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Escobar: El fin de una era

La "Escobar manía" llegó a su fin y amerita un repaso por todas las etapas que identifican a este fenómeno que cautivó a Argentina por los últimos 3 años.

Escobar
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El cuerpo inerte, humeante y desproporcionadamente gordo de Pablo Emilio Escobar Gaviria yace sobre el techo de tejas, algunas quebradas por el golpe de semejante peso al caer, otras gastadas por el incansable sol de Medellín.

Ese cuerpo sin vida es el de una leyenda, lo era mientras vivía y acaba de crecer hasta el infinito con su desaparicion fisíca.

Desde fines de los 70 hasta 1993, el Narco más importante de la historia, aterrorizó a todo un país, Colombia fue rehén de los caprichos violentos de Pablo Escobar, tan así fue que logró modificar leyes, cambiar politicas e inclusive romper récords en cuánto a muerte, atentados y violencia se refiere.

Nadie ha matado más gente, siendo un civil, que Pablo Emilio Escobar Gaviria, el patrón, el doctor o simplemente Pablito como solía llamarlo su madre.

Durante años su figura, legendaria, morbosa y terriblemente magnética fue poblando libros, documentales y leyendas urbanas.

Se dice que fue el que más cocaína traficó a Estados Unidos, según la revista Forbes fue uno de los hombres más millonarios del mundo durante su apogeo, para otros era hasta una suerte de Robin Hood.

La idea de la leyenda del crimen se hizo popular con la telenovela “El patrón del mal”, emitida durante 2014 en Argentina, y la cosa explotó.

La increíble serie con formato de telenovela empezó a ser vista por todos, a pesar de ser una rústica producción (sin embargo la más grande de la historia de la televisión Colombiana), la figura de Andrés Parra en el papel de Pablo Escobar, atrapó a todos de manera instantánea.

Andrés Parra, el mejor Escobar de todos los tiempos, protagonizó "El patrón del mal" para la cadena Caracol.
Andrés Parra, el mejor Escobar de todos los tiempos, protagonizó “El patrón del mal” para la cadena Caracol.

Tal es así que la gente no podía esperar a ver las transmisiones en vivo y se comenzó a bajar los capítulos de la serie de diferentes sitios (la serie terminó para la cadena Caracol en 2012), y no solo eso, tan grande es la figura del patrón que muchas editoriales tuvieron que recatalogar y editar nuevamente material sobre la historia de este personaje.

Es en el libro “La parábola de Pablo” de Alonso Salazar dónde aparecen los sucesos contados en la serie de televisión colombiana. También se pueden apreciar detalles de libros como “Amando a Pablo, odiando a Escobar” de Virginia Vallejos y “Matar a Pablo” de Bowden.

También la historia de este villano dió para muchos documentales, que salieron a la luz tras el éxito de la serie, tales obras cómo Escobar, ángel o demonio y ¿quién mató a Pablo Escobar? fueron dados en television abierta y repetidos hasta el hartazgo por canales de cable como History Channel.

Pero la oleada parecía haberse terminado, el idilio con el villano más grande de Sudamerica ya parecía extinto, sólo quedaban algunas remeras exhibidas por algún ocasional transeunte, o algún libro rezagado como el que sacó su hijo (Juan Pablo Escobar) recientemente, llamado solamente “Mi padre”.

En esa suerte de Escobarmanía que inundó Argentina desde 2014 hasta mediados de 2015, un último estertor se hizo dueño de la escena, la serie Narcos, producida y comercializada por Netflix, la misma cuenta, en sus dos primeras temporadas, una suerte de adaptación libre de la historia de la Colombia dónde Escobar era dueño absoluto de los destinos de la gente, elegía quién vivía y quién moría.

También Netflix compró los derechos de El patrón del mal y lo sintetizó a 70 capítulos, además de agregar documentales, sin dudas la idea de explotar y estirar la moda Escobar fue una apuesta clara y fuerte.

Wagner Moura, el último (Y fallido) Pablo Emilio Escobar Gaviria de la serie de Netflix, Narcos.

Con una producción digna del cine, Narcos, nos muestra desde el ojo de la DEA (¿Radicarán allí sus mentiras constantes al respecto de los hechos contados?) lo que fue conocer, perseguir y asesinar a Pablo Escobar (quién aquí es interpretado por Wagner Moura, un brasilero que de a ratos suena muy chistoso e impostado). La serie tiene una calidad filmíca muy alta pero su resultado en estas dos primeras temporadas es errático, oscila entre mentiras muy grandes y escenas muy bien logradas.

Es entonces el final de la segunda temporada lo que parece justificar la serie, ya habiendo arreglado por otras dos temporadas (la 3° y la 4°), dónde la idea es mostrar la Colombia post Escobar (hasta ahora no mostrada de esta manera) y qué sucedió no sólo con su familia, sino con su negocio y su herencia.

Pero el cine también rindió su tributo, para desgracia de los cinéfilos, ninguno de los intentos fue siquiera digno, en Paradise Lost se utiliza a Benicio del Toro como Pablo Escobar y lo que parecía ser algo prometedor fue un desastre a todas luces, la película mostraba un mundo donde Escobar era las nubes negras de una historia de amor, algo imperdonable para una oportunidad como esa, tal vez el cameo que se pudo ver en Blow (Protagonizada por Johnny Depp) fue el más justo que se le pudo hacer, allí era un traficante violento y decidido, temido por sus pares y respetado por sus enemigos, casi en plan leyenda.

Benicio del Toro encarnando a Pablo Emilio en “paradise Lost”, sin dudas el peor Escobar jamás visto.

Es así que pasa otra moda, que nos impulsó a leer, mirar y hasta fantasear con entender un rol tan complicado como fue el de Pablo Escobar, un narcotraficante violento, megalómano y despiadado pero capaz de irradiar un magnetismo que solo el morbo puede generar, así es que nadie quedó fuera de ese halo de violencia y despotismo desplegado por la memoria de este villano.