En tiempos en los que el Barcelona contaba con futbolistas de la talla de Ronaldo y era entrenado por Sir Bobby Robson, la historia archiva un episodio que unió de forma muy particular a Guardiola y Mourinho. Allá por 1997, todo ocurrió en torno a un partido que enfrentó al cuadro blaugrana ante el Athletic Bilbao que por entonces dirigía Luís Fernández. Pep era el emblema máximo y capitán de aquel Barça y Mou la mano derecha de Robson, quien había entablado una gran relación de amistad con el portugués desde que ambos trabajaron juntos en el Sporting Lisboa. Ese primer encuentro se produjo en 1992, año en el que el entrenador inglés fue fichado por el club luso y contrató como ayudante a Manuel Fernándes, el cual a su vez lo convenció para que convoque a Mourinho, quien lo había asistido en el Estrela Amadora, como tercero al mando e intérprete. Tan buenas sensaciones provocó Mou en Bobby, que este último lo volvió a llamar para que colaborara nuevamente con él en su paso por Porto y, posteriormente, por Barcelona.
Aquella noche de sábado, el escenario de lo sucedido fue San Mamés. Y el provocador el mencionado Luís Fernández. Lo cierto, no obstante, es que todo comenzó a gestarse en la previa a ese recordado choque liguero. Resulta que en uno de sus contactos con la prensa el célebre ex futbolista francés realizó unas duras declaraciones contra Luis Figo, acusándolo de “piscinero”, a las que Mou no dudó en retrucar. “Yo hablo con Robson, no conozco al segundo entrenador”, respondió el técnico del Bilbao. Y fue por más: “Cuidado que en San Mamés los banquillos están muy cerca. Que ese tal Mourinho esté bien sentado por lo que pueda pasar”, disparó. Las últimas palabras, sin embargo, fueron del luso: “No tendré inconveniente en darle la mano a Luís, cada uno defiende a su club. En el nuestro, con Bobby, tengo bastante libertad para hacer mis cosas. No soy un segundo que se dedique sólo a hacer de maletero o a repartir petos (pecheras) en los entrenamientos”.
Las disputa dialéctica pareció quedar al margen una vez iniciado el juego, que en su comienzo encontró al Barcelona colocándose en ventaja gracias a un tanto de Abelardo Fernández. Sin embargo el Athletic consiguió dar vuelta el marcador con tantos de Julen Guerrero y José Mari y todo estalló llegado el final. En medio de la algarabía por el triunfo de su equipo, Fernández gesticuló y esbozó cargadas en contra de Mourinho. En defensa del portugués, el que entró en escena fue Guardiola, quien visiblemente enojado por lo ocurrido se acercó hacia donde estaba el conductor del Bilbao y le dijo: “No se ría del contrario”.
Al marcharse Robson y llegar Louis Van Gaal, en ese mismo año 1997, Mou optó por quedarse en el club y como colaborador del técnico holandés, al que entre otras cosas le aportaba detallados informes acerca de los rivales, coincidió con Pep otro importante período. Cada uno desde su lugar, compartieron objetivos hasta finales de la temporada 1999/2000, tras la que Van Gaal decidió dimitir. Fue en ese momento cuando se produjo el quiebre en Mou, quien luego de desestimar un propuesta de Robson para volver a secundarlo en el Newcastle regresó a Portugal y comenzó su trayectoria como primer entrenador. Primero lo hizo en Benfica, luego en Unión Leiria y más tarde en Porto, club al que llegó a principios del 2002 y al que condujo a un rotundo éxito dándose a conocer ante el mundo de forma grandilocuente. Posteriormente, de junio de 2004 a septiembre de 2007, hizo lo propio dirigiendo los destinos del Chelsea, en el que en cuatro temporadas alzó seis títulos (el primero de los dos en la Premier League tras 50 años). Y más tarde, siempre apelando al más puro pragmatismo, del Inter, para luego terminar aterrizando en el Real Madrid.
