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Sepultura: Según pasan los años

La banda brasileña regresó a Buenos Aires con la formación que mantiene solo a Andreas Kisser y Paulo Jr. como miembros originales. Por los 30 años del nombre de la banda salieron a hacer un tour que recorre los tiempos viejos y nuevos. Vorterix lleno, celebró la nostalgia.

Sepultura
Sepultura

A diferencia de la última vez que estuvieron en Buenos Aires en octubre del 2012, el público este domingo fue menos reticente y el Teatro Vorterix estaba lleno por donde se lo mire, nuevos y añejos.  La pequeña movida legal que le valió a Kisser quedarse con uno de los nombres del metal latinoamericano más importantes de la historia no borra de la memoria a los fundadores hermanos Cavalera, pero esto también es Sepultura y lo demostraron con creces.

El mérito está y es indudable. Para empezar una de las joyas de la banda es el baterista Eloy Casagrande que comenzó a tocar a los 7 años, ganó concursos en revistas como Modern Drummer, el joven de tan solo con 22 años demuestra que no tiene nada que envidiarle a sus antecesores Igor Cavalera y Jean Dolabella, aunque con estilos marcadamente distintos, le da a la banda el toque de frescura que necesitan.

Por otro lado el ya conocido Derrick Green, originario de Ohio, que se encuentra desde 1998 ocupando el lugar que dejó Max Cavalera como cantante. Derrick se pone la banda al hombro como frontman, arengando, tirando palabras y moviéndose con sus casi ¿dos metros? Que si no lo son, parecen, de altura. Tras algunas palabras para el público, la banda demuestra que el tiempo transcurrido y sus 13 discos no fueron en vano y a pesar de que el bullicio y el pogo se vuelve mayor con clásicos como “Teritorry” de su disco “Chaos A.D.” (1993), para las primeras eligieron “Kairos” del disco del mismo nombre del 2011.

En esta ocasión lo de los 30 años quedó perfectamente ligado al setlist, con 22 canciones y promediando las dos horas de show Sepultura estuvo a la altura de las circunstancia. Paulo Jr. y Andreas Kisser son las figuras de colección, sobre todo este último que se despachó con solos que dejaron a todos agradecidos de que el guitarrista siga ahí.
Hubo algunas perlitas. Una fue “Orgasmatron”, un cover de Motörhead muy a lo Sepultura y luego con la figura de Andrés Giménez sobre el escenario para tocar “Policía” un cover de la banda brasilera Titãs y luego “Refuse/Resist” del disco Chaos A.D.

Para finalizar y promediando las dos horas de show cerraron con  “Ratamahatta” y “Roots bloody roots” de uno de sus discos consagratorios, “Roots”, de 1996. Dejaron al público más que satisfecho y demostraron que más allá de la nostalgia, los hermanos Cavalera y toda la historia que rodea a esta banda, hace un tiempo esta formación está más que consolidada, con discos en su haber y sin necesidad de reprocharse nada.

Fotos por Kamylee López Fotografía para Rock And Ball

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