Una vez más, Ricardo Caruso Lombardi se llevó todas las miradas de la prensa y de los receptores tras declarar con vehemencia y agresividad, sin sentido alguno, en contra de su ex dirigido Diego Placente, que también dialogó con los periodistas y fue quién fomentó y generó el altercado. En éste duelo de palabras hay un solo afectado: Argentinos Juniors, que viene alicaído, ganó un solo partido en el Torneo Final y está tres puntos arriba de Independiente en la lucha por no descender.
Nuestro país ya está acostumbrado a los papelones de Caruso. Pero él no se da cuenta que le hace mal al fútbol argentino, que daña su prestigio y que fomenta un modelo y ejemplo poco saludable para el mundillo futbolero y para los que están empezando a crecer con este deporte, respectivamente. Ensucia la pelota y mancha el sentimiento y la pasión de cualquier hincha que va a la cancha a ver un partido, y no una película guionada y sustentada por la basura y el veneno con el que condimenta el técnico.
No es la primera vez que sucede, ya se peleó con Juan Camilo Angulo, el colombiano que supo formar parte del plantel superior de Tigre (lo acusó de querer coimearlo para que juegue), con Andrés Scotti en su anterior paso por el club de La Paternal, con Fabián García en el medio de la calle y a las piñas, y con Marcelo Tinelli casi llegan a juicio, pero Lombardi pidió disculpas y llegaron a una mediación (entre otras tantas). Todas sus peleas trascendieron y transgredieron porque él así lo dispone con su forma de dialogar y de discutir. Entonces, ¿De quién es el problema? ¿De él o de los demás?
Para el resto del mundo y de Latinoamérica, la insignia actual de nuestro fútbol es Caruso. Claro está que es un referente por todas las peleas que provoca y no por su capacidad como entrenador (que tiene con qué para demostrar que sabe y que puede imponer su estilo de juego). Es aberrante que el paradigma sea este señor y no algunos técnicos que trabajan en silencio, hacen jugar bien a sus equipos y triunfan. Pero lamentablemente es la cara de Argentina a nivel deporte, y es triste que así sea. Esto me lo informó una fuente fehaciente, la cual no puedo nombrar, pero me hago cargo de lo que digo.
Hay algunas personas que demuestran que, más allá de decisiones importantes y polémicas que puedan tomar, dejan el conventillo de lado y evaden las preguntas de los periodistas: Juan Antonio Pizzi relegó del plantel profesional de San Lorenzo a Luis Aguiar, el jugador declaró varias veces sobre la cuestión, pero cuando le preguntaron al entrenador (adrede para armar un ida y vuelta a través de los medios), dio por cerrado el tema y no le contestó a ningún periodista. Otra situación que generó revuelo fue la de Matías Almeyda con Fernando Cavenaghi y Alejandro Domínguez, el Pelado se hizo cargo y también sepultó el tema, mientras que los jugadores siguieron enfatizando la cuestión.
El ex entrenador de Racing tuvo litigios de índoles diversas, eso denota que es una persona complicada para tratar y relacionar, y que está predispuesto a la pelea. Argentinos Juniors está en un momento complicado y el señor lo único que hace es empeorar las circunstancias. Nunca va a cambiar porque ésta característica es innata en él, pero es una pena que sea la bandera futbolera y actual de nuestro país a lo largo y a lo ancho del mundo.
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