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Esto ya no es rock mi amor, es pura suerte

Catársis, descarga de una nueva noche negra para el Rock. El Indio Solari ya no controla lo que genera, se le escapa de las manos y se vuelve un cóctel mortal. Mientras, la política sigue jugando las mismas cartas que en Cromañón y pega una figurita de Poncio Pilato ante los medios que (des)informan.

Indio
Indio

“Dos minutos más y era Cromañón, loco”. El pibe habla, después de una noche difícil, ante el micrófono de Crónica, especialista en aparecer en estos momentos. La nueva Misa India ya es historia y, esta vez, negra. Dejó tras de sí 2 muertos, 120 pibes y pibas perdidas de las que aún no se sabe nada, micros que se fueron dejando gente tirada y la sensación de angustia y opresión en el pecho de todos los que se acordaron del 30 de diciembre de 2004.

¿Qué falló? Todo. Así de simple. La gente que aún está en Olavarría, viendo como volver a sus casas, dejó textuales que arman un diagnóstico más acertado que cualquier analista de Twitter, opinólogo profesional (ojo, yo quizás también lo sea) o licenciadoenyoséloquepasacuandotocaelIndio. Anoten:

“Nadie me pidió la entrada”
“Hay pibes que no van a volver a la casa y es triste loco”
“Nos dejaron encerrados, y eso hay que saberlo”
“Tendría que haber habido médicos por todos lados y gente que te dé agua”.
“El final fue una trampa, para el lado de la salida estaba todo cerrado. la gente empezó a agolparse”
“No había por donde salir, terminamos rompiendo una valla para poder salir”

Los “nadies“, esos que a nadie le importan, los “negros”, “borrachos”, “drogadictos”, tienen la posta. Porque estuvieron ahí. Porque no salieron a tuitear compulsivamente el “final” de la carrera del Indio Solari en calzones, tratando de rastrear qué había pasado. Yo estuve en Olavarría. Todos esperábamos 300 mil personas: el Indio, su producción, el Intendente de Olavarría. Todos. El que diga que no, miente. Y el que miente, hace daño. El jefe comunal de la Ciudad, Ezequiel Galli, tiró en conferencia de prensa dos cosas que dejan en claro su única intención en este lío: no ser el único héroe, si no la primera “rata entre los geranios” que se escapa. Aclaró que el predio la Colmena no era comunal, o sea, “no es mi culpa” y mintió groseramente: “Esperábamos 170 mil personas”. Una hijaputez. Además, antes de ayudar a volver a sus casas a los pibes que están ahí, o ayudar a encontrar a los perdidos o algo que tenga que ver con hacerse cargo, primero, antes que nada, sacar los pies del plato: Yo, Caníbal.

Desde Rock ‘N Ball, en la carpa de prensa, al costado del océano de cabezas que era el predio, nos confirmaron hacia las 19 horas que se llevaban vendidas 240 mil entradas. Señor Galli, no mienta más, y mejor explique por qué la salida fue un caos, parecido a cuando las vacas van al matadero, situación que se vio agravada porque de las puertas de ingreso sólo quedó abierta una: varias entradas para meter 300 mil personas a lo largo de varias horas, para terminar en esas mismas 300 mil personas saliendo todas juntas por una sola entrada sin un alma que tenga un puto chaleco e indique para donde hay que salir, con calles cerradas, valladas, metiendo a la gente en una especie de “Rodeo de san Fermín histérico”, donde no había toros, pero sí una marea de gente que empujaba, no viendo, no sabiendo lo que pasaba adelante.

***

Cuando Vorterix estrenó “Tsunami, un oceáno de gente”, Carlos Alberto Solari, bebiendo de un Whisky dijo una frase por la que ahora se lo condenará: “El ‘sold out’ para mi público no existe, ellos van igual”. Ellos. La masa, un ente, un delirium tremem popular que va o va. De cualquier manera. A como de lugar. Al recital en La Colmena ingresaron no menos de 50 mil personas sin entrada: colados, con entradas truchas, haciendo fuerza, aprovechando la ausencia total de controles, tanto policiales como de producción. Así, al predio pasaron armas blancas, tres tiros, bengalas, cajas de varios fuegos artificiales e incluso dos bengalas náuticas (las mismas que mataron a Miguel Ramírez en La Plata, en un show de la Renga) que sirvieron para que “ellos” o los “nadies” se sientan una vez más parte de la Misa.

