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THE DEAD DAISIES: WE GOT A LONG WAY TO GO

En una noche inolvidable, The Dead Daisies realizaron su debut triunfal en la Argentina con un show impecable en el Teatro Vórterix. Durante poco menos de dos horas, estas leyendas del rock pesado desplegaron un atractivo y eficiente arsenal que hizo cantar y saltar sin cesar a una multitud que agotó las entradas del recinto de Colegiales.

Con el recinto prácticamente repleto, quedando apenas algunos huecos mínimos en la parte de atrás por cubrir, la banda argentina Coverheads comenzó a agitar la noche con su habitual setlist repartido entre canciones propias y muy afilados covers de grandes bandas que marcaron la historia de la música a sangre y fuego. El heavy metal argento y el rock and roll clásico de California se combinaron sobre el escenario, mientras la mayoría de las personas que estaban en la nave central del Teatro Vórterix recién lograban despabilarse de cara a lo que sería una jornada difícil de olvidar para ellos.

El anuncio de la salida de su segundo disco de estudio Mil Vidas, sucesor de Rock Cinco Estrellas (2012), despertó muchos aplausos y el pedido de su cantante de “demostrarle a los Dead Daisies que somos una ciudad rockera” terminó por encender a todos sobre el final de un setlist muy poderoso y entretenido. Segmentos de “Paradise City” y “Walk This Way” calentaron el ambiente lo suficiente como para que en el cierre con “Highway To Hell” todo estallase sin dejar a nadie con los pies apoyados en el suelo.

Tal cual estaba previsto, a las 21:30 las luces se apagaron y el telón se corrió para que los cinco integrantes de The Dead Daisies entrasen con un medley de Black Sabbath sonando en los parlantes. Bajo una lluvia de aplausos y gritos desaforados, David Lowy, Brian Tichy, Doug Aldrich, Marco Mendoza y John Corabi caminaron hacia sus posiciones para poner a la maquinaria del infierno en marcha. Los primeros acordes de “Long Way To Go”, canción que abre su disco en vivo titulado Live & Louder, hizo delirar a todos de la mano de las guitarras enloquecidas de Lowy y Aldrich y la batería conectada prácticamente a dos millones de voltios. Todo esto mientras Corabi calentaba su garganta y sonreía al ver que las cabezas de todos los presentes se encontraban al borde de la explosión.

Siguiendo con exactitud el orden del nuevo disco, llegaron una tras otra “Mexico” y “Make Some Noise”, ambas encontrando a la banda en su salsa y con el público completamente rendido a sus pies. Las dos guitarras quedaron como protagonistas exclusivas y el frontman comenzó a mostrar esa voz implacable con un gran manejo de los agudos que había mantenido escondida durante los primeros minutos del show. Mientras Marco Mendoza no paraba de lanzar fintas precisas y de regalar puas a la audiencia, Aldrich se despachó con un excelente solo que tuvo a la velocidad como característica central.

Brian Tichy necesitó de muy poco para atraer todas las miradas, combinando el salvajismo puro con la técnica más refinada, encontrando maneras de golpear su instrumento que no se suelen ver en la escena rockera desde aquellos legendarios bateristas que supieron marcar una era a fuego y que moldearon al género a través de sus estilos. El constante lanzamiento de palillos al aire e intercambio en movimiento de estos sirvió para entretener, una faceta que todos los integrantes de The Dead Daisies conocen como pocos en la industria y que explotaron al máximo en su visita a nuestro país.

Tras saludar por segunda vez y agradecer el cariño brindado, Corabi miró a Aldrich y lanzó el grito: “Mr. Aldrich do you feel like playing some guitar?”. La respuesta fue contundente, con el riff endiablado de “Song And A Prayer”, canción que encontró a la guitarra principal nuevamente como encargada de llevar adelante el gran momento, pero que tuvo en la versatilidad del baterista la posibilidad para crear la atmósfera previa – tensa y oscura- al solo que el ex Whitesnake y Dio (dentro de una lista interminable) ejecutó de manera perfecta.

