Newell´s pasó a semifinales de la Copa Libertadores luego de vencer 10 a 9 por penales al mítico Boca de Carlos Bianchi. La serie fue aburrida y pareja porque empataron 0 a 0 en los 180 minutos y el equipo del Virrey se encargó de que los rosarinos no puedan pregonar su juego. Los pibes del Tata hicieron historia porque le ganaron a un duro y tradicional rival.
La noche fue tediosa; los visitantes así lo propusieron y los locales no supieron que hacer nada para poder derribar el muro que plantó Bianchi. Los tiros desde el punto del penal le dieron el suspenso y la acción que no entregaron ninguno de los dos partidos, y le pusieron un poco de pimienta a un pálido encuentro. Nacho Scocco no gravitó en toda la llave. Pero es cierto que enfrentó a un duro rival y que su único objetivo era no dejar jugar a la Lepra. Hay que tener en cuenta que hace más de un mes que viene jugando con el dedo meñique del pie derecho quebrado y que los defensores de Boca sólo se encargaron de que no incida en el trayecto.
Boca Juniors se encargó de pegar y cortar el juego en los dos tiempos; Germán Delfino amonestó a pocos jugadores y la única virtud de los locales fue no entrar en la riña que propusieron los visitantes desde el primer minuto. Ahí se nota la mano de un inteligente técnico, que hizo que sus dirigidos mantuvieran la calma (por más que las cosas no estuviesen saliendo) y que no se prendan en la sucia situación que propuso el conjunto Xeneize. En el mejor y corto momento del visitante, Clemente Rodríguez se hace echar y cayó en la trampa que él mismo y sus compañeros plantearon.
El club de la Ribera tuvo las más claras en el cotejo y Newell´s tuvo la posesión, pero no supo qué hacer con ella. Diego Mateo tiene un imán para recuperar la pelota y le da mucho equilibrio al equipo para defender, pero le costó en los dos encuentros cuando tuvo el balón en los pies. Esa cuestión y la ausencia de Paulo Cruzado condicionaron al estilo ideado por Martino. Hoy la Lepra no tuvo un jugador que haya gambeteado a un rival, y eso fue clave porque en un encuentro tan trabado se necesitaba a alguien que rompa las líneas contrarias.
Nahuel Guzmán fue la figura de la serie: en el primer partido no pudo salir jugando casi nunca con la prestancia que lo hace, pero hoy demostró que es un gran arquero y que no se achica en ninguna instancia. Salió con el balón por el piso en la mayoría de las jugadas, y cuando la tuvo que reventar no lo dudó. Demostró ser el líbero del equipo. Muy firme en las pocas llegadas del rival y en los penales se llevó un machete que bastante lo ayudó, porque adivinó varias veces la dirección de los remates y le tapó el primer disparo de la serie a Juan Román Riquelme. Tampoco le tembló el pulso cuando le tocó patear.
Los dirigidos por Gerardo Martino dieron un paso enorme; siguen en los puestos de vanguardia en los tres torneos. Los campeones tienen que tener algo de suerte y lo que sucedió ésta noche fue un buen augurio para lo que queda. Hoy fue un velorio futbolístico, pero la mitad de Rosario está de fiesta.
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