Ball

De los mejores, sí; el mejor, no

Sus números impresionan, sus actuaciones son épicas. Se impone el debate: ¿es Nadal el tenista número 1 de todos los tiempos? Razones por las que NO. Este análisis muy lejos está de querer restarle méritos a Rafael Nadal. Pero también de hablar con el diario del lunes. Después de una nueva gesta en París, muchos se animan a preguntar: ¿qué le falta al español para ser el mejor tenista de la historia? Argumentos a su favor sobran. Doce títulos de Grand Slam, cuatro Copa Davis, 102 semanas como número 1 del ranking ATP. ¿Seguimos? 57 torneos ganados en total, medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Beijing, mejor balance de victorias/derrotas (83,4%: 626-124) en su carrera. Entonces, ¿podemos nombrar a Rafa el mejor de todos? No. El balear atravesó todas las barreras posibles en polvo de ladrillo, donde sí logró lo que nadie y su nombre está por sobre todos los anteriores. Su deuda está en mostrar esa supremacía en las otras superficies, donde siempre fue irregular a pesar de haber conseguido los otros tres Grand Slam. [yframe url='https://www.youtube.com/watch?v=akNz7ZPqucU'] Y si de Majors hablamos, es necesario desglosar su estadística. De los 12 que ganó, 8 fueron en Roland Garros. Wimbledon 2008 y 2010, Australian Open 2009 y US Open 2010 son las excepciones. Ni en su mejor momento pudo ganar más de dos por año. Nadal parece ser un monstruo desde los números pero pocas veces lo ha sido desde su juego. Y no confundamos juego con actitud: el español tiene una mentalidad privilegiada y matadora, pero su técnica y su estilo de juego no solo es poco vistoso sino que hasta a veces excesivamente defensivo. Su juego físico siempre fue el arma principal. Precisamente por eso se erigió como el mejor en polvo de ladrillo, la pista más lenta. Y consecuentemente esto lo llevó al desgaste, y a las duras lesiones, de las que supo reponerse. Su pico tenístico parece haber ya pasado, y lo tuvo entre 2008 y 2009. Claro que su condición de leyenda le permite seguir siendo top. Quizás a Rafa le pese que exista Roger Federer. Y no justamente por el duelo mano a mano, donde él es el claro vencedor (20-10 en el historial). Es que el suizo ha apoderado del tenis mundial con total claridad cuando lo hizo. 17 Grand Slams, que demuestran su superioridad en todos los campos de este deporte (aunque Nadal le haya impedido ganar cuatro Roland Garros más). Y una soberbia técnica que lo pone por encima del resto y lo ayuda a batir cualquier adversidad. Y es inevitable nombrar al helvético cuando de Nadal se trata. Lo mismo pasa al revés. Su rivalidad es la más grande que haya existido en el tenis, y quizás hasta en el deporte mundial. Por eso son los más grandes. Federer, el mejor que haya existido. Nadal, de los mejores. Pero, ¿el mejor? No.

Sus números impresionan, sus actuaciones son épicas. Se impone el debate: ¿es Nadal el tenista número 1 de todos los tiempos? Razones por las que NO.

Este análisis muy lejos está de querer restarle méritos a Rafael Nadal. Pero también de hablar con el diario del lunes. Después de una nueva gesta en París, muchos se animan a preguntar: ¿qué le falta al español para ser el mejor tenista de la historia?

Argumentos a su favor sobran. Doce títulos de Grand Slam, cuatro Copa Davis, 102 semanas como número 1 del ranking ATP. ¿Seguimos? 57 torneos ganados en total, medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Beijing, mejor balance de victorias/derrotas (83,4%: 626-124) en su carrera.

Entonces, ¿podemos nombrar a Rafa el mejor de todos? No.

El balear atravesó todas las barreras posibles en polvo de ladrillo, donde sí logró lo que nadie y su nombre está por sobre todos los anteriores. Su deuda está en mostrar esa supremacía en las otras superficies, donde siempre fue irregular a pesar de haber conseguido los otros tres Grand Slam.

[yframe url=’https://www.youtube.com/watch?v=akNz7ZPqucU’]

Y si de Majors hablamos, es necesario desglosar su estadística. De los 12 que ganó, 8 fueron en Roland Garros. Wimbledon 2008 y 2010, Australian Open 2009 y US Open 2010 son las excepciones. Ni en su mejor momento pudo ganar más de dos por año.

Nadal parece ser un monstruo desde los números pero pocas veces lo ha sido desde su juego. Y no confundamos juego con actitud: el español tiene una mentalidad privilegiada y matadora, pero su técnica y su estilo de juego no solo es poco vistoso sino que hasta a veces excesivamente defensivo.

Su juego físico siempre fue el arma principal. Precisamente por eso se erigió como el mejor en polvo de ladrillo, la pista más lenta. Y consecuentemente esto lo llevó al desgaste, y a las duras lesiones, de las que supo reponerse. Su pico tenístico parece haber ya pasado, y lo tuvo entre 2008 y 2009. Claro que su condición de leyenda le permite seguir siendo top.

Quizás a Rafa le pese que exista Roger Federer. Y no justamente por el duelo mano a mano, donde él es el claro vencedor (20-10 en el historial). Es que el suizo ha apoderado del tenis mundial con total claridad cuando lo hizo. 17 Grand Slams, que demuestran su superioridad en todos los campos de este deporte (aunque Nadal le haya impedido ganar cuatro Roland Garros más). Y una soberbia técnica que lo pone por encima del resto y lo ayuda a batir cualquier adversidad.

Y es inevitable nombrar al helvético cuando de Nadal se trata. Lo mismo pasa al revés. Su rivalidad es la más grande que haya existido en el tenis, y quizás hasta en el deporte mundial. Por eso son los más grandes. Federer, el mejor que haya existido. Nadal, de los mejores. Pero, ¿el mejor? No.