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Alario nunca se irá de River

Es casi un hecho que Lucas Alario se irá de River. Lo espera la Bundesliga alemana, y un desafío mayúsculo para su carrera. Pero aunque el mercado diga una cosa, el corazón dicta otra. Alario jamás podrá irse de las entrañas del Monumental. Nunca.

Sí, Alario ya se fue. Quien sabe un poco de fútbol debió haber evacuado sus dudas el domingo por la noche. En la cancha de Temperley, Lucas Alario jugó su último partido en River. Al menos, este Alario, el que firmó conquistas, sonrisas y alegrias en semis y final de la Copa Libertadores 2015, el que posibilitó que River pudiera medir fuerzas ante el Barcelona, con su gol al Sanfrecce, en la semi del Mundial. El que abrochó a Boca por duplicado, acá y allá, en los últimos dos Superclásicos, el que estampó su rúbrica en red ajena 41 veces en 82 partidos. El goleador. El Pipa. El de Tostado. Aladios, Alagod, el hombre que llegó con un perfil subterráneo y se va dejando un tendal de corazones rotos.

Su cabeza está en Alemania, dicen varios. Y puede ser real. Una oferta conmovedora, la oportunidad de entrar a Europa a través de la Bundesliga, la casi asegurada titularidad, ante la salida de Javier “Chicharito” Hernández, el hecho que tiene 24 años y necesita asegurarse el futuro de su familia. No es que Alario ganara poco en River, pero jamás ganará ni cerca de lo que puede en la Bundesliga.

Como decíamos, su cabeza, pongamósle, está allá. Pero el cuerpo está acá. Un cuerpo que lució desesperado en hacerle un gol a Temperley, que perdió dos o tres inmejorables, y que le refunfuñó a todo compañero que definiera y no se la cediera: Pity, Scocco, Santos Borré y bastante lo padeció Jorge Moreira, si el centro no iba al 9. Mismo cuerpo que usó para salir corriendo de la Clínica Rossi, en una maniobra non-sancta que le dio la excusa a River de poner el grito en el cielo, amenazar a los prolijos alemanes y crucificar a Pedro Aldave, el representante del ex Colón.

El Pipa Alario celebra el primer gol que le marcó a Boca, en el Monumental.

Alario tampoco se comportó del todo bien, prestándose a una revisación médica aún siendo jugador de River. Horas después, contra todos los pronósticos, apareció en Ezeiza y practicó con River. ¿Por última vez? Habrá que ver. Pero da la sensación que Alario hizo una jugada de las que no hay retorno. El técnico de River, lo señaló como “víctima“, pero lo cierto es que a Marcelo Gallardo no le hace ninguna gracia perder los goles de Alario cuando ya no hay manera de reemplazarlos. Además, el DT lo sostuvo en River, pese a que la primera revisación médica que se hizo en el club, había arrojado un problema en la rodilla y los dirigentes dudaban. Después le dio la titularidad ante Guaraní en la semi de la Copa Libertadores y jamás, nunca jamás, lo sacó de ahí. Excepto cuando tuvo que “retarlo“, contra Independiente del Valle, en octavos de la Copa Libertadores 2016. Tomando eso como antecedente, es difícil creer que la relación jugador-DT pueda volver a ser la misma si el pase se cae. Algo que, de igual manera, parece que no sucederá.

A Alario lo salva, lo “blinda“, lo protege de un enojo mayor el hecho que muchos hinchas de River se enamoraron de él. Y viven esto como un duelo, más que como una “traición”. Duele más, pero también ese amor, hace que se entiendan más los motivos del jugador. Así, el enojo se desvía: la liga la CD de River, por no buscarle un reemplazo cuando aún podía, sabiendo que esto iba a pasar. Se le pega a Colón, que tejió una maniobra poco prolija y limpia, pero dentro de los márgenes de la legalidad, también al Bayer Leverkusen, porque de todos los delanteros del mundo justo vino a fijarse en este muchacho de Tostado y el que más recibe los palos es Aldave, el Voldemort de esta cuestión, el que le llena la cabeza al jugador, el que juega por detrás de River, el que sonríe con los alemanes. Ojo, Alario ya tiene 24 años, tiene plena conciencia de todo lo que sucede a su alrededor.

Alario grita el primer gol de la final de la Copa Libertadores 2015, ante Tigres.

Sin embargo, aún conocedores de este hecho, y aunque muchos quieran no verlo -ojos que no ven, corazón que no siente-, para Alario sólo hay “gracias” y un entendimiento, que no quita, ni cicatriza los millones de corazones destrozados que quedan atrás, tirados, sin poder hacer nada, como si de arqueros rivales se tratara. Y eso es el amor. Alario y los hinchas de River construyeron su relación en base a algo que no son muchos los jugadores que pueden ofrendarlo: momentos inolvidables. Goles, sonrisas, abrazos, títulos.

Para el hincha de River, Alario es aquel grito degañitado en Asunción, es ese abrazo bajo la lluvia copiosa del Monumental ante Tigres, porque ese gol significó América. Es esa afonía, cortesía de ese salto que pegó ante los inéditos japoneses del Sanfrecce que materializó el Barcelona-River de la final del Mundo. Son las tres pepas a Rosario Central, para arreglar los desarreglos de Augusto Batalla y conseguir la Copa Argentina. Es aquel alarido cuando puso el 2-1 ante Boca y el desahogo y desenfreno del 2-0 en el último Superclásico en La Bombonera. Por eso, aunque Alario ya se fue, es difícil que los hinchas de River lo dejen irse.

Es más, nunca se irá. Porque esos recuerdos de gloria, esas noches embanderadas de rojo, blanco, festejos y lágrimas estarán asociadas,por siempre, a sus goles. Y aunque incluso algunos (los menos) hoy luzcan enojados, el enojo es otra forma de amor. Y el amor a veces sangra. Y el amor no entiende ni de euros, ni de Bundesliga, ni de cierre de Mercado de Pases, ni de revisaciones médicas clandestinas. El amor es el amor. Y contra eso, una vez conseguido, no hay casi nada que se pueda hacer.

Alario se irá, sí. Se irá a jugar a Alemania, buscará poner su apellido entre los más importantes de Europa, empieza otra etapa de su carrera. Pero del corazón de los hinchas de River jamás saldrá. Vendrá otro después de él, otro que seguro también generará “momentos inolvidables”, quizás no ahora, ni el año que viene, ni el próximo, pero River volverá a tener otro jugador que enamore. Pero siempre, Lucas Alario tendrá su lugar ahí, en el corazón de los hinchas, ese lugar al que es difícil entrar, pero una vez adentro, es imposible salir. Porque el amor y el fútbol son así.

Mirá todos los goles de Alario en River