Género

Basta de abusadores en el rock: entrevista a Micaela y Lucia, denunciantes de Miguel Castillo

Las mujeres ya no se callan más. Las redes sociales son una herramienta fundamental a la hora de denunciar, ante el silencio y la complicidad de la justicia para con los abusadores. Ellas decidieron escracharlo por Twitter y Facebook, y así, generaron una ola de escraches que sigue vigente.

Durante la tarde del miércoles 20 de septiembre, se esgrimieron cientos de escraches en las redes sociales hacia distintas figuras del rock nacional por abusos y violencia de género. Lo cierto, es que las primeras en denunciar públicamente a sus abusadores fueron Lucía Caracuel y Micaela Librizzi, la noche anterior. A raíz de eso se produjo un efecto dominó y decenas de mujeres decidieron alzar sus voces y contar lo sucedido. Hablamos con las denunciantes de Miguel Castillo, baterista de De Lo Ajeno.

RNB: ¿Qué sucedió con Miguel Castillo?

Luli: Nosotros éramos muy amigos, Miguel, Tuca (Mica). Teníamos una relación de amistad y habíamos estado juntos los tres en distintas salidas. De hecho, una hace un par de meses, estuvimos los tres juntos en mi casa, nos metimos a la pileta, estuvimos en malla, dormimos los tres en la misma cama y no pasó absolutamente nada. Nada fuera de lugar. Y tampoco le hicimos notar de alguna forma que estábamos interesadas en eso.

Mica: Y él a nosotras tampoco en ese momento igual.

Luli: Entonces, después de unos días de eso, decimos de juntarnos los tres, también como amigos, porque estábamos al pedo y dijimos “che, ¿hacemos algo?”. Entonces, nos íbamos a juntar los tres y de hecho iba a venir un chico más de la banda que es el saxofonista y no sé si canceló a último momento, pero Miguel nos dijo que al final no venía. Nos juntamos los tres en la casa de él y estuvimos toda la noche jugando al juego de Adivinar el personaje.

Mica: A todo esto porque una de las cosas que nos preguntó uno de los integrantes de la banda en su momento fue si estábamos en pedo o algo así. Me parece al pedo aclararlo porque es completamente innecesario, pero siempre hay un boludo dando vueltas y es que yo no tomo alcohol, ella sí y el negro (Miguel) el día anterior, según nos había contado, se había roto el estómago por ende todo lo que se había tomado entre los tres era literalmente un vaso de birra.

Luli: Llegó la madrugada, no me acuerdo qué hora era, y nada, decidimos irnos a dormir. La cuestión era que había para dormir una cama de dos plazas, no había más que eso, y como ya habíamos pasado por esa situación anteriormente no nos sentíamos incómodas compartiendo una cama los tres. Sabíamos que no significaba nada. Apagamos todo, decidimos dormirnos y… Pará, lo contamos como lo hicimos ayer, yo cuento mi parte. Porque, la cuestión fue que nosotras no estábamos enteradas… Perdón que dé vueltas, ¿no? Pero cuando nos acostamos, estábamos yo en una punta, Miguel en el medio y Tuca en la otra, entonces durante toda la noche nosotras no nos habíamos enterado de lo que le pasaba a la otra porque estábamos en lugares distintos, entonces no estábamos al tanto de lo que le estaba pasando a la otra.

Mica: Mientras a una le pasaba una secuencia, la otra dormía. Después a la otra le pasaba la secuencia y la otra dormía.

Luli: Claro, claro. Entonces, lo primero que hacemos es: apagamos todo, nos disponemos a dormir, o por lo menos nosotras queríamos dormir y yo estaba acostada de espaldas a él y me apoyó la mano encima en un momento y yo dije “se está acomodando, qué sé yo, está apoyándome la mano en la panza”. Después empezó a subirme la mano y empezó a tocarme y yo le decía que no y seguía tocándome a pesar de que yo le decía que no.

