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La política argentina y los mundiales: Parte I

El matrimonio tóxico e indisoluble entre política y fútbol lleva más de 90 años en Argentina y los Mundiales no han sido excepción. En esta primera parte, RNB reseña esa relación hasta 1962.

La política y el fútbol son mundos aparentemente distintos. Sin embargo, en Argentina la relación entre ambos ha llegado a niveles insospechados. De hecho, podría decirse que es incluso anterior al fútbol profesional. El primer acercamiento registrado entre ambos se dio en 1926, cuando la Asociación Argentina de Fútbol estaba dividida y el presidente Marcelo Torcuato de Alvear intervino para su unificación. Sin embargo, hay incluso ejemplos previos de relaciones menos directas: Aldo Cantoni, gobernador de San Juan entre 1926 y 1928, había sido presidente de Huracán de Parque Patricios entre 1920 y 1923 y volvió a serlo en 1933.

Los campeonatos mundiales han sido escenario de situaciones de lo más pintorescas que ilustran una pequeña parte de esta relación, signada también por dirigentes y barrabravas. El primer acercamiento data de la segunda mitad de la década de 1930, cuando Argentina y otros países renunciaron a participar del mundial de Francia 1938 por estar disconformes con la elección de la sede, que según se suponía le correspondía a América (más precisamente, a la propia Argentina). Brasil no acompañó el boicot porque tenía intenciones de organizar el mundial siguiente.

En 1937, el presidente Justo – muy relacionado con Boca, en cuya cancha ordenó que se hiciera la jura del Primer Regimiento de Infantería en 1934 – colocó a su yerno Eduardo Sánchez Terreno al frente de la AFA. A pesar de la decepción anterior, ambos impulsaron un proyecto para que el Mundial de 1942 se jugara en Argentina y en 1939, ya sin Justo en el poder, el entonces presidente de FIFA Jules Rimet (foto), francés que obviamente había operado para tener la sede de 1938, visitó Buenos Aires para darle impulso a esa idea. Sin embargo, la II Guerra Mundial postergó el sueño, y también el de Brasil.

Los Mundiales volvieron a disputarse en 1950 justamente en Brasil, pero Argentina también se rehusó a participar. Esta vez, el argumento oficial fue una disidencia con la Confederación Brasileña de Fútbol, que le había ordenado a uno de sus equipos (el Bangú) no jugar amistosos con equipos argentinos, a causa de la ausencia de nuestra selección en el Sudamericano de 1949. Argentina justificó su ausencia en ese torneo por la huelga de jugadores de 1948 (sí, más política), que generó una masiva salida de jugadores hacia Colombia, pero no fue suficiente.

Otra versión, sin embargo, sostiene que nuestra selección no concurrió porque el presidente de AFA, Valentín Suárez, le dijo al presidente Perón que no podía asegurarle la victoria. La orden de Juan Domingo Perón sí parece ser la razón por la cual Argentina no concurre al Mundial de Suiza 1954, quizás como represalia por la no designación de la sede de 1950. Esto último es curioso porque el Mundial de 1954 fue justamente el primero que se transmitió por TV en el país.

Sobre el Mundial de 1958 puede destacarse una historia muy curiosa. Allí se dio la derrota conocida como “desastre de Suecia”, que fue la peor que sufrió nuestra Selección en toda su historia en copas del mundo: 6-1 contra Checoslovaquia.  Jugadores como Ángel Labruna o Amadeo Carrizo, figuras históricas del fútbol argentino, aseguraron haber ido a esa competencia sin preparación, conocimiento de los rivales ni apoyo logístico. Sin embargo, el presidente de la AFA pudo permanecer en su cargo porque había sido compañero en la primaria del nuevo presidente de la Nación, Arturo Frondizi, que había jugado en las inferiores de Almagro.

Finalmente, la sede volvió a perderse en una votación contra Chile para el torneo de 1962, pero allí Argentina sí participó, aunque sin mayores repercusiones. En la segunda parte de esta nota, la historia se vuelve más negra: muertes y dictaduras tocaron de cerca la máxima cita del fútbol mundial. Podés encontrarla en #RusiaAndBall.

Matias Tarillo
Politólogo por vocación, futuro economista por curiosidad, periodista por elección. Hincha de Alvarado de Mar del Plata y de alma menottista. El mundo es redondo y de ricota. Si por mí fuera, haría asado todos los días.