¿Cuando se hará cargo el artista generador de lo que genera? Solari, enfermo y en el tramo final de su carrera, es el artista más grande de la Argentina. Donde toque, sabe que la gente irá: pasó en Salta, pasó en Mendoza, pasó en Córdoba, y pasaría en Ushuahia o la base marambio. Una suerte de idolatría que no conoce similares en el país, ni en el mundo. El Indio es un Dios Pagano que adoctrina a cientos de miles de fieles “cada show”. Ahora, ¿los cuida como para retribuir un poco de ese amor?. También en el tramo final del documental “Tsunami”, el Indio dice “no hacerse cargo” de lo que genera. ¿El que avisa no traiciona?

Cuando Gualeguaychú fue un barrial, Solari acusó recibo de la queja del sonido, pero no de la infraestructura. Ítem que se mejoró en Mendoza. Vino Tandil 2016 y sonó de puta madre, con 12 torres de sonido. En Olavarría 2017, las torres fueron 15, pero el sonido no fue bueno. Tampoco alcanzó. Toda la estructura fue endeble. Un cerco de maderas, baños químicos y puestos de la Cruz Roja, encajonaban a la gente en un gigante predio de 600 metros por 300 metros, en el que los molinetes y los cacheos brillaban por su ausencia. Un lugar enorme, sí. Pero que quedó chico ante 300 mil personas, que incluso se subieron a esas maderas o a los techos de los baños químicos. Había 1200 personas de seguridad. La producción dispuso lo mismo que AFA dispone para un Superclásico, al que asisten 60 mil tipos, máximo, para una cantidad de gente 5 veces superior, los mismos efectivos. Imposible de controlar o manejar. No se trata de capacidades o preparación: es matemática. Y es ser un poco menos hereje también. Todo bien con la épica, pero hay que aflojar un poco y cuidar a la gente en serio.

En la parte de adelante del escenario, la inmensa presión de la gente, más la lluvia que cayó en las primeras horas del día, convirtieron eso en un lodazal. Lodazal al que fueron cayendo personas, a las que se le cayeron personas, que se les iban cayendo personas. Indio lo notó al finalizar “Arca Monster“, el tercer tema de la lista. Pidió en varios idiomas que la gente retroceda, que a los que estaban “borrachines” se los lleven para atrás. Clamó a los gritos por “Defensa Cívil”, “Seguridad”: “¡Alguien que se haga cargo, carajo!”, pidió desesperado. Sibarita, millonario, estampita, ídolo de masas, pero ningún boludo: El Indio se dio cuenta que pasaba algo que “no era sopa” abajo, a metros de su idolatrada humanidad.

Paró el show 20 minutos, silencio atroz, y la gente que se comportó muy bien y aguantó estóica, algo que podía no haber pasado, porque los de atrás y los del medio no tenían idea de la gravedad de lo que ocurría adelante. Al reanudar el show, el Indio reiteró la advertencia para que se cuiden y se recordó, con fuerza, aquello de “intereses oscuros que quieren arruinar la fiesta”.  El Indio sabía que algo podía pasar. Un poco por conocer el paño, y otro poco porque lo que sucedía, los números que se manejaban, la estructura de la que se disponía y demás tornaban todo en “inmanejable“.

“Ya no quiero más esto, esto se terminó”, dijo, apesadumbrado el Indio, en una frase que pasó desapercibida, pero que puede marcar el final de una carrera gigantesca, que terminó fagocitada por su propia leyenda, por jugar con fuego, por creer que siempre el infierno debe estar encantador, que lo único que vale es cada vez más, y más gente, volviendo a un simple show de rock en una liturgia casi que sectaria. Lo que pasa en la Misa, queda en la Misa. Bueno, no. No tendría que funcionar así.

Quizás las llamas de ese fuego que crece, llegaron muy alto, quemándolo todo. Dando cuenta que así no va más, que ya el croupier tiró la última bola. Será algo que sólo sabe el Indio, que quedó afectado por lo que sucedió, a tal punto que le costó volver a sonreír y que desarrolló el resto del show de manera fría y distante, como si no estuviera allí, como si se diera cuenta que, a fin de cuentas, es un ser humano de casi 70 años que ya no puede controlar la locura que genera. Y ojalá se haga cargo de esto, así como se hace cargo de su enorme legado musical y artístico.

