola, la mejor pareja de centrales del momento. Los laterales que cumplen con su función defensiva pero siempre sabiendo pasar al ataque y lastimar con buenos centros. Un medio campo versátil que se compone de presión y juego asociado para abastecer a los delanteros: dos puntas que están en un gran momento y demuestran su categoría partido tras partido.
Quizás este plantel haya sido víctima de uno de los mayores robos de los últimos tiempos, tras perder la final de la Copa Argentina ante Boca en Córdoba, corriendo de ese lugar a Huracán, quien había sufrido a Brassenas y Giménez. La oportunidad para que el cuadro rosarino se corone tras largos años de sequía, pero le arrebataron esa oportunidad de una manera vil y ultrajaron el sueño de miles de hinchas y de un plantel que debió ser campeón para así culminar un gran semestre.
Porque para algunos, para esos que muchas veces no entienden de esto, dicen que solo sirve ganar y que al único que se lo recuerda es aquel que levanta un trofeo. Pobres, pobres de ellos que solo se dignifican en la victoria ya que la otra opción es sinónimo de fracaso. Deben ser los mejores en sus vidas ya que si no viven en un eterno y triste día a día vacío de gratos momentos que los hacen ser campeones en todos los ámbitos.
Hace poco tras la caída de su equipo el “Chacho” declaró: “Prefiero que cuando nos toque perder sea de esta manera“. En su interior sabe que con esa idea y cantidad de ocasiones que generan, serán más los cotejos que va a salir vencedores a los que conocerá la derrota, porque cuando esto último ocurra será porque el rival tuvo que dejar alma y vida dentro del campo de juego.
Coudet sabe y conoce al club, a la gente, y sobre todo al plantel que tiene, por eso los que entran siguen en la misma sintonía que los que ya están adentro de la cancha. Como pueden ser los casos de Gustavo Colman, un volante que pocos conocían pero que para el ex volante de River es el famoso jugador Nro. 12.
Seguramente su equipo será recordado por propios y extraños por dejar una marca y estilo, competir ante los denominados “grandes“, jugar Copa, campeonato y no tener nada que envidiarles. Si sigue con este paso su destino será dirigir en el exterior y como ocurre con los buenos jugadores, será solo un corto paso por un fútbol argentino que apenas los llega a disfrutar.
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