Desde pequeño, el joven Giampaolo Pozzo, oriundo de la ciudad de Udine, supo de qué cuadro sería. Su familia, sus amigos, su vida en la región de Friuli-Venecia Julia, así lo indicaban. A los 45 años, compró a Udinese y, desde 1986, lo conduce, siendo el dueño de la Serie A con mayor antigüedad en el cargo. El ascenso al poder del empresario metalúrgico estuvo relacionado con Giuliana Linda, su compañera de cancha y esposa, perteneciente a una familia de dirigentes friulani. Con el tiempo, empezaron a llevar a su hijo Gino, hoy de 50 años, quien siguió el legado familiar y no solo se hizo hincha, sino que llegó a ser director deportivo del cuadro del Norte de Italia.
El apellido bien podría ser de alguna de las cinco familias de la célebre trilogía El Padrino. Incluso, Gino y su madre Giuliana ostentan el cargo de consigliere (consejero), así como el personaje del actor Robert Duvall, Tom Hagen, lo era de los Corleone. Aunque en esta familia, el negocio trasciende Little Italy: Gino es propietario de otros dos equipos, el Granada de España y el Watford inglés. Son extensiones del Imperio Pozzo, que aún conserva su núcleo en Udine, y posee casi 110 jugadores bajo su control, valuados en un total de 200 millones de dólares, según estimaciones de diferentes medios europeos.
Udinese
El comienzo de la gestión Pozzo no fue el esperado. Un escándalo de apuestas y partidos arreglados repercutió en el equipo con un castigo de quita puntos que lo sentenció a la Serie B. Tras casi 10 años de ascensos y descensos, fue en 1995 cuando el cuadro de la región de Friuli volvió para definitivamente quedarse en Primera. En esa estabilidad obtenida en los últimos 20 años, mucho tuvo que ver su hijo Gino, graduado universitario en mercadotecnia y administración de empresas, incorporado a la directiva para la toma de decisiones deportivas. La clave fue la implementación de un modelo futbolístico, y de negocios también, basado en la compra de jóvenes talentos a bajo precio, y la venta de los mismos en millonarias cifras.
Según el diario español El País, 15 millones de euros anuales invierten los bianconeris en su red de ojeadores, quienes se encargan de detectar promesas en todas partes del mundo. El jefe del área es Andrea Carnevale (delantero tano en Italia ’90) que tiene a sus scouts o “espías” distribuidos en Sudamérica (17; 2 en Argentina), África (6), en Europa del Este -ex regiones soviéticas- (8) y en el resto de Europa (12). La premisa es que únicamente sean menores de 25 años, y que su fichaje no supere los cinco millones de euros. De este modo si el jugador no progresa, no se pierde tanto dinero. La misma rigidez económica corre para los sueldos: Antonio Di Natale, delantero símbolo de la institución, es el único que cobra un contrato apenas superior al millón de euros, como el que por ejemplo cobra Franco Mudo Vázquez, estrella del Palermo.
En los últimos 25 años, Udinese ha ganado alrededor de 300 millones de euros en la venta de futbolistas, calcula el periódico tano La Gazzetta dello Sport. La lista incluye apellidos argentinos conocidos, como Abel Balbo (1989-93, luego Roma), Roberto Sensini (1989-93 y al Parma; volvió para su retiro, 2002-05), Lucio Filomeno (1998, y al Inter), Germán Denis (2010/11, y venta al Atalanta en cinco palos) y el último vendido, Roberto Pereyra, fichado en 4,5 millones de euros en 2011, del que se cosechó 15 palos entre el préstamo en 2014 y la venta al año siguiente a Juventus).
También forman parte de esa nómina, los chilenos Alexis Sánchez (comprado en 2006 por 3M de euros; y transferido en 27 –más 11 en variables– al Barcelona en 2011) y David Pizarro (adquirido en 1998 por u$s 1,8M y, seis años después, vendido en 18 palos al Inter). Además, los colombianos Cristian Zapata (comprado en 500 mil euros y, a los seis años, traspasado en siete palos al Villarreal español), Pablo Armero (2010-13, y al Nápoli en seis millones) y Juan Cuadrado (2009-2013, a Fiorentina por cinco palos).
Incluso, se han movido bien en el mercado interno, con transferencias de jugadores italianos como el punta Fabio Quagliarella –mundialista en Sudáfrica 2010-, comprado por 7,5 millones de euros en 2006, y vendido dos temporadas después al Nápoli, en 19 palos. También, el centrodelantero Vincenzo Iaquinta, campeón del mundo en Alemania 2006, quien llegó al club en 2000, procedente de la Serie C, y se fue tras siete años, por 11 millones, a Juventus.
“No hay ningún secreto. El nuestro es un modelo desarrollado con el tiempo. Como no podemos competir con las ofertas de otros clubes, decidimos hacer un trabajo alternativo: buscar talentos y formarlos”, explica el hijo, Gino Pozzo. Pero no sólo fue un acierto desde lo económico, los resultados también acompañaron: además de la estable permanencia en Serie A, desde el último ascenso Udinese clasificó 12 veces a competiciones continentales: cuatro a la Champions, y ocho a la hoy llamada Europa League. También, obtuvo el único título de Primera en la historia del club fue la Copa Intertoto en 2000.