Me agarraba contra él, digamos, presionándome contra su cuerpo y yo le decía que no. Estuvo así unos minutos, la verdad que no tengo conciencia de cuánto tiempo fue, pero estuvo un rato. Cuando paró, se dio media vuelta y no supe más nada. Me dormí y al rato me empieza a tocar de nuevo, pasado un tiempo que, ya les digo, no tengo conciencia de la hora. Me empieza a tocar de nuevo, empieza a meterme la mano en el corpiño y me empieza a dar besos y yo le digo que no, esta vez de cara frente a él porque por ahí, no sé, si querés especular con que antes no escuchó mi “no”, que me resulta muy extraño que no haya notado mi cuerpo en resistencia, digamos. Esta vez yo estaba de cara a él y le dije que no y me preguntaba por qué no mientras me daba besos y me seguía tocando. Yo le decía “porque no, porque no quiero” y eso es todo, y me pareció que era suficiente pero no. Me volví a dormir, se volvió a dar vuelta para el otro lado y así continuó toda la noche, digamos. Era dormir, no sé, cinco minutos y despertarme con el tipo tocándome, decirle que no, después de un rato paraba, me dormía y así. Ahora Mica cuenta su versión.

Mica: Bueno, lógicamente, yo no estaba enterada de nada de lo que pasó con Luli hasta el día siguiente. Lo que me pasó a mí fue que estaba dormida, en un momento… Estuvimos hablando antes de dormirnos y de la nada nos dormimos y nunca pasó nada. Yo estaba dormida y de la nada, se ve que estaba dormida boca abajo y me despierto y siento que me están tocando… ¿puedo usar palabras explícitas? Siento que me están manoseando el orto, pero manoseando cuando te lo están agarrando directamente. Y se ve que hice un movimiento al despertarme o algo que lo hizo como alertarse de que parara. Al parar automáticamente yo digo “bueno, a ver, ya no me están tocando, capaz flasheé”, estaba entre ese mambo de medio despierta-medio dormida y capaz era un sueño o algo. Me vuelvo a dormir, no sé cuánto tiempo transcurre porque estaba dormida, pero me despierto y me estaban tocando, no me acuerdo si la pierna o qué, pero me estaba acariciando. Yo sinceramente, no me salió decirle “pará”, me bloqueé completamente, entonces empecé a moverme haciéndome la dormida para que me saque la mano. No sé cómo termino boca arriba y me empieza a tocar la panza. Me empieza a acariciar la panza y me empieza a levantar la remera y a seguir acariciando. Y cada vez empieza a bajar más mientras me acariciaba, y cada vez más. Ahí yo lo agarro de la mano y se la dejo arriba mío, o sea, se la agarro, se la subo y se la dejo quieta. No quería soltarle la mano porque al lado la tenía a ella (Luli). Yo no sabía que a ella ya le había pasado la secuencia, pero tampoco quería. Quería saber dónde tenía la mano. Me volví a dormir, después me volví a despertar, me seguía tocando, me aferraba el cuerpo para, mi cuerpo para el suyo, si yo me alejaba él me lo aferraba para él, y así durante toda la noche. Me despertaba y me estaba manoseando. Y lo que yo soy consciente, porque supongo yo que dormida también me tocó hasta el punto de reaccionar y despertarme, pero seguramente, también me tocó. Al día siguiente, bueno, yo tenía que trabajar con la mujer esta, tenía que ir al hospital, que justo estaba internada. Como me quedaba cerca, me venía todo cómodo. Nos despertamos a la mañana, él se fue a buscar algo a la pieza. Estábamos durmiendo en la pieza del hermano porque no estaba y tenía la cama más grande. Se fue a buscar nuestras cosas a su pieza, y cuando se va, Luli me mira y me dice “boluda…”, y le digo “sí, ya sé”.

RNB: ¿En qué momento se dieron cuenta de que eso era abuso?

Luli: Ese día seguimos hablando entre nosotras por WhatsApp como diciendo “che, yo me siento muy mal por lo que pasó”. Decíamos “no podemos dejar pasar esto”. Íbamos cayendo de a poco en que no era una boludez, no es que te puede pasar, digamos, y listo, que estés durmiendo y te toquen. Y hablamos eso entre nosotras, no sabíamos bien qué hacer, entonces hablamos con una amiga nuestra contándole la experiencia. La cuestión es que a partir de la conversación que tuvimos con ella decidimos hablar con otro integrante de la banda De Lo Ajeno, que se llama Agustín con el que tenemos una amistad también de hace mucho tiempo, porque con la banda éramos todos muy amigos. Agustín lo que nos dice es, fue una conversación muy larga, pero…

Mica: En resumen lo que nos dijo es que en esos casos, lo que tenemos que hacer es levantarnos e irnos, él nos dijo “El negro (Miguel) no es una persona violenta, no reaccionaría mal”. Lo que nosotras tratábamos de explicarle es que tampoco pensábamos que es una persona que te manoseaba cuando estabas durmiendo, y que ya nos estábamos llevando una sorpresa, no queríamos arriesgarnos a llevarnos dos.

