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Guasones en Malvinas: un arlequín con calle y corazón

Elegante y pícaro, atrevido y apesadumbrado, caliente y movilizador. El gorro de arlequín le sienta a Guasones jovial y camaleónico y así es cómo debe ser. Una noche enérgica y familiar en el Malvinas Argentinas “para bailar este maldito Rock n Roll”.

Guasones llevó sus
Guasones llevó sus "Locales calientes" al Malvinas

El poco frío presente el sábado pasado no fue, en ningún sentido, un factor determinante para que se llevara a cabo la fiesta propuesta por Guasones.

Corrían las 17:00 y los primeros vehículos empezaban a estacionar cerca del Microestadio y a abrir sus puertas de par en par. La tarde comenzó su lenta pero sentida marcha, al margen del pequeño “Puerta: 19hs” que sugería la entrada.

El fuerte volumen emanado de los rezagados equipos de audio pretendía atraer y aclimatar a los próximos allegados a este encuentro, con melodías provenientes de los siete discos de estudio de la banda. Pronto harían su aparición más y más fanáticos del grupo para sumarse al fogón; rito con apetitoso olor de carne a la parrilla, mezclado con amigos, anécdotas y un poco de cerveza.

28Distendida, la multitud concentrada para ver a Guasones desmenuza cada pequeña porción de la tarde del sábado a su antojo, quitándole el peso de correr contra el tiempo. Es sabido: las fiestas se disfrutan más si uno está relajado y sin tanto apuro.

Llegan las 19:00 y las puertas se abren. Desde entonces y hasta rozar las 21, las gradas y plateas procedieron a atestarse de gente que entrecruzaba gritos y saludos con el público sentado o parado en el campo, a la espera y con la emoción a flor de piel.

Rondaban las 21.30 y en el Malvinas Argentinas quedaba poco espacio disponible en dónde asentarse. Desde el techo del lugar, los gruesos focos blancos que iluminaban se cansaron. De repente, el barullo general se cortó y el público miró hacia adelante para anticipar lo inminente.

Más que un escenario revestido de rojo oscuro (guiño a la portada de Locales Calientes, último disco del conjunto) y los instrumentos dispuestos en su respectiva ubicación, nada más sobresalía de la media, pero “Starsky” Celedón desdibujó un ritmo de batería y pequeños fills para que la gente se dispusiese a vibrar. Desde las profundidades del campo, se alzaron las primeras banderas.
16Flamearon Caballito, Mataderos, Liniers, Coronel Suarez, Merlo, La Plata, Tandil, Quilmes… todos distintos, pero al fin y al cabo todos por lo mismo: Guasones se iluminó con una serie de focos azules que rebotaron contra el bordó mencionado y el complejo se tiñó de un espeso violeta para marcar el comienzo de esta presentación.

La banda liderada por Facundo Soto recorrió casi treinta puntos clave de su discografía en dos horas, las cuáles fueron acompañadas por los incesantes saltos y arengue de los espectadores en todo momento.

La flaca Pili y el negro Tomás”, “Un viento fuerte está soplando”, “Tapado de dolor” y “Descuida ma’, solo son ratas” fueron excelentes ejemplos que sirvieron para rememorar la primera etapa de Guasones, vitoreada por todo el público (en especial, por el más longevo).

Una tríada interesante de mujeres hizo su aparición para colorear la noche y sacudir los recuerdos del cantante: “Esmeralda”, “Desireé (Parte II)” y “Magdalena”.
11Desde 2014, el grupo decidió reinventarse en forma de cuarteto para encarar el que sería su último trabajo editado hasta la fecha: Locales Calientes. Los hits radiales “Pobre tipo” y “Tan distintos”, sumados a “Infierno blanco” y “Pequeños ojos” son prueba de que Guasones cuenta hace tiempo con un lugar asegurado en la escena del Rock Nacional (y no es solo por “Reyes de la noche”).

Guasones cumplirá veinticinco años como banda en 2017, pero su compromiso apunta a seguir siendo el mismo: priorizar el disfrute del público ante todo – sin escatimar en su confort -, para así poder brindarle un show dinámico, certero y bien producido; con pantallas para que no se le escurra ningún detalle y un amplio abanico de luces para la creación de diversas atmósferas.

Latente en su presencia y vigente en las diversas banderas y remeras que se dejaron ver aquella noche de sábado, el maldito Rock n Roll (pero el bendito Rock Nacional) no es más que la prueba irrefutable de dos grandes verdades: hay sentimientos que, sin duda, atraviesan generaciones y que estas siempre traerán a alguien nuevo dispuesto a escuchar. La familia de Guasones lo sabe muy bien y así lo demuestra.

Fotos de Gonzalo Colini Fotografía

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