Granada
No se trata únicamente de la búsqueda de estrellas en mercados emergentes, sino del talento de las mismas a desarrollar. En los mencionados casos, Udinese es un lugar de paso para jugadores sudamericanos que requerían una experiencia previa, para acostumbrarse al exigido ritmo y roce de la competencia europea. En lugar de cederlos a diferentes equipos, como ocurría anteriormente, hoy utilizan sus propios clubes para dar continuidad a sus jugadores y seguir de cerca su desarrollo. Ellos son la clave de la rentabilidad del negocio, debido a que el dinero de sus ventas son los principales ingresos, y no los derechos televisivos, por ejemplo.
Esta estrategia de fichajes baratos pero masivos significa un gran gasto en sueldos para un solo club. Ahí es cuando las virtudes del Imperio entran en acción: a través de los préstamos a los equipos periféricos o satélites, Udinese evita, o más bien distribuye, los grandes gastos de una multitudinaria plantilla (en la temporada 2013/2014, poseía 60 jugadores).
Granada se convirtió en propiedad de los Pozzo en junio de 2009, cuando estaba en Segunda B. En aquel entonces, el conjunto andaluz sufría una deuda de 12 millones de euros que nadie quería saldar. El primero que pagase 1,5 millones, se quedaría con el club. Y ese fue Gino, quien logró convertirlo en una sociedad anónima y lo subió a Primera en dos años, y todavía se mantiene allí.
El vínculo estrecho entre Udine y Andalucía tuvo una figura clave: Enrique Pina, ex futbolista local, devenido a intermediario que participó en las transferencias de Juan Román Riquelme y Javier Saviola al Barcelona, o Nicolás Anelka al Real Madrid, y llegó a la presidencia del Granada en 2009. Aunque su relación con los Pozzo era anterior: Quique era y es el representante de la mayoría de los futbolistas del Udinese. También, fue director deportivo del Cádiz, otra entidad española que apuntaba a ser club cantera del Imperio, pero terminó anulándose el nexo por malos resultados.
Inicialmente, se planificó una gran inversión para construir una nueva ciudad deportiva, y también en la creación de equipo B para los andaluces, pero poco de eso se concretó. Los resultados no fueron los mejores, siempre coqueteando con el descenso, desde el puesto 15° a 17° en las últimas ediciones de la Liga BBVA. Para colmo, en los últimos meses, Granada comenzó a desprenderse de varios jugadores, quien recaían en los clubes del Imperio, aunque en otros también . Esto alarmó a los hinchas quienes protestaron por esta situación y se noticiaron que el club estaba en riesgo de ser vendido. Por lo que, en enero pasado, Giampaolo Pozzo confesó que evaluaba la posibilidad de vender el equipo y lo tasó en 40 millones de euros. El interesado era un grupo empresarial de origen chino, y como intermediario de la operación, intervenía Pere Guardiola, hermano de Pep, quien participa en distintos negocios del mundo del fútbol.
Watford
La última adquisición de la familia se dio en 2012. Tras tres temporadas de esfuerzos y constantes inyecciones de dinero en la segunda división inglesa, lograron el ascenso a Primera para disputar la actual temporada en la Premier League. Con Gino Pozzo como dueño, misma metodología que en Granada, el desembarco en Gran Bretaña significó una extensión de dominios para el Imperio, que hizo moneda corriente los traspasos de futbolistas entre sus clubes de los Pozzo.
En el último mercado de pases, solo fueron cuatros jugadores los desplazados de un equipo a otro “de la familia”, pero en 2015 fueron 12 (entre ellos, el defensa mexicano Miguel Layún), y casi siempre en préstamos sin cargo. Cada uno de los planteles de los equipos Pozzo, cuentan con al menos cinco futbolistas con pasado en alguno de los otros clubes.
Un ejemplo local es el del volante argentino Gaspar Iñíguez. Argentinos Juniors lo vendió a Udinese por un poco más del millón de euros, aunque fue inscripto por Granada, luego pasó a préstamo al Carpi italiano y, este año, regresó a Udine. A todo esto, el volante ex Sub 20 de Argentina no jugó un minuto de competencia oficial desde que dejó su país natal.
“¿Comprar un cuarto equipo? No es algo que nos planteemos en los próximos años. Este grupo de tres es más que suficiente”, afirmó Gino Pozzo hace algunos meses a la cadena RAI. “La base de todo esto radica en la pasión que nos llevó a comprar hace muchos años el equipo de Udine y luego a desarrollar del proyecto técnico español. La expansión a Inglaterra se propicia por el deseo de querer afrontar una realidad diferente de fútbol. Desde un punto de vista técnico hay sinergias innegables entre estos clubes, debido a la necesidad de crecer de algunos jugadores, porque si un jugador no está en su mejor momento en una liga, puede actuar en otra diferente. Así el futbolista puede encontrar su ubicación ideal”, sostuvo el propietario de Granada y Watford, aún con injerencia en Udinese, quien dentro de algunos años heredará en solitario el negocio familiar. El futuro Rey del Imperio Pozzo.
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