RNB: Y además, ¿puede ser que haya leído que la casa de él era lejos? Era tarde y ustedes no tenían movilidad para irse.

Mica: En la Paternal, yo soy de Avellaneda. Era la madrugada. Era la primera vez que íbamos a la casa del negro. Habíamos ido a la casa de Apu, de Nano, de todos, pero del negro nunca. Como nunca ponía casa para juntada o algo, nunca habíamos ido. Era la primera vez.

RNB: ¿Qué las llevó a realizar el escrache contra Miguel Castillo?

Luli: Después de hablar decidimos que nosotras queríamos expresar lo que había pasado, de alguna forma dar a conocer, y nos pareció conveniente hacerle caso a lo que nos había dicho Agustín de no escracharlo, también porque de nuestro lado como teníamos una relación de amistad con toda la banda, creíamos que la íbamos a arruinar porque si decíamos que era Migue iba a caer la banda inevitablemente. Sabíamos que iba a ser algo que los iba a perjudicar y no queríamos eso porque nuestro problema era con Miguel. Entonces hablamos con él y le dejamos en claro que se había sarpado y que no había justificación para lo que había hecho.

Mica: Algo que estuvimos hablando con ella es que nadie nace siendo feminista, todos nacemos en una sociedad machista, por ende todos somos machistas y el feminismo es algo que se va construyendo en nosotros y muchas veces lamentablemente necesitamos un golpe para despertarnos y darnos cuenta. A lo que me refiero es que puedo entender capaz que haya gente, que… No sé cómo explicarlo. Por ejemplo: yo también le dije “puta” a una mina en algún momento de mi vida después fui cambiando la cabeza y me di cuenta de que no. Pero en otros casos como es este, vos ya sabes que está mal desde el minuto cero. No hace falta ser machista, ni feminista, ni nada. Ya sabes que está mal hacerlo, punto, no hay otra visión de eso. El sabía que lo que estaba haciendo estaba mal, entonces el perdón me suena muy hipócrita, porque lo hizo consciente.

Luli: Un día ella sube una imagen a los favoritos de Instagram diciendo que decía: “Ojala me dejen de llegar invitaciones a De Lo Ajeno porque no quiero ver abusadores tocar”, o algo así. El mensaje era que estábamos cansadas de que nos lleguen invitaciones de De lo Ajeno porque no queríamos ver a un abusador. Ella subió eso y yo lo compartí también con mis favoritos de Instagram. En consecuencia, nos llegaron un montón de mensajes a las dos de personas tratando de entender qué es lo que pasaba. Entonces después de esto, no sé si fue al día siguiente, le puse a ella “che, ¿te parece terminar con toda esta bola?”. A raíz de esto, le llega un mensaje a Mica después de haber publicado esa imagen, de parte de Agustín, que decía que publicando que había un abusador en la banda, lo que hacíamos nosotras era cagarnos en todo el laburo que ellos habían puesto. Perjudicarlos, textualmente dijo perjudicarlos. Porque atrás de De Lo Ajeno no estaba solo Miguel sino que había un montón de gente, un montón de laburo, mucha plata invertida y mucho esfuerzo y no le parecía justo, de cierta forma, que nosotras diéramos el nombre de Miguel. Ella no le contestó porque no había necesidad, me parece, de hacerlo porque era totalmente al pedo. Ella me mostró el mensaje a mi y yo me prendí fuego de la bronca realmente. Ella no contestó pero yo tenia ganas de salir y me volvi loca. Entre los mensajes que nos llegaban a nosotras preguntando qué había pasado y el mensaje que le llegó a ella de Agustín, yo dije “che, loca, terminemos con esto de una vez y digamos los hechos como fueron con nombre y apellido y se termina todo este misterio”.

Mica: La gente se merece saberlo.

RNB: ¿Son conscientes de todo lo que generaron en las redes y que permitieron que unmontón de otras pibas sientan la necesidad de denunciar a los abusadores del ambiente del rock?

