El 27 de julio de 1984, el Independiente de José Omar Pastoriza ganó su séptima Copa Libertadores de América frente al Gremio de Porto Alegre. Cinco meses después y en el Estadio Olímpico de Tokyo, el equipo argentino levantó su segunda Copa Intercontinental, venciendo al Liverpool de Inglaterra. Época de gloria escandalosa para el club de Avellaneda. En ese mismo momento, el humilde Villa San Carlos transitaba su camino por la Primera D buscando su segundo ascenso de categoría. Dos realidades distintas, casi opuestas. Dos equipos que parecía que jamás, ni en sus más alocados sueños, llegarían a encontrarse. Hoy, casi 30 años después, la historia es otra. A partir de agosto, el Rojo y el conjunto de Berisso lucharán por un mismo objetivo en el Nacional B.
1984 no fue un año más para Independiente. Después de haber ganado el Metropolitano de 1983, el Rojo se clasificó a la Copa Libertadores luego de cinco años de haberla disputado por última vez. Aquel equipo que seleccionó Pastoriza es recordado como el mejor de Argentina en la década del 80. Un mediocampo con figuras como Ricardo Giusti, Claudio Marangoni, Jorge Burruchaga y Ricardo Bochini, era parte de un plantel que derrochaba éxito y talento en donde jugara. Fue así como, luego de enfrentar a equipos duros como Olimpia de Paraguay, Nacional de Uruguay y la U de Chile, el conjunto de Avellaneda llegó nuevamente a una final del certámen internacional. Final que debería disputar nada más y nada menos con el Gremio, en ese entonces Campeón de América. El partido de ida disputado en Brasil fue histórico y el Rojo desplegó su mejor actuación en la Copa. El equipo de Avellaneda ganó 1 a 0 con gol de Burruchaga, pero mereció mucho más. Tal es así que los dirigidos por Patoriza se retiraron aplaudidos por todo el estadio Olímpico de Porto Alegre. El encuentro de vuelta, que se jugó sólo tres días después, fue trabado y deslucido. 0 a 0 y la Copa quedó en Avellaneda por séptima vez en la historia. El Rojo había ganado siete de las siete finales disputadas (1964, 1965, 1972, 1973, 1974, 1975 y 1984), cien por ciento de efectividad y un record hasta el día de hoy inigualado.
Independiente fue el primer equipo argentino en haber disputado una Copa Intercontinental (1964) y para ese entonces ya se había consagrado Campeón del Mundo en 1973, cuando venció a la Juventus en Roma. Pero esta Intercontinental era especial no sólo para el club de Avellaneda, sino para toda la Argentina. El campeón de la edición de 1984 de la Champions League era el Liverpool, con lo cuál éste iba a ser el primer enfrentamiento oficial entre un equipo argentino y un equipo inglés luego de la Guerra de las Malvinas. Una herida demasiado grande para un parche tan pequeño. Pero cualquier ocasión era buena para tratar de recuperar, aunque sea un poquito, el orgullo de la Nación. Con gol tempranero a los 6 minutos del primer tiempo, Independiente venció 1 a 0 al conjunto de Inglaterra. Y sin distinción de colores o camisetas, lo festejó todo el país.
A 20.000 km de distancia y del otro lado del Atlántico, la gente de Villa San Carlos, como todos los argentinos, miraba ese partido como algo sumamente lejano, como uno mira las historias increíbles e inalcanzables que sólo suceden en las películas. Para la gente de Berisso, cuyo club transitaba por la Primera D nuevamente y luego de haber descendido en 1977, su sueño era muy distinto. Su sueño era volver a la C, categoría en la que “Los Villeros” comenzaron a participar en 1967 luego de afiliarse a la AFA, ya que hasta ese momento y desde su fundación en 1925 sólo habían disputado la Liga Amateur Platense. En 1993, el Celeste ganó su primer título oficial al vencer a Acasusso y consagrarse campeón de la Primera D. Un dato no menor de su primera vuelta olímpica, es que la misma fue llevada a cabo en la cancha de Independiente de Avellaneda. Luego de idas y vueltas entre ambas categorías, Villa San Carlos asciende a la C en 2002 y 7 años después, el 18 de mayo de 2009 logra el tan ansiado ascenso a la tercera categoría, la Primera B. Fue en cancha de Gimnasia de La Plata y ante el rival de toda la vida, Defensores de Cambaceres. Lo que fue un condimento especial a tanta alegría. Pero lo que la gente del “Villero” ni siquiera imaginaba en ese momento era el actual presente de su club. Porque Villa San Carlos, luego de una extraordinaria campaña en la Primera B Metropolitana en la temporada 2012/2013, hizo historia una vez más. El pasado 25 de mayo, luego de vencer a Barracas Central por 1 a 0, se consagró campeón y ascendió directo a la B Nacional. Impensado allá por 1984, pero real hoy.
Dos realidades que en 1984 eran totalmente opuestas, hoy se conjugan en una misma. Uno es un gigante de Argentina, de América y del Mundo que a causa de desastrosas dirigencias fue hundiéndose lentamente. El otro, un club de barrio y humilde, que se mantuvo firme en sus objetivos y creció de a poco, haciendo las cosas de manera ordenada y tirando todos, jugadores, técnicos y dirigentes, para un mismo lado. Independiente y Villa San Carlos hoy por hoy se encuentran en la misma categoría y protagonizando la misma película. De una u otra manera, sus destinos se cruzaron y tienen el mismo objetivo: en un caso volver y en otro caso ascender por primera vez a la máxima categoría. De todas formas, las urgencias no son las mismas. El conjunto de Berisso está tranquilo y disfrutando de su reciente logro. Seguramente y en los papeles, para Independiente el camino será más fácil. Pero también es una obligación, porque su historia lo demanda.
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