El excelente cover de “Fortunate Son” de Creedence Clearwater Revival hizo cantar a todos hasta que las gargantas no aguantaron más, con la impronta bien heavy que no arruinó el clásico sino que lo potenció a niveles similares a los que se pueden escuchar en la versión que realizaron hace unos años en conjunto el mismísimo John Fogerty y los Foo Fighters para su disco “Wrote A Song For Everyone”. Después de la ovación, Corabi anunció que llegaría una de sus canciones preferidas y acto seguido Tichy y Mendoza – sin lugar a dudas el más querido por los locales- se coordinaron en un alud de potencia y volumen para iniciar “We All Fall Down”. Mientras Aldrich replicaba el solo en el micrófono con el efecto de distorsión, el resto de la banda dejó en claro que ir a ver a The Dead Daisies es idéntico a experimentar el choque frontal contra un camión a más de 200 kilómetros por hora.

Luego de seis temas plagados de riffs bien pesados y cercanos al heavy metal, Corabi se calzó la guitarra electroacústica y tras una breve interacción con el público – en la que recordó la emoción y el agradecimiento que estaban sintiendo- mantuvo el recorrido inalterado de la mano de la más relajada “Lock N’ Load”, poseedora de un sonido más californiano, melódico, con un punteo angelical por parte de Aldrich que se vio coronado con una nueva y larga intervención en solitario mientras la voz cantante surcaba la marea a la perfección. Antes del estribillo final, Mendoza tomó la batuta y se dirigió a su público: “Queremos cambiar toda la mierda que está pasando en el mundo ¡Cantemos carajo!”, dijo en un perfecto español el bajista nacido en San Diego, dando el pie para otro solo por parte de la guitarra líder que incluyó el uso notable del slide en los acordes finales.

“Last Time I Saw The Sun” volvió a encontrar a The Dead Daisies en medio de la explosión nuclear, con el cincel recibiendo una innumerable cantidad de golpes por parte de Tichy y el metal puro en el ADN de su melodía. Demás está decir que Aldrich volvió a lucirse, logrando que cada uno de sus solos sea mejor que el otro, algo que a priori parecía imposible debido a la excelente calidad del que dio inicio a la cadena. Apenas finalizada la canción, toda la banda salvo Tichy se retiraron a la zona detrás del escenario para tomar un poco de aire y dejar el peso del intervalo en manos y pies de uno de los más talentosos bateristas del rock.

La edad siempre es un factor a tener en cuenta y lo cierto es que hoy no se le puede exigir a estos iconos de la época de oro del rock pesado que toquen de corrido una lista de más de 20 temas sin detenerse al menos por algunos minutos. Tal cual Black Sabbath durante su gira de despedida, fue el encargado de los bombos y los platillos el hombre designado para darle un pequeño descanso a los cuerpos y gargantas de sus compañeros. Y en este caso, algo que no suele suceder en casi ninguna ocasión, el plan funcionó a la perfección y sirvió también para encender al público por completo de cara a la segunda mitad del setlist.

¿Que se puede decir de lo que sucedió en los siguientes diez minutos? Que Brian Tichy es realmente una de las grandes gemas del rock and roll tal cual lo conocemos hace más de cinco décadas. A pura velocidad y potencia, logró cruzar una serie interminable de ritmos y géneros, llegando en un punto a convivir el metal y el jazz en un mismo segmento. El manejo de los pedales y el toque de los platillos fueron dos de los puntos a destacar dentro de una base por completo magistral que tuvo tanto volumen y poder que por momentos parecía un ejército de más de siete naciones tocando la batería. La influencia de John Bonham en lo técnico y la forma de configurar el solo se notó a leguas y también afloró su capacidad para crear un gran show alrededor suyo. Tocó los parches frenéticamente solo con sus manos durante más de dos minutos y coronó un momento magistral cambiando sin cesar las baquetas en el aire.