Mica: Salieron de varias bandas: Las Pastillas, El Bordo, Rock A La Orden, un montón de bandas… No sé si soy consciente de eso, si bien creo que ser consciente que el primer escrache lo generamos nosotras y más específicamente a un baterista de una banda de rock que acá el rock es tan machista e intocable. Porque es así: todos fuimos a ver a un machista a tocar arriba de un escenario, lamentable. Si hicimos el primer escrache o no, todas participamos de eso porque todas nos sacamos eso de encima. Es como dijo Maca el otro día: hay mucha gente que no se hubiese animado si no leía x cosa. Hasta el día de hoy se sigue denunciando.

Lo de Santiago Aysine, obviamente me angustié un montón, pero al mismo tiempo me puse tan feliz que se empezaba a escracharlo porque yo sabía que había pibas que tenían que contar algo. Que se hayan animado a denunciar a una figura pública, me pareció increíble y más bancarse todos los comentarios de mierda que estuve leyendo en el grupo de Salta La Banca, bancarse mismo el comunicado de Salta La Banca que me pareció una burla total a todas las pibas que salieron a denunciar. Santiago fue el primero en hablarle a Luli cuando pasó lo nuestro con Miguel y sin embargo a los días siguientes, saltó él. Si pones en duda la palabra de una piba, te estás cagando en todos los ideales que tuvo Salta La Banca y me encanta todo lo que se generó en base a lo de Santiago. Maca lo venía arrastrando hace un montón de años.

Luli: Cuando publiqué los primeros tuits sobre Miguel, una de las primeras personas que me habló fue Santiago Aysine que me dijo: “Fuerza, Lulita. Lo que necesites”. Yo le respondí que muchas gracias y él me dijo: “Tenés unos re ovarios. Sos mi campeona del año y cualquier cosa, chiflame”, dándome apoyo en el sentido de acompañarme en la situación que estaba viviendo yo, de escrachar a una persona que abusó de mí.

Mica: Cuando en realidad Santiago siempre estuvo de la vereda de enfrente.

RNB: ¿Algo que le quieran decir a las pibas que también pasaron por situaciones parecidas y no se animan a hacerlo público?

Mica: Primero decirles que nadie tiene porque apurarlas. Primero tiene que aceptarlo uno mismo y después capaz que expresarlo para el interior pero es algo que cuesta mucho asumirlo a uno mismo y ni te digo como actuar. Decir que siempre que quieran exteriorizar lo que les pasa tienen un montón de compañeras y compañeros atrás haciéndole el aguante. Nunca van a estar solas y esto lo demostró más que nada. Todo el feminismo junto arrasa como topadora. No tienen que sentir vergüenza desde ellas mismas porque ellas no tienen la culpa de nada y los que tienen que tener vergüenza y miedo es el abusador. Nadie las puede callar una vez que hablen, saquen todo ese miedo de adentro y una vez que saquen afuera, se van a sentir super acompañadas porque yo me sentí acompañada por un montón de personas. Me ayudaron en los momentos que yo pensaba que capaz que no fue tan así, aparecía alguien y me decía que era así y que me podía enojar. Me servía mucho todo ese apoyo y no me hacía sentir equivocada. El que tiene que sentir vergüenza ante la opinión pública es el otro y que nunca va a ser culpa de ellas.

Luli: Mi mensaje es el mismo. Lo que me da cosa es que se sienta miedo la victima cuando el que tiene que tener miedo es el hijo de puta que se desubicó, que hizo lo que sabe que no tenía que hacer. Me parece re importante procesarlo porque no a todas les toma el mismo tiempo. Hoy leí a una chica que decía que vos podés tomarte tu tiempo para procesar pero al momento que lo hayas hecho, es importante que tomes una postura al respecto y decir que no puede ser así, no hay que naturalizar las cosas. Una vez que se animó a hablar una, es increíble lo que se puede lograr. Me llegaron miles de mensajes de gente que no conozco, mandándome fuerzas y felicitándome por hablar. Me parece re importante esto de no tener miedo.

Mica: Me parece re importante esto de no tener miedo y que sepan que cuando quieran sacarse la angustia de adentro, no van a estar solas y las vamos acompañar. Eso se lo juro por George Harrison.

Por Karen Nicole Maydana y Florencia Legakis.