***

¿Y nosotros, que aprendimos? Digo, nosotros, la gente. Los que vamos, pagamos la entrada y viajamos. Hubo gente que decidió que llevar pirotecnia estaba bueno, de hecho, pareció como si nunca hubiese existido un Cromañón. Hay gente que, en la previa, dice “Sin entrada voy igual”. Gente que decide llevar a sus hijos, que por más que sea responsabilidad 100 por ciento de ellos, no sé que tan bueno está exponer un menor al Circo Romano que es, casi siempre, una Misa India. ¿Qué aprendimos? Hicimos de la cultura del aguante un bastión para sostener la rebeldía y el agite del rock. Y, en nombre de esa cultura, que nació en las huestes fieles a Patricio Rey y que tuvo su capítulo más triste en diciembre de 2004. Y que revivió cuando el Indio salió a escena, único show donde las bengalas siguen valiendo, donde entrar como sea es “la manera” en que hay que entrar y donde desentender cualquier normativa de seguridad parece ser el yeite.

No nos cuidan, ok. Estamos todos de acuerdo, ¿qué hacemos nosotros por cuidarnos? Molines liberados, bárbaro, ahora, ¿hace falta que metamos botellas de vidrio, pirotecnia, que entremos como si fuésemos a la guerra y no a un show? ¿Nos cuidamos nosotros? ¿Qué aprendimos nosotros? La Generación Post-Cromañón parece demostrar que lo que pasó allí no importa. Y la cosa es peor cuando varios de los que vivieron en carne propia aquel infierno actúan como si no hubiese pasado nada. Algunas veces, muchas, sale bien. Entonces, parece que hasta está bueno, pero cuando sale mal, lo que se lamenta son vidas. Y es el precio más alto a pagar. Parece que todavía no se entendió del todo bien. Y es una lástima gigante.

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Párrafo aparte para la fiscal de turno, Susana Alonso, quién primero dijo que “había muertos”, después confirmó sólo dos (después de ir al lugar, claro) y tiró un incalificable: “Pensamos que había sido peor”. Señora, hay dos personas que no van a volver a su casa, ¿de qué carajo está hablando? Mientras, en las primeras horas del día después, quedan cientos de ricoteros varados, que esperan como volver. Se suben a camiones, se tiran arriba de cualquier micro y esperan que el municipio haga algo bien y libere algunos ómnibus para devolverlos a sus hogares. Y la Fiscalía, como si fuera poco, pide la detención del Indio y de gente de la productora, en tanto que los canales de tevé ironizan con placas, y mandan a los enviados que ayer no mandaron porque no les pareció importante un show que iba a reunir a 300 mil tipos a 330 kilómetros de la Capital Federal. Y siempre pierden los mismos, y siempre mueren los mismos, y siempre lloramos los mismos. ¿Hasta cuándo?

PD: Está crónica no tendrá la lista de temas. Esta vez, el show no debería continuar.

En este grupo de Facebook se está reuniendo la gente que está buscando a los pibes todavía perdidos en Olavarría
https://www.facebook.com/groups/262694317517225/?fref=ts

Y este es el teléfono
Teléfono de información para familiares (Olavarria)
02284 440800

Último parte médico a esta hora (19.30 del domingo 12 de Marzo de 2017) según “Infoeme”, medio de Olavarría

internadas en la Guardia del Hospital:
Torcello, Julián (de San Nicolás) con heridas cortantes múltiples e intoxicado.
Candia, Jorge (de Santiago del Estero) con traumas múltiples e intoxicación – Estable.

Continúan en Terapia Intensiva:
Falcón, Antonella con asistencia respiratoria mecánica, en estado crítico.
Robles, Daniel Esteban (de Tierra del Fuego) con traumatismo encéfalo craneano y trauma facial, con asistencia respiratoria. Fue identificado pasado el mediodía por familiares.

En Guardia especial (sector B) se encuentran:
Gamarra, Alejandro (sin datos de residencia): intoxicado.
Ortiz, Jorge: intoxicación.

En tanto, en Clínica Quirúrgica está internado Facundo Sarmiento de la provincia de San Juan por herida de arma blanca.

Fueron dados de ALTA:
Casco, Maximiliano (sin datos de residencia).
Dacosta, Martín (de Zárate)
Diorio, Mariano (sin datos de residencia).
Tobia, Jorge (sin datos de residencia).

También se registraron dos personas que ingresaron al Hospital y se fueron antes de ser atendidos:

Despo, Luis.
Alanis, Nazareno (Pilar-Derqui)

En las primeras horas de la tarde de este domingo se registraron 3 ingresos a la Guardia del Hospital:

Luciano Farias de Buenos Aires ingresó alcoholizado.
Carlos Aquino de Quilmes ingresó por hiperglucemia y ya fue dado de alta
Claudio Palacio de Merlo se encuentra internado por hipertensión con cocaína.

En tanto se supo que la paciente Fiorella Falcón que se encuentra en Terapia Intensiva es de Florencio Varela y ya hay allegados en el Hospital.