En Vivo

La Plata vibró con el Ritual metalero de la ‘O’

En una presentación de casi dos horas y frente a más de 500 personas, el grupo liderado por el ex Hermética y Malón hizo latir al Ópera en un show que desgarró gargantas y corazones.

Oconnor
Oconnor

La cita estaba programada para las 9 de la noche y de a poco la postal empezó a conformarse con todos esos detalles que sólo el heavy metal sabe crear. A medida que el sonido se iba intensificando y el oído de los presentes se endulzaba, el lugar comenzó a llenarse de momentos inolvidables, aún para sus habitués más doctrinarios.

No hay edad para el metal, lo que quedó más que claro con las presentaciones de las banda de señores Blindados (Buenos Aires), y la familia del papá que cumplió su sueño de tener su banda metal, Lazos de Sangre (Lanus), quienes no escatimaron en sonido y prepararon a todos los allí presentes para el show que finalmente comenzó pasadas las 22.30 con “Hacedor del Terror”.

Una madre que abrazaba a su hija de no más de 11 años levantaba su brazo alentando a la pequeña a seguir la canción, quien, como una metáfora de la inocencia, cantaba “pero hay toda una pureza que mostrar porque hay todo un mundo enfermo que curar”. Más atrás, un flaco en musculosa sacaba la lengua y golpeaba su pecho, como quien busca desahogar un grito desesperado y lo logra frente a una canción.

Fue el momento entonces de Castigo y perdón, homenaje a las melenas allí presentes que no se hicieron esperar para flamear y que dieron paso a Enroscando al mundo y a un grito desesperado al momento de “te ves en llamas la piel que se inflama más hasta explotar”.

No fue hasta Cuantas palabras que el grito verdadero del espíritu metal se hizo escuchar con toda su fuerza viva. Un veterano de chiva y pelo largo ubicado cerca de la barra y desbordado de entrega a la hora de seguir la canción, abría sus brazos con puños apretados y pecho firme dejando que saliera su esencia espiritual y que el sonido se apoderara por completo de su ser. Al lado, una joven de no más de 26 años contagiada de la magia, miraba al cielo interrumpida por el techo y, con ojos cerrados, seguía la letra como quien hace la plancha en un mar turbulento.

La noche seguía palpitando firme y, como la buena música no sabe de géneros, llegó el momento del clásico de Almendra Ana no duerme, una sublime versión de la banda que fue cantada por todos los allí presentes, la mayoría de los cuales se sumaron al pogo que ya se estaba gestando desde el primer tema.

Sin intenciones de bajar fue que empezó a sonar Sangre para el rey, seguido por Vida perra, Caníbal, esta última con una excelente interpretación del pibe de remera de Hermética al borde de la valla, a quien el líder de la banda no dudó en participar.

La guitarra pidió protagonismo y se hizo sentir con Rock del suicida, generando el abrazo de todos los allí presentes, que no perdieron la oportunidad de representar sus propios shows, con guitarras, baterías y micrófonos invisibles tan sentidos y necesarios para ese momento de máxima entrega.

Cinco minutos fueron suficientes para recuperar el aire invertido y la banda volvió a reventar cráneos con Pagando por tu actitud, Camino a ciegas y Reventar o morir, mientras una pareja abrazada a un costado le daba el ok la elección, intercalando besos y abrazos con puños en alto y agite.

Discordia sonó y nos hizo despegar los pies del suelo, incluso a aquellos que preferían observar desde lejos al espectáculo que se desarrollaba en el escenario. Ni pausa para interpretar Una pena en Godoy Cruz, tampoco para que suene Rio extraño y unificara el grito “si lo tuyo es tuyo nada hay que ceder”.

Como una despedida que se palpitaba empezó a sonar Se extraña araña en los parlantes y en los cuerpos con un mensaje contundente para llevar a la almohada o a la mesa de algún bar.

O’Connor se atrevió una vez más a pasear por el borde, desafiando a la altura y gritando verdades en el filo de la cornisa. Un gran noche para esta banda que sigue dejando su marca.

Por: Ana Laura Dagorret