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Murray, 100% británico

El ¿local? venció a un agotado Djokovic en la final y es el campeón de Wimbledon. Logra su segundo Grand Slam y rompe varios récords y rachas. Merecido.

Andrew Murray nació el 15 de mayo de 1987, en Escocia. Por cuestiones políticas y de territorio, cuando debe representar una bandera (fue medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Londres 2012) lo hace para el Reino Unido. ¿Es británico entonces? Un tema que se debate hace mucho tiempo, sobre todo cuando el tenista, segundo del ranking comenzó a tener más éxito.

En Internet, el rey de las ironías y el humor, una web se centra en esta cuestión: el AndyMurrayometer publica el porcentaje de qué tan británico es Andy, siempre dependiendo de sus resultados. Para dar un ejemplo: cuando le ganó el primer set a Federer en la final de Wimbledon del año pasado, llegó al 98%; después el suizo le terminó bajando y quedó en menos del 95%.

murrayometer tenis

Humoradas aparte, Murray se encargó del tenis. Recordó los errores cometidos en la final de 2012 ante Roger y venció con autoridad al número uno, Novak Djokovic. Es el campeón del All England Club.

El británico (sí, británico) tuvo un cuadro más que accesible desde el comienzo. Además, contó con la suerte de estar del lado de las “bajas”: Federer, Nadal y Tsonga pudieron ser sus rivales pero no pasaron de la segunda ronda. Un certamen atípico del que pudo tomar ventaja.

Llegó a cuartos de final sin ceder un set y mostrando solidez. Allí pudo ser el fin: Verdasco le presentó oposición y le ganó los dos primeros parciales. Tuvo que sacar esa chapa de campeón que ya tenía y que igual fue gestando en las dos semanas de torneo para darlo vuelta. En semis, Janowicz también lo sorprendió. Andy no podía dejar que un no-Top le arruine su sueño y se metió en la final.

Allí enfrentó a un agotadísimo Djokovic. Murray le debe un “gracias” a Del Potro. La batalla con el argentino dejó exhausto al serbio, que de todas formas dio batalla y pudo complicarle la tarde al #2.

Un Wimbledon atípico tenía que tener un final atípico: ante un Londres soleado y sin nubes, en el Centre Court, con la presión de ser el local y de obtener su segundo Grand Slam, Andy despachó a “Nole” por 6-4, 7-5 y 6-4.

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Así, después de 77 años sin un campeón británico (Fred Perry en 1936), el público habitual del All England Club se fue más feliz que de costumbre. “Sé cuánto querían todos ver a un campeón británico en Wimbledon. Espero que lo hayan disfrutado”, soltó “Muzzard”, quien primero festejó con un grito para desahogarse, luego soltó unas lágrimas y finalmente adoptó la (excesiva) seriedad que lo caracteriza.

¿Qué cambió del Murray que parecía no llegar nunca a su objetivo de un Grand Slam? Ese que le costaba tener un nivel parejo en los torneos grandes y perdía las finales a las que llegaba. El cambio tiene nombre y apellido: Ivan Lendl. El checo pasó por la misma situación: perdió cuatro partidos definitorios antes de ganar su primer Major. Terminó consiguiendo ocho.

Lendl comenzó a entrenar a Murray y lo convenció de que tenía el potencial de un campeón de Grand Slam. Levantó su autoestima, lo ayudó a separar cada punto del resultado parcial, y tuvo éxito. Campeón del US Open, subcampeón del Australian Open y campeón de Wimbledon. A Andy le pedían regularidad en la cima, ahí la tienen. “Esto es especialmente para él, porque hizo todo para intentar ganar este torneo”, fue la dedicatoria del tenista.

La eliminación de Nadal, la eliminación de Federer, el día de las siete bajas. Fue un Wimbledon inolvidable por muchos condimentos. Para Murray lo será por el recuerdo del primer día que fue profeta en su tierra. Hoy es 100% británico.