Ball

Por suerte está River

El fútbol argentino está bajo amenaza. Mauricio Macri tiene el objetivo de transformar a los clubes en sociedades anónimas. Dejarían de ser asociaciones civiles sin fines de lucro para pasar a funcionar como empresas. Los socios perderían peso y el fútbol perdería su capital más valioso: los valores culturales. River sacó pecho y dijo que no.

La intención del ex presidente de Boca Juniors y actual Presidente de Argentina atenta contra los orígenes del fútbol argentino. Los clubes comenzaron teniendo un valor cultural altísimo. El objetivo es que los equipos sean sociedades anónimas. Una de las excusas para realizarlo es que en Europa clubes funcionan de esa manera. Si bien es cierto que la mayoría funciona así, no es del todo correcto. El Barcelona y el Real Madrid no son sociedades anónimas (dos de los clubes más importantes del mundo). El argumento de copiar a Europa pierde fuerza. El fútbol argentino siempre fue distinto. Tiene otra esencia, la mayoría de los equipos fueron fundados por vecinos de barrio que intentaron armar un espacio social y recreativo. Otro de los objetivos fue sacar a los pibes de la pobreza, o unir una comunidad (Deportivo Español, por ejemplo). Una empresa funciona de manera antagónica a un club de fútbol. Aunque a veces las sociedades civiles sin fines de lucro funcionen mal o estén mal administradas. Eso no significa que la solución sea transformarlos en empresas. Eso es apagar un incendio con bidones de combustible.

Hay una parte importante de dirigentes deportivos que están a favor de la idea de modificar el funcionamiento de los clubes de fútbol. A río revuelto ganancia de pescador. El fútbol necesita ser diferente, eso está clarísimo. Pero quieren imponer un modelo para ganar dinero. Una empresa tiene que generar ganancias porque para eso funciona. El balance de un club puede dar cero, porque en la teoría no apunta a generar millones de pesos. Más allá de las cuestiones económicas, las sociedades anónimas le quitan peso al socio. De esta manera los socios del club pierden poder de decisión en cuanto a la gente que administra el club. En una empresa no se vota quien es el presidente. ¿Que va a pasar cuando a sus equipos les quieran cambiar los colores? El socio no va a tener forma de detenerlo democráticamente.

River Plate fue el equipo que tomó la posta. En una asamblea, los socios se expresaron en contra de las sociedades anónimas. Fue dentro del marco de una Asamblea de representantes de socios. Elaboraron un documento contundente donde dejan claro la unanimidad del rechazo:

“Entendemos y concebimos a nuestros Clubes como entidades que han cumplido desde su fundación un rol social central en nuestra sociedad, subsidiarias del Estado, brindando el ámbito donde se realizan actividades físicas, deportivas, culturales, sociales y educativas. La educación y la salud no son inversiones rentables en pesos, son inversiones tendientes a formar ciudadanos capaces y sanos para desempeñarse en su vida presente y futura (…) La transformación de los Clubes hará posible caer en manos extrañas al socio el manejo de lo que les pertenece, impidiendo la participación democrática del mismo y dejando las decisiones en manos de inversionistas ajenos a la misión y visión que en los estatutos se expresa. No es lo mismo un Club donde el socio es parte de la Asamblea de Representantes como órgano soberano que un Club manejado por decisiones tomadas en una reunión de directorio.

El documento es clarísimo y contundente. En Nuñez el “no” fue rotundo. Transformar a los clubes va a dejar las decisiones en manos de inversionistas. Por suerte existe River para plantarse y decirles que no. Por suerte todavía se pueden realizar asambleas de socios donde se tomen decisiones de manera democrática. Donde se entienda que lo que proponen desde el Gobierno Nacional es sacarles poder de decisión. Menos mal que los millonarios aclaran un poco el camino. Porque sino les estarían dando la llave, de uno de los deportes más lindos, a un monstruo imparable e infernal. Estarían cediendo todo el terreno que ganaron. Vendiéndole el alma al diablo. A un diablo cruel que no perdona. El efecto cadena sería imparable. Por suerte está River.