Cuando todavía se escuchaba el “olé, olé, olé, olé, Tichy, Tichy”, Lowy y Aldrich volvieron al ruedo para empezar a crear la atmósfera bien festivalera de “Join Together”, ingresando de a poco la batería por sobre el riff principal y con un Corabi más que prendido fuego a cargo de agitar a las masas. Entre risas, el ex Mötley Crüe y Ratt dijo que consideraba a los argentinos grandes cantantes y también unos verdaderos locos, lo cual despertó más aplausos y risas en un clima realmente positivo y magnético. Un breve rant contra una de sus tantas ex esposas derivó en la siguiente canción, “All The Same”, dedicada justamente a alguna de esas mujeres que le rompió el corazón y la cuenta bancaria al mismo tiempo.

Como en varias de las canciones presentadas, la banda realizó un freno antes del final para darle un giro de 180°, pasando en esta ocasión al hardcore puro. Claro que esta sorpresa deleitó a la mayoría de los presentes que comenzaron a cabecear con violencia mientras el riff les volaba los pelos y el solo de Aldrich se tomaba el trabajo de perforar los cráneos que aún estaban – milagrosamente- sin ninguna marca. El grito de “I LOVE YOU” por parte de un fanático hizo detener a Corabi que largando la carcajada respondió: “Hey man, I love you too…But I don’t swing that way”, dejando a punto caramelo al auditorio para la más predicadora “With You And I”.

Sin que nadie se hubiese dado cuenta, ya había pasado más de una hora de show, quedando todavía algunas canciones en el tintero de estos viejos diablos. La presentación de cada uno de los integrantes de The Dead Daisies se tradujo en poco más de un minuto para que cada uno de ellos hiciese una canción de su gusto. Pasaron así “Dirty Deeds Done Dirt Cheap” de AC/DC, “Run To The Hills” de Iron Maiden y “La Bamba” de Ritchie Valens entre tantas otras canciones ya legendarias que hicieron delirar a todos y obligaron a la banda a extender el segmento varios minutos más de lo esperado.

 

Al finalizar la rockola metalera salida de la guitarra de Doug Aldrich, llegó la hora de escuchar “Mainline”, también perteneciente al disco Make Some Noise (2016). Corabi y sus muchachos buscaron mantener el fuego a pleno hasta el segundo final, con el punk más crudo tatuado en la piel, merced de un golpeo tan rápido como ensordecedor de Tichy y de un rasgueo sucio y prolijo de Lowy. No podía faltar su versión de “Helter Skelter”, herencia de los años de Corabi con Mötley Crüe y además – algo que muchos no saben- una de las canciones que casi sin quererlo empezó a moldear lo que sería el heavy metal.

Para los bises, se ahorraron la formalidad de irse para luego regresar y dispararon como una ametralladora la violencia rutera de “American Band” y el metal originario presente en la gran “Midnight Moses” de The Sensational Alex Harvey Band. Cubiertos por la bandera argentina, los fabulosos cinco se retiraron tras un saludo escueto, dando a entender que la fiesta iba a tener por lo menos un capítulo más. Y así fue como regresaron y en nombre de su amor por la música se despidieron momentáneamente del país con un más que afilado cover de “Highway Star” de Deep Purple.

El primer paso de The Dead Daisies en la Argentina fue para el recuerdo y sin lugar a dudas ha dejado la puerta abierta a un pronto retorno. Corabi, Aldrich, Tichy, Lowy y Mendoza dieron cátedra tanto en lo individual como en lo grupal y demostraron que detrás de este “super grupo” hay muchos años de trabajo, sobre todo desde que esta formación se comenzó a asentar hace dos años. A pesar de tantos cambios de nombre (recordar que pasaron por sus filas Dizzy Reed, Richard Fortus, Tommy Clufetos, el co-fundador Jon Stevens y Bernard Fowler entre otras estrellas con brillo propio), la banda logró consolidar un sonido en el que confluyen las diferentes experiencias de cada uno de sus músicos y donde prevalece el amor incondicional por ese rock and roll de antaño que por momentos extrañamos demasiado.

 

Crónica por Rodrigo López Vázquez

 

Fotos por Cecilia Martín

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