Meses antes de que ese exitoso paso de Mourinho por Londres se acabe, más precisamente en junio, Guardiola fue presentado como nuevo entrenador del Barcelona B. Fuera del cuadro catalán, del que se fue en 2001, Pep había completado su carrera como futbolista actuando en Italia para el Brescia y la Roma, luego en Qatar para el Al Ahli y finalmente, tras regresar a España e iniciar el curso de técnico, en México vistiendo la camiseta de Dorados de Sinaloa, equipo en el que se retiró en noviembre de 2006. La oportunidad fue muy bien aprovechada por el nacido en Santpedor, quien dando cuenta de sus cualidades llevó al equipo fillial de la Tercera a la Segunda División B y sin proponérselo sembró la semilla para que a mediados de 2008 la dirigencia encabezada por Joan Laporta desestime contratar justamente a Mou y se incline por él para suceder a Frank Rijkaard y comandar al primer equipo. Bajo su mando, el Barça disfrutó de los mejores cuatro años de su historia y a base de grandes conquistas (6 en un mismo año, 14 en total) respaldadas por un juego colectivo sencillamente colosal, de posesión, rotación y pase, se hizo acreedor de infinidad de elogios, adquiriendo para la gran mayoría el mote de mejor conjunto de todos los tiempos.
Había pasado mucho tiempo y la realidad de ambos era bien distinta a la narrada al comienzo. Ni uno era más jugador ni el otro asistente. Ahora compartían oficio y en base a lo logrado se habían transformado en los dos mejores. Quiso el destino, no obstante, que también se vuelvan grandes rivales por su marcado antagonismo en lo que refiere a sus personalidades, sus modos de conducción y, principalmente, sus filosofías de juego. Así fue entonces que hasta que Pep abandonó el Barcelona protagonizaron desde los bancos un atrayente duelo futbolístico, el cual contó con innumerable cantidad de batallas que dispararon las opiniones y repetidamente reabrieron el siempre presente debate ideológico futbolero relacionando estrictamente al método o al camino para llegar al éxito, el cual ambos han sabido alcanzar con inusitada asiduidad.
Con Mou dirigiendo los destinos de Inter y Real Madrid, mandato a lo largo del cual el enfrentamiento recrudeció todavía más a causa de la puja entre clubes, en total se vieron las caras 15 veces de las cuales resulta un historial altamente favorable a Guardiola, quien festejó la victoria en siete oportunidades. Mourinho sólo lo hizo en tres, quedándose con la única final que entre ambos disputaron a un partido (Copa del Rey 2010/11), mientras que las cinco ocasiones restantes la contienda se saldó con una igualdad. De todas las veces que confrontaron una de las más recordadas es la cuarta, producida en el Camp Nou en el marco del encuentro de vuelta de una de las semifinales de la Uefa Champions League 2009/10 y en la que el Inter del portugués se valió de un planteo ultradefensivo para quedarse con el pase a la final de Madrid. Aquella vez, vencer no le sirvió de nada al once blaugrana. Otra fue la quinta, la primera con Mou en el Madrid, la cual también fue en el feudo culé y en la que por la Liga el Barcelona brindó un extraordinario espectáculo futbolístico que derivó en un 5-0 antológico. Claro que también es muy difícil de olvidar la octava, también por semifinales de Liga de Campeones pero esta vez en el Santiago Bernabeu, en la que con dos goles de Leo Messi el once catalán se llevó la victoria y dejó encarrilada la serie de cara a la vuelta. Dicha ocasión, fue antecedida por una picante rueda de prensa en la que Pep explotó y declaró a Mou, con el que siempre había evitado confrontar pese a las repetidas provocaciones de este, el “Puto amo” ante los medios. Más que contendientes, desde ese día son casi enemigos.
A poco más de un año desde la última vez, en la que el Madrid ganó en Catalunya y se aseguró la Liga, el viernes se verán otra vez cara a cara en el Eden Arena de la bellísima ciudad checa de Praga. No estarán más el Barcelona y el Real Madrid de por medio, sino el Bayern Munich y el Chelsea, campeones vigentes de la Uefa Champions League y la Uefa Europa League respectivamente. Un título se pondrá en juego y cada uno a su manera, haciendo lo posible por imponer su forma, intentará que su equipo lo consiga. Porque al fin y al cabo, en medio del fragor de un nuevo cruce entre los dos, una vez más el objetivo será el